Desde la sala de la casa de Marta se ve el cielo. También desde la cocina y desde una barbacoa de la que solo queda una escalera y algunos añicos de piso. El ciclón Rafael, en 2024, tumbó parte del techo de su casa. El resto lo echaron abajo unos cuantos hombres, como parte de la ayuda dada por el Gobierno a los damnificados.
Años antes, la hermana de Marta, paciente de fibrosis pulmonar, había solicitado un subsidio por reparación mayor debido a su enfermedad. Luego de mucho papeleo, en el año 2020 le fue otorgado el monto de 56 000 pesos cubanos con el que debía alcanzarle para colocar otro techo y resanar algunas paredes.
Sin embargo, no pudo ver esa necesidad materializada. Murió el año pasado y, aunque antes transfirió legalmente el subsidio a su hermana, todavía la casa en la que nacieron y vivieron toda su vida sigue a cuerpo abierto, propensa a reparos que requerirán cifras mayores.
Marta vive ahora con una cuñada, mientras los muebles se pudren y su hogar es albergue para ratas. Perdió la cuenta de las veces que ha ido a las unidades para la venta de materiales de construcción, los llamados «rastros», y ha regresado con la misma respuesta: «No hay»… aunque solo quiera, para empezar, al menos unas tejas.
Como parte de la realización de este reportaje, Granma intentó comunicarse con más de diez rastros en la capital. Solo dos respondieron: a uno, ubicado en La Lisa, no entran materiales desde 2023; el otro, en el municipio de Plaza de la Revolución, solo está recibiendo productos a partir de áridos, generalmente una vez al mes y con indicios de reducción.
A ese ritmo, solucionar el déficit habitacional del país, que asciende a 805 583 viviendas, de las cuales deben rehabilitarse 398 364 y reconstruirse 407 219, requerirá mucho más que buena voluntad para no dejar a nadie desamparado.

¿CÓMO SE CONSTRUYE SIN MATERIALES?
El 16 de enero de 2012 entró en vigor el reglamento para entregar subsidios, destinados a la construcción y rehabilitación de casas, a personas sin solvencia económica, con prioridad para familias afectadas por catástrofes y casos sociales críticos.
La disposición normativa, contenida en el Acuerdo 9072/2021, publicado en la Gaceta Oficial No. 57, explica que el objetivo de este programa gubernamental es financiar materiales de construcción, mano de obra, transportación (desde los puntos de venta hasta las viviendas), documentación técnica y el Derecho Perpetuo de Superficie del terreno.
También establece que el presupuesto para una célula básica habitacional (25 metros cuadrados) es de hasta 188 560 pesos cubanos; en tanto para rehabilitaciones asciende hasta 133 742, y para conservaciones mayores y menores a 72 000 y 14 149 pesos, respectivamente.
Siguiendo estas indicaciones, desde 2012 se ha concedido este beneficio a 155 077 necesitados, de los cuales 129 150 han logrado concluir las acciones constructivas previstas.
Pero, al igual que Marta, unas 25 927 personas todavía se encuentran a la espera de terminar o reparar su hogar, lo que evidencia la magnitud del problema.
«Lo correcto es que la persona, aproximadamente en cuatro meses, comience a ejecutar la obra, pero al no existir los recursos, el proceso se retrasa», dice Yoanky Ultra González, director de Vivienda en La Habana, una de las provincias con mayores desafíos debido a su alta densidad poblacional.
Durante el tiempo de espera para iniciar, que para muchos es de varios años, no solo se han agravado las condiciones de sus viviendas, sino que, debido a la inflación acrecentada tras la aplicación de la política de ordenamiento monetario y factores circunstanciales como la pandemia de la covid-19, todo subió de precio, incluso lo indispensable para hacerle arreglos a sitios donde ya vivir resulta peligroso.
ANTES MILES, HOY SON KILOS
De los 3 069 subsidios previstos para 2025 en Cuba, con el objetivo de construir células básicas habitacionales, solo se culminó el 3 %. La cifra representa el peor indicador del Programa de la Vivienda desde su comienzo, según trascendió en la última sesión del v Periodo Ordinario de Sesiones de la x Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en julio pasado.
El problema es la indisponibilidad de materiales de la construcción.
