ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Vivimos tiempos difíciles. La tierra que antes se divisaba en el horizonte y que nos compulsaba a remar con fuerza, sin reparar en obstáculos y sacrificios, se desdibujó en los años noventa; los agoreros del Apocalipsis dicen y repiten que no podrá alcanzarse, que apenas era un motivo literario que nos ayudaba a crecer, lo que nos dejaría a solas con el presente, un presente que sin pasado y sin futuro, sin una visión móvil, un desde y un hacia, se convierte en charco sucio, en agua estancada. Ciertas tendencias en la literatura, el teatro o el cine —y fuera o dentro del arte, en la crítica social—, son el reflejo del corte de luz, de la falta de percepción de (o la renuncia a) un horizonte. Son miradas miopes —no ven más allá de lo inmediato— que las trasnacionales promueven, las que establecen el nuevo dog­ma que debe paralizar la navegación. Un profesor de fotografía decía a sus alumnos, mientras mostraba la foto de un anciano desvalido que pasaba junto a un almendrón roto: esta es la imagen que tipifica a Cuba en el mundo. La que ellos quieren, desde luego. Es una verdad a medias decir que el arte refleja la realidad, también la construye.

Digamos que el capitalismo jamás renuncia a fabricar sentidos de vida, aunque falsos y de corte individualista: las mayorías que respiran en puntas de pie sobre el agua, sueñan con un golpe de suerte que los catapulte hacia el éxito económico personal. Los que habitan las favelas de Río no se ofenden si las telenovelas brasileñas no reflejan sus vidas y presentan a sus coterráneos en lujosas mansiones: ellos sueñan con vivirlas. El capitalismo se las arregla para que los explotados sueñen con ser explotadores. Pero si se cancelan los sueños, los destinos, el mundo colapsa. Obama y Trump, por muy diferentes que sean o parezcan, lo saben, y le dicen a los suyos, a los estadounidenses simples, que tienen una misión, divina o histórica, da igual. Si durante el viaje perdemos los puntos cardinales, si el socialismo, que solo puede entenderse como un viaje hacia otro mundo, pierde los referentes de partida y de llegada, todo termina: decir que el pasado que nadie vivió era peor y que un futuro capitalista que nadie ha vivido también sería peor, es pura abstracción.

Pésima explicación para los jóvenes. El futuro es esperanza y si lo queremos socialista, no basta con alertar sobre las seguras consecuencias de uno capitalista. Son los límites sobre los que se encuadra el dilema, pero el dilema es el hoy.

Si los ciudadanos perciben que ha comenzado la era posrevolucionaria, buscarán sus islas personales, harán maletas para sus viajes privados. Nadie puede vivir sin un sentido, sin una ruta de viaje y un horizonte por alcanzar. Y la cultura del tener, la capitalista, nos rodea como «la maldita circunstancia del agua por todas partes». Nuestros ciudadanos descreídos no reparan en lo obvio que tienen, quieren al fin dos pantalones vaqueros, un celular «inteligente» y un auto; los jóvenes descreídos del «primer mundo» (al que por cierto, no pertenecemos) tienen los dos pantalones, el teléfono y el auto, y pelean en la calle contra las fuerzas antimotines por aquello que los nuestros tienen y a veces no valoran. Hay que soñar alto. Si los jóvenes cubanos soñaran bajito, a ras de tierra, el futuro de la Patria estaría hipotecado.

¿Pero por qué los jóvenes deben defender la Revolución, el presente al que llamamos Revolución? ¿Por lo que han hecho sus padres y abuelos? No es poco lo que han hecho, pero ese es apenas el punto de partida. Debemos defenderla por lo que ellos (los jóvenes) harán. Para los que no han perdido la fe —y creo que son mayoría— no basta lo mucho que hicimos: la Revolución debe defenderse porque todas las pequeñas, medianas y grandes imperfecciones actuales, las que ellos detectan con justa inconformidad y todas las conquistas invisibles (porque ya se asumen como naturales), podrán superarse o mantenerse solo si esta se preserva. Solo la Revolución puede superar a la Revolución y hacernos avanzar; solo si la pasión por la justicia social no cede, si no se renuncia a la búsqueda de un camino alternativo que garantice el consumo y dignifique la vida, pero que eluda el consumismo y las visiones pragmáticas; solo si los sueños no se domestican, si no se nos cortan las alas en nombre de una racionalidad castrada, podremos construir un futuro más digno para todos los cubanos. Donde no hay «imposibles» por conquistar, no hay revolucionarios.

