Todas las etiquetas que muestran los precios en la tienda de pinturas Hery tienen una cifra tachada con una X, y otra debajo, de menos valor.
Juan Carlos Baños, el comercial de la conocida mipyme, ubicada en el centro de la ciudad de Pinar del Río, explica que el cambio se debe a los movimientos que ha tenido el dólar en el denominado «mercado informal».
«Como ha estado bajando, nosotros también bajamos, y así nuestros productos se vuelven un poco más asequibles a la población», dice.
Sin embargo, no puede asegurar que esos precios que hoy se muestran al cliente vayan a mantenerse en el tiempo, y que dentro de unos días no haya que tacharlos nuevamente para retomar los que tenían antes, o incluso subirlos más.
La inestabilidad en la tasa de cambio de divisas de un mercado informal que se ha convertido en la fuente principal de aprovisionamiento para muchos actores económicos que dependen de la importación de bienes o materias primas, impide cualquier pronóstico.
«Uno quisiera que bajara y que se mantuviera estable. Pero ninguna de las dos cosas ha estado pasando», comenta Juan Carlos. «Ha habido momentos, como este, en los que desciende un poco, pero luego vuelve a como estaba y sigue hacia arriba».
El problema no solo afecta a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) y a los trabajadores por cuenta propia. «Al final es algo que transversaliza a toda la economía, y que repercute con más fuerza en la población», asegura Jorge Luis Salas, administrador de la mipyme D Álvares, radicada en Vueltabajo.
«Para nosotros, los actores no estatales, sería mucho más beneficiosa una tasa cambiaria más apegada a las condiciones de salario y poder adquisitivo de la gente.
«Una tasa alta requiere mayores gastos de inversión y que las compras que uno hace tengan un largo periodo de realización. Es decir, que el contenedor que adquieres hoy, puedes terminar de venderlo de aquí a dos meses y hasta más, y eso implica un dinero estancado, que no se está reproduciendo».
Por otra parte, explica que las fluctuaciones tan bruscas en el valor de las divisas provocan un riesgo permanente.
«Si usted compra hoy un contenedor de mercancía, con el dólar, digamos, a 340, y cuando termina de venderlo, aumentó 40 o 50 pesos, el margen de ganancia se le reduce y quizás hasta pierda».
Lierly O'Connor Sequeira, representante de la mipyme Reval, de Matanzas, dedicada a elaborar y comercializar materiales de construcción, asegura que es algo que ya le ha sucedido.
«Toda esa inestabilidad nos afecta. No es fácil sobrellevar esta situación de que uno llegue ante los proveedores y te digan: hoy es más caro porque el dólar subió».
A RÍO REVUELTO…
Para Felipe Ponce, presidente de la filial pinareña de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), el problema parte del hecho de que la tasa de cambio oficial establecida hace años en el país (1 dólar = 120 pesos) se ha ido alejando cada vez más de la realidad (1 dólar = más de 400 pesos, en el momento en que se realizaba este reportaje), en un contexto de crisis, inflación, reducción del PIB, la producción, las exportaciones...
«Hoy, en la economía cubana tienen una alta incidencia las importaciones que hacen las formas no estatales, las cuales necesitan divisas que solo se encuentran en el mercado informal», señala Felipe, y advierte que «el dinero es una mercancía más y también se somete a las leyes de la oferta y la demanda.
«Si hay más demanda del euro o del dólar, el valor de esas monedas va a crecer. Esa es una verdad inevitable, independiente de cualquier otro factor».
No obstante, el especialista reconoce que el tema también ha estado mediado por la especulación, a partir de la ausencia de una vía formal para acceder a las divisas y de una tasa de cambio oficial completamente desfasada.
En ese sentido, durante las últimas semanas han sido recurrentes las denuncias sobre la tasa de cambio en el mercado informal de divisas que muestra la plataforma digital El Toque y que, a falta de otras referencias, se ha estado asumiendo como válida en todo el país.
«Han aprovechado esa debilidad que tenemos y han creado una inestabilidad tremenda», considera Felipe.