Elder Nápoles Ávila, jefe de grupo de Trámites de la Oficina Provincial de la Vivienda en La Habana, explicó que se realizó un diagnóstico territorial para determinar el estado de avance de las acciones constructivas inacabadas y, a partir del mismo, se asignó a los beneficiarios favorecidos, antes de implementar el Acuerdo 9072/2021, el dinero correspondiente para completar la obra sin sobrepasar el máximo monto establecido.
Paralelamente, el Ministerio de Comercio Interior (Mincin) implementó en 2022 la Resolución 41, reformulando los precios de los materiales en las tiendas minoristas.
A tono con la nueva realidad del país, lo precios se elevaron: las tejas según los diferentes tipos van de 1 497 a 1 791 pesos cada una; el metro cuadrado de arena oscila entre 300 y poco más de 500 pesos, al igual que el polvo de piedra y la piedra. Otros productos, comparados con el costo «de la calle», se mantuvieron económicos. Lástima que nunca aparezcan en los rastros.
De acuerdo con Nápoles Ávila, en la capital cubana permanecen unos 7 972 subsidios pendientes de terminación. Como no hay acero, ni cemento, ni bloques…, entre lo poco que se les ha distribuido está el polvo de piedra, arena, gravilla y algo de cemento que en muchos casos es pz-25, útil solo para determinadas acciones, que no incluyen fundir ni hacer cerramento, por ejemplo.
Antes del ordenamiento monetario, agrega, los subsidiados podían comprar en las tiendas en divisas, pero ahora el valor del dólar afecta el presupuesto y limita la terminación de obras.
Los arquitectos Alberto Díaz Serpa y Roberto Almodóvar Rodríguez, de la Empresa de Proyectos de Obras de Arquitectura 2, explican que, aunque se trabaje con determinados sistemas constructivos derivados de recursos locales, todos deben poseer un componente importante de acero, cemento, arena y madera, indispensables en la conformación de una vivienda de cualquier costo. Por eso –apuntan–, para solucionar el problema habitacional se necesita una política adecuada que garantice la industrialización.
Desde la perspectiva de la industria, según explica Maidel Leticia González González, directora general de Materiales de la Construcción del Ministerio de la Construcción (Micons), el problema es que la irregularidad e insuficiencia en la producción de materiales se deben al déficit de energía, la inestabilidad en el voltaje que paraliza las plantas de cemento, la obsolescencia tecnológica y las limitaciones en inversiones extranjeras, todo lo cual repercute en la escasez de materias primas y la baja productividad.
No obstante, existen soluciones locales y de pequeña escala que, de acuerdo con el informe presentado al Parlamento, permiten reducir la dependencia de las importaciones, aprovechar los materiales endógenos y reciclables disponibles, así como dinamizar la economía local mediante la participación de diversos actores.
Con la autonomía municipal se prevé potenciar el incremento y conservación del fondo habitacional, la erradicación de pisos de tierra y la ejecución de soluciones para personas en situaciones de vulnerabilidad.
En el país existen 33 empresas dedicadas a la producción local de materiales, en las cuales los niveles productivos se controlan y se vinculan a las ventas de materiales, por mediación del Mincin.
Delilah Díaz Fernández, directora general de Vivienda del Micons, expone que en los últimos años se ha impulsado el desarrollo de los elementos con base de cerámica y de arcilla, elemento clave para la impermeabilización, como solución adicional. Igualmente, la producción de teja criolla y francesa, aunque esta última, con más lentitud.
Cuando los recursos llegan a los puntos de venta los beneficiarios tienen hasta siete días hábiles para acceder a ellos; aunque, por las dificultades para mantener el abasto, los consejos de la Administración Municipal suelen otorgar prórrogas, puntualiza.
En La Habana gran parte del suministro de la producción de materiales es sostenida por formas no estatales de gestión, a través de convenios con empresas como ProMás que, dentro de sus posibilidades, «proveen cemento, arena, elementos de pared, piso…», comenta Namán Morales Musalem, director provincial de Materiales de la Construcción.
Pero esos pocos recursos, tanto en la capital como en otras regiones de la Isla, se destinan a solucionar las afectaciones urgentes causadas por los ciclones.
