Mediante la introducción de una moderna tecnología, Cuba erradicó el consumo de sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO) en la producción de las espumas de poliuretano, empleadas en la fabricación de paneles aislantes para la construcción, equipos de refrigeración y envases de medicamentos que requieren mantener una temperatura determinada, por citar algunos ejemplos.
El doctor Nelson Espinosa, director de la Oficina Técnica de Ozono (OTOZ), perteneciente al Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía (Cubaenergía), de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), precisó a Granma que la inversión ejecutada en las cinco fábricas dedicadas a ese sector productivo, posibilitó sustituir el gas refrigerante R-141b por otros no dañinos al bien llamado Escudo de la Vida, y con un mínimo potencial de contribuir al calentamiento global del planeta.
Indicó que la reconversión tecnológica se ejecutó en la Unidad Empresarial Básica 5, de la Empresa de Refrigeración Caribe, la UEB Laminados Cometal (Lamcomet) y en la Empresa Productora de Equipos de Refrigeración (Friarc), así como en la Empresa Industrial Productora de Electrodomésticos (INPUD) y en el Centro de Desarrollo Automotriz (IDA), del Ministerio de la Industria Sideromecánica.
Signataria del Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal (los ratificó en 1992) y de sus posteriores enmiendas, Cuba cumple estrictamente los compromisos contraídos para reducir de forma progresiva el uso de las SAO en los plazos establecidos.
Dentro de los resultados más significativos del país en la protección de la capa de ozono aparecen la eliminación total de los clorofluorocarbonos (CFC) en la refrigeración doméstica y comercial, la sustitución de esos propios compuestos en la fabricación de aerosoles farmacéuticos, y la supresión completa del bromuro de metilo en la fumigación de semilleros de tabaco, cultivos protegidos de hortalizas, flores, plantas ornamentales y viveros de café.
También quedó excluido su uso con igual fin en almacenes e instalaciones de la industria molinera, que guardan arroz y frijoles, entre otros productos alimenticios.
Según ratificó el doctor Nelson Espinosa, dentro de los objetivos priorizados hasta 2030 está la erradicación paulatina de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), muy extendidos en la climatización y refrigeración doméstica, reto que demanda la búsqueda de gases refrigerantes alternativos no dañinos al medio ambiente, y la introducción de nuevas tecnologías.
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José Alberto motito legrs dijo:
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19 de junio de 2021
10:42:43
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