No habrá Maracanazo el domingo, no, porque antes hubo Mineirazo, con todo el estupor y la frustración que debieron padecer los casi 60 mil seguidores que tiñeron de amarillo el estadio de Belo Horizonte. En media hora, ya saben, Alemania le propinó a Brasil una bofetada histórica.
Tras un error de bulto en la marcación, Müller anotó el gol número 2 000 en la historia de la Mannschaft, Klose superó al fin el récord de Ronaldo y el conjunto del técnico Joachim Löw desbancó a la selección de Scolari, sin piedad, como el equipo más goleador de los Mundiales (223 por 221) con el vendaval que sobrevino a continuación. El destrozo, sin duda, fue tremendo.
Buscando explicaciones para la derrota, en medio de la resaca, seguro no faltará quien pretexte que la peor goleada en la historia de la canarinha acaeció porque faltaba Neymar y no estaba Thiago Silva, pero sería un error flagrante. Las raíces del fracaso desde luego no son tan fortuitas.
Antes más bien, la principal razón sería que Brasil hace tiempo se ha abandonado. Sus centrocampistas no atinan a dar tres pases seguidos, los delanteros están aislados, todo el mundo conduce la pelota, sin comunicación entre las líneas, y se privilegia tanto lo defensivo que el ataque solo se muestra con el destello de alguna individualidad o las jugadas a balón parado. Nada más.
Así que no es fortuito que tarde o temprano se estrellara ante un equipo claramente superior como el alemán, que ha abrazado de hecho el estilo que antaño solía ponderar el propio Brasil.

Ciertamente, pasarán los años y el 7-1 seguirá ahí como una mancha indeleble. Pero lejos de alimentar un nuevo trauma que la haga mudar los colores de su camiseta o dejar de jugar en dos años como pasó en 1950 tras su célebre derrota ante Uruguay, lo más sano sería que el fútbol brasileño encontrara por fin una razón de peso para revisar su modelo y emprender la reconstrucción.
Más o menos, en consonancia con lo que hizo antes la propia Alemania, que ahora cosecha los frutos de un trabajo muy serio tras el fracaso del Mundial de Francia 1998, desde la promoción de la cantera (todos los clubes tuvieron que crear escuelas de fútbol con especial atención a los inmigrantes) hasta el estudio de los detalles técnicos, para potenciar a su selección. Que Brasil rescatase la belleza del juego que tantos éxitos le brindó sería sin duda el mejor triunfo posible de este apoteósico revés.
Resultado. Semifinales: Brasil, 1 - Alemania, 7 (Oscar, min. 90 - Müller, 11; Klose, 22; Kroos, 25, 26; Khedira, 29; Schürrle, 69, 79).
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