VILLA CLARA: MÁS SOMBRAS QUE LUCES
Los atrasos en el programa de la vivienda, el incremento de los baches en calles y carreteras del territorio y la invisibilidad de artículos de amplia demanda son solo algunos de los síntomas que denotan la depresión que sufre la producción de bloques, ladrillos, losas de piso, tuberías y otros artículos imprescindibles para acometer la ejecución de algún proyecto constructivo.
La agudización de la crisis económica que vive la nación desde hace varios años ha dejado su impronta en este sector, que se ha visto muy impactado por la carencia de combustibles, cemento, acero y áridos, entre otros recursos básicos, a lo que se ha unido los largos apagones, que en la práctica impiden que las plantas productoras puedan trabajar con regularidad.
Jesús Martínez García, director de la Empresa Provincial de Producción Local de Materiales de la Construcción (Plomac), que destacaba en el país en la entrega de bloques, ladrillos, asfalto y elementos de la vivienda como mesetas, tanques para agua y fregaderos, entre otros, habla con dolor de la situación que presenta la producción de esos recursos que tanto necesita la población y el territorio.
Para ilustrarlo, menciona algunos datos que evidencian el deterioro de los principales indicadores productivos en la actualidad, en comparación con la década pasada, cuando Villa Clara era un puntal en el país en la producción y entrega de materiales constructivos.
«En 2020 llegamos a producir más de dos millones de bloques cada año; un millón y medio de ladrillos; 28 580 metros cúbicos de áridos; 243 000 metros cuadrados de losas para pisos; cerca de 6 000 unidades de mesetas de fregaderos y unos 4 890 tanques para almacenar agua, sin contar la gran cantidad de vigas y tabletas para techos que se construían», asegura el directivo, quien continúa aportando otros datos a modo de comparación.
Durante el año en curso y tomando como referencia el cierre del mes de mayo, producto del recrudecimiento de la situación económica no se ha producido un solo bloque; ni adocretos, fregaderos ni mesetas; mientras la producción de ladrillos se resume en unos 542 000; solo 68 000 rasillas; 510 metros cuadrados de piso y 86 tanques, cifras ínfimas en relación con los años de mayor bonanza, reflexiona Martínez García.
Igual de complejo es el contexto en que trabajan las tres plantas de asfalto con que cuenta la entidad, dos que laboran en caliente y una en frío, las que pudieran entregar unas 3 000 toneladas mensuales de mezcla asfáltica; sin embargo, este año solo han producido unas 3 515 toneladas de ese producto que tanta falta le hace a las carreteras de la provincia.
Como consecuencia de la depresión productiva, también se ha producido el éxodo de más de 300 obreros altamente calificados en la producción local de materiales, una pérdida nada despreciable para un sector carente de fuerza de trabajo.
Sobre el tema, Tomás Vázquez Enrique, quien desde la gobernación de la provincia encabeza este programa, reconoce que, a pesar de las conocidas limitaciones de recursos, aún existen reservas para incrementar la producción, lo cual impone una mirada diferente desde el Gobierno a este asunto, además de una mejor coordinación entre las diferentes entidades que pueden apoyar el programa.
Pone el ejemplo de la situación que en ocasiones se crea con la entrega de las materias primas que necesitan las industrias productoras de elementos de aluminio o artículos de plástico, por parte de la entidad encargada de esa tarea, que al dificultarse y tener que acudir a otros suministradores, encarece todo el proceso.
Habla, asimismo, de las acciones que se acometen para reanimar el taller de cerámica roja de Manicaragua, donde se lleva a cabo una importante inversión que favorecerá el incremento en la producción de ladrillos, bloques y rasillas, entre otros elementos que utilizan el barro como materia prima fundamental; además de la introducción de equipos que permitirán conformar losas para pisos, proyecto que cuenta con la asesoría de especialistas de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

GUANTÁNAMO, CON «SEMILLAS» PROPIAS
«Ni este centavito, mire». Grafica su respuesta con la mano a la altura del rostro y el pulgar, en señal de cuantía minúscula, comprimiendo la punta del índice; «todo lo recibimos de gratis; el Gobierno se encargó de pagarlo», remata.