Ser revolucionario es defender a los humildes, a los «pobres de la tierra». No puede existir otra interpretación. Esta es una Revolución de, por y para los humildes. Raúl lo ratificó el primero de enero del 2014, cuando recordó las palabras fundacionales de Fidel: «La Revolu­ción llega al triunfo sin compromisos con na­die en absoluto, sino con el pueblo, que es al único que le debe sus victorias», y reiteró Raúl: «Cincuenta y cinco años después, en el propio lugar, podemos repetir con orgullo: ¡La Re­volución sigue igual, sin compromisos con nadie en absoluto, solo con el pueblo!».

A veces, sin embargo, ante la ausencia de una teoría que salve y demuela, que restaure el concepto de socialismo por caminos nuevos, nos acecha el espejismo socialdemócrata. En justo escape de esquemas y dogmas, caemos en los brazos de la socialdemocracia: una puerta llena de artificiales luces rojas, que nos conduce de vuelta al capitalismo. Los cambios en Cuba son imprescindibles y están en marcha. Hay quienes pretenden empujarlo, subrepticiamente, hacia el capitalismo. Y hay quienes se oponen a ellos, porque viven cómodamente instalados en las telarañas de la burocracia. Ni los primeros ni los segundos se interesan por el pueblo.

En Cuba hay personas que viven en condiciones aún más difíciles. Son hombres y mujeres entrampados en las redes de la pobreza. Los revolucionarios cubanos tenemos que pelear por ellos; son los más afectados por el bloqueo estadounidense, por la abrupta caída del imperfecto pero justo sistema socialista de relaciones comerciales y por la impericia, el despilfarro y la corrupción. Que no carezcan de la alimentación elemental, puedan estudiar y reciban atención médica gratuita de primero, segundo y tercer grados, los diferencia de sus pares latinoamericanos. Pero la Revolución quiere más, los revolucionarios queremos más. Son sobrevivientes de una guerra que ya sobrepasa las cinco décadas. Para ello tendremos que ser eficientes, a pesar del implacable bloqueo económico, financiero y comercial, de la guerra abierta y solapada, de la subversión y de los funcionarios ineptos. La defensa de lo que somos, permitirá que avancemos hacia lo que nos proponemos ser, hacia una Patria próspera, más socialista, justa y solidaria. Solo desde la pelea del hoy podrán visibilizarse las coordenadas del movimiento: lo que fuimos y lo que queremos y podemos ser.

No hay que ser solemne para decir una verdad sencilla y rotunda: qué grandes nos hizo a los cubanos, a los latinoamericanos, Fidel y esa Revolución que su generación, y atrás otra, y después la mía y las que llegan ya, hicieron, hacen, harán. Qué grandes nos hizo el Che o Allende, Chávez o Evo, y antes Bolívar, Martí, Zapata y Sandino, con sus maneras distintas e iguales de enarbolar la dignidad de nuestros pueblos. Qué grande y qué fuerte es un pueblo que tiene un Camilo y, unas pocas décadas después, un Gerardo, un Tony, un Ramón, un Fernando, un René. Que sabe que hay hijos que actúan en el silencio o el anonimato, ahora mismo, porque conoce el rostro de los pocos que finalmente fueron revelados. Que acuna a jóvenes intelectuales comprometidos con su tiempo y a médicos capaces de saltar sobre todas las previsiones individualistas y curar a los necesitados en África o donde sea. No hay que ser solemnes, pero tenemos derecho a sentirnos orgullosos y optimistas.

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Isadora dijo:

21

25 de noviembre de 2016

11:46:20


Estimado Ubieta: una vez más dando en la diana. Muy atinado su texto de hoy. Me atrevo a asegurar que usted sería idóneo como un alto funcionario en el Mincult. Ojalá alguien piense en eso.

Carmen dijo:

22

25 de noviembre de 2016

13:34:03


Magnífico el artículo del compañero Ubieta. suscribo 100 % sus planteamientos. apenas lo leí se lo pasé y comenté a varios compañeros, hay que continuar el camino emprendido con nuevos mètodos, suamndo a los jóvenes , pero no debemos perder el rumbo si nos ocnsideramos verdaderamente revolucionarios. Artículos como los de Ubieta y Graziella Pogolotti debían aparecer con más frecuencia en nuestra prensa.

Irene dijo:

23

25 de noviembre de 2016

16:27:46


Maravilloso artículo, muy realista y filosófico, debería ser objeto de análisis en los núcleos del Partido y los comité de base de la UJC. Lo felicito Ubieta

Leonardo Ruz Revilla dijo:

24

26 de noviembre de 2016

07:29:43


Cuanta verdad, cuanta certeza en su comentario, ya la había leido en la edición impresa que religosamente recibo en mi casa todos los días, la recorté y la llevo conmigo para comentarla principalmente con los jóvenes de mi empresa. Gracias hermano Ubieta.