Pero, ¿cómo perciben los cubanos que ello impacta en su cotidianidad?
«Lo primero es que todo se vuelve más caro y más difícil para quienes vivimos de un salario que no se ha movido», comenta Nieves Cabrera, una maestra primaria en la ciudad de Pinar del Río.
«Es cierto que los privados se han convertido en proveedores de alimentos ante la imposibilidad del Estado de comprar en el exterior; pero mi chequera apenas alcanza para la leche y algunos productos que necesito, porque los precios crecen a diario», coincide la jubilada holguinera Isabel D`Rosa.
«Yo no recibo dólares, no compro ni vendo, pero lo que suceda con él le afecta a todo el mundo, porque la mayoría de los productos de primera necesidad están en las tiendas en divisa del Estado, o en las mipyme, que dependen de esa moneda para importar», opina por su parte Rosa Elena Cabezas.
NO PEDIR PERAS AL TOQUE…
Aun cuando, a simple vista, serían los menos perjudicados, teniendo en cuenta la posibilidad de maniobra que poseen (si sube la divisa subo el precio), las formas de gestión no estatales tampoco escapan de los efectos de tanta inestabilidad.
«Es una locura. Esos aumentos y caídas influyen negativamente en nuestro negocio porque la venta es menor, y al cambiar constantemente el precio de los productos, perdemos credibilidad ante los clientes», considera Jorge Luis Lamerén, propietario de una cafetería en la ciudad de Matanzas.
Con más de 30 años de experiencia como economista, Jorge Luis Salas asegura que «esas altas y bajas de la tasa cambiaria le hacen mucho daño a los actores estatales y no estatales, y a la población en primer lugar.
«La economía no se mueve con esos saltos. Si se revisa el Índice de Precios al Consumidor de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), uno se da cuenta que, de hecho, el crecimiento de los precios de los productos básicos se ha ralentizado. Por tanto, esa tasa es totalmente especulativa».
Para el especialista, «la lucha debería ser porque haya una expresión del valor real del dólar respecto a la situación de la economía, que es tensa, pero nadie puede asegurar que sea 480 veces superior al peso cubano. Eso es demasiada devaluación.
«¿Cuál es la norma? No lo sé. Pero sí sabemos que esa tasa por las que se ha estado rigiendo la mayoría de la gente, se ha incrementado de una manera ficticia a través de la manipulación mediática.
«No reconocerlo, diciendo que de todos modos la economía cubana está mal, sería injusto», coincide el Presidente de la ANEC en Pinar del Río.
Sin embargo, identificar el problema no servirá de mucho si ello no se acompaña de acciones concretas para revertir la situación.
Esperar algo «bueno» de una plataforma que ha admitido públicamente que la mayor parte de sus fondos provienen de un Gobierno extranjero que durante más de seis décadas ha insistido en destruir la Revolución Cubana, sería cuando menos ingenuo.
Parafraseando un viejo refrán, no se puede pedir peras al olmo… ni a El Toque.
Pero tampoco es sensato esperar que el vacío que ese medio supo ocupar quedará vacante, si mañana ya no hubiera acceso a él desde nuestro país.
Si no son ellos, otros lo harán, hasta tanto no exista una alternativa real y confiable, regida soberanamente por el Banco Central de Cuba (BCC).
El anuncio reciente en estas mismas páginas, por parte del BCC, de que en la actualidad se crean «las condiciones operativas, tecnológicas y de normativas indispensables para establecer un mercado cambiario oficial, ordenado, transparente y funcional», sugiere que las soluciones pudieran estar en camino.
De lo que no hay dudas es de que, a más de 130 años, aquella lección de José Martí en el periódico Patria sigue teniendo plena vigencia: ante el plan de nuestros enemigos para «dispersarnos, dividirnos, ahogarnos», toca «enseñarnos en toda nuestra altura» para burlarlo. «Plan contra plan».



















COMENTAR
Responder comentario