Habla en la comunidad guantanamera de Arroyo Hondo, en la sala de un hogar –el suyo– que acabó con la condición de agregados en casa ajena y marcó el final de un periodo de hacinamiento para Yarelia María Hechavarría, de 41 años, su esposo y sus cinco hijos.
Subsidios, política demográfica y esfuerzo propio figuran entre las prioridades definidas por el territorio en su estrategia de construcción de viviendas en la más oriental de las provincias cubanas.
En el caso de la construcción de hogares a costos subsidiados aquí, tiene un antes y un después en el año 2012, a juzgar por la explicación de Carlos Raúl Martínez, vicegobernador en el territorio. Martínez le pone cifras al programa; dice que 3 312 células básicas, de las 4 191 aprobadas entonces para construir con esa concepción, ya están concluidas.
Maisí, Baracoa, Imías y San Antonio del Sur, municipios del Este de la provincia, son los de mayores dividendos en este apartado, y no por cuestión geográfica, pues sobre esas localidades descargaron su poder destructivo los huracanes Matthew y Oscar.
Aun así, es Guantánamo el municipio más avanzado en la construcción de viviendas subsidiadas. De 535 que se propuso construir al inicio de este programa, solo siete les quedan pendientes.
En el Alto Oriente existe una industria de materiales de la construcción. De esa «siembra» estratégica dan fe dos grandes centros productores de materiales de la construcción, dotados cada uno con ocho prensas para producir elementos de piso.
A ellos se une, explica Carlos Raúl Martínez, 63 hornos con capacidad productiva anual de seis millones y medio de ladrillos, a partir de la arcilla como materia prima local. Seis de estos hornos, además de ladrillos, aportan elementos de cerámica para piso y techo.
De acuerdo con el Vicegobernador de Guantánamo, la mencionada red de hornos produce ladrillos en cantidades suficientes para respaldar la construcción de 928 viviendas «puras», y 2 600 si fueran de materiales mixtos (mampostería y madera).
El territorio también dispone de 42 minindustrias de materiales de la construcción en igual número de consejos populares, con 1 000 o más inmuebles familiares. Cada una de ellas tiene, entre otros medios, un molino de martillo, y una «mandíbula» de bola para hacer polvo de piedra. Cuentan con capacidad para producir áridos y elementos de pared, y 18 de ellos producen también elementos de piso.
Súmesele 14 tractores con palas para recoger piedras y escombros pétreos y metálicos, y se tendrá la idea de una base bastante completa para obtener materiales de construcción.
Guantánamo produce, con materiales de procedencia local, áridos y elementos de pared (ladrillos, bloques, cantos), así como tuberías hidráulicas sanitarias, entre otros, que han dado respuesta a una buena parte de su demanda de construcción de viviendas.
Pero tiene deudas con su fondo habitacional. La limitada disponibilidad de cemento y acero no le permite aprovechar a plenitud el potencial desplegado.
Para empezar a construir sus hogares mediante subsidios, esperan 366 familias, y otras 88 con sus inmuebles ya cimentados, permanecen en pausa.
¿Cuántos techos más podrían caer bajo el peso de la falta de soluciones? ¿Cuántas otras paredes quedarán a medio hacer? Repensar este programa, que revela el interés y la sensibilidad del Gobierno cubano con quienes lo perdieron todo... o están a punto de hacerlo, en un contexto de crisis atizada por la inflación, es una urgencia.
Miles esperan por nuevas alternativas que equilibren los presupuestos asignados con el nuevo contexto económico y por un acceso real a ese inconveniente mayor: los materiales de la construcción.

MODIFICACIONES A LA POLÍTICA DE SUBSIDIOS
-2012 Se estableció, como límite máximo para subsidiar, el valor de los materiales y la fuerza de trabajo requeridos para edificar un inmueble de 25 m2, y cuyo monto total no exceda de 80 000 pesos cubanos. Mientras que para las conservaciones mayores y menores se aprobó un monto de hasta 10 000 y 5 000 pesos.
- 2017 Se incrementaron los montos y se agregaron los gastos para la transportación.
- 2021 Se incrementó el presupuesto: vivienda de 25 m2 a 188 560 pesos cubanos; las rehabilitaciones ascienden hasta 133 742 y para conservaciones mayores y menores a 72 000 y 14 149 pesos, respectivamente.
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