Gullermo Clímaco dijo:

25

27 de noviembre de 2016

13:09:33


¡Hasta la victoria siempre compa Fidel! No te hemos perdido, te has vuelto más UNIVERSAL. Hoy recorres tu América sin las ataduras de lo físico, hoy caminas en las calles de asfalto y los campos que armaste con amaneceres junto a tu pueblo, hoy compartes la mesa del pobre con el pan de la esperanza y sorbes despacio el dulce café amargo en la choza, en l favela, en la covacha; en las casas de cartón que recuerdan a los ricos y poderosos de dónde llega el rumor que desvela sus noches de plumas de ganso. Te esperan en el sendero Bolívar, Ernesto, Farabundo, Monseñor Romero, Katya; para continuar desde el insondable futuro la lucha de aquellos hombres y mujeres que son imprescindibles.

Isabel dijo:

26

29 de noviembre de 2016

12:23:29


Hoy sus palabras son además de profundas, son más necesarias que nunca, ya Fidel es Inmortal, pero el dolor no es por gusto, no volverá a reflexionar y aunque a diario nos preguntaremos que diría Fidel de esto o de aquello, nos toca imaginarlo, pero el camino esta trazado. En momentos tan difíciles como los que vivimos hoy tenemos derecho a sentirnos solemnemente orgullosos y optimistas.

ELP dijo:

27

29 de noviembre de 2016

16:46:01


Ubieta, lo felicito por su artículo, especialmente por la parte en que habla de los burócratas enquistados en las telarañas que ellos mismos han construido para protegerse, es esto a mi juicio lo más peligroso actualmente para la supervivencia futura de la revolución. No ha sido muy divulgado en nuestro medio, pero cuando la URSS se derrumbó immediatamente aparecieron ricos y adinerados, no tomó tiempo para que esto sucediera ¿De donde salieron? de esos mismos burócratatas y funcionarios enquistados en sus puestos desde los que se dedicaron a malversar y a acumular riquezas, esos mismos que se desgañitaban en las tribunas y actos exaltando al socialismo pero que en la práctica lo estaban socavando con su actuar. En nuestro medio existen estos personajes, no es difícil encontrarlos e identificarlos, por el bien y la supervivercia de la Revolución deben desaparecer o al menos reducirlos al mínimo ¿Cómo se reconocen? fácil, en los funcionarios de todo ámbito que no ofrecen soluciones y solo justificaciones, que al ser interpelados dan respuestas, incluso en los medios, que todo el mundo sabe que no son ciertas, al final se crea en el pueblo la apatía y la desidia y esto se ve por ejemplo en las reuniones del delegado donde los planteamientos escasean por no mencionar la pírrica asistencia a las mismas, en los centros de trabajo donde el sindicato solo es visto como un recaudador de dinero y no como la contraparte de la dirección o la administración. Se requiere una acción consciente y planificada para acabar con este mal y no dejarlo a la espontaneidad y la improvisación.

Guillermo Paumier Labacena dijo:

28

7 de diciembre de 2016

16:16:11


Excelente trabajo, es necesario que muchas personas lo puedan estudiar y en especial la juventud, las revoluciones que se fundan en pueblos, son por lo general autenticas y duraderas y lo único que puede acabar con ellas es su autodestrucción, Cuba sólo pude cambiar su destino ya trazado si nosotros mismos lo permitimos, tendremos que desafiar grandes fuerzas, pero contamos con el escudo espiritual y moral heredado de Martí, Maceo, Che y Fidel, no somos un pueblo sumiso, fáciles de someter , los siglos de lucha contra todos lo que lo han intentado lo atestiguan, la despedida de los retos físicos del Comandante en Jefe Fidel Castro en su viaje a la eternidad, da muestra la reserva moral del pueblo cubano y su apego a los principios que defendemos y que estoy seguro no violaremos jamás. La naturaleza pone límites a todas las formas de existencia de la vida, pero no a las IDEAS, que seguirán siendo el combustible necesario e indispensable de la REVOLUCIÓN CUBANA. HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

Esther dijo:

29

8 de enero de 2017

18:19:44


Compañero Ubieta: tendría un poco más que decirle, pero para eso escribiría uno o más artículos. Por ahora solo le digo que es urgente lograr la participación SOCIAL y el CONTROL SOCIAL. Hay que escuchar a los subalternos,a los dirigidos, los jefes solo hablan y escuchan a los jefes, para decirlo mal y rápido. En mi ámbito existen muchos errores, muchas cosas que van muy mal hace ya mucho rato, pero no hay lugar DONDE decirlas y no se ve espacio alguno donde estas cosas se diriman. Gracias, si me lee, por hacerlo y gracias por su artículo y por su trabajo todo.