ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
De herencia le venía a Panchito Gómez Toro su espíritu de insurrecto. Foto: Archivo

Nació el 11 de marzo de 1876, dentro de un campamento mambí, en un bohío de maderas mal aserradas, techo de guano y piso de tierra, al que solo podía llegarse por trochas disimuladas para despistar a españoles y rayadillos. Ape­nas aprendió a caminar, tuvo que aprender también a huir de la persecución del enemigo. En bra­zos de su nodriza Sixta, una antigua esclava que cargó con él para apresurar el paso, se internaron en el monte. Durante días se alimentó de frutas y huevos de gallinas cimarronas. Así co­menzó su vida de mambisito.

De herencia le venía a Panchito Gómez To­ro su espíritu de insurrecto. Su padre, el Ma­yor General Máximo Gómez. Su madre, Ber­narda, Manana como le llamaban sus ín­timos, hija y hermana de “manigüeros” y coo­perantes. A los dos años el mambisito tu­vo que abandonar la patria y sumergirse en el exilio. En Nueva Or­leans escuchaba atento los relatos de An­tonio Maceo. En Montecristi y Nueva York, al lado de José Martí, vio como el Apóstol forjaba la unidad para la guerra ne­cesaria.

Cuando Martí y Gómez partían hacia la ma­nigua, Panchito reclamó a su padre un lugar en esa expedición: “El deber me manda ir a tu lado. No es posible que yo me concrete a empujar la barca que te ha de llevar al sacrificio por la libertad de la tierra que guarda mi cuna”. El Ge­neralísimo le convenció de que no era el mo­mento, prometió que lo antes posible lo mandaría a buscar. Y cumplió su promesa. En­vió hacia su hijo a César Salas, de la mano de valientes que desembarcaron en Playita de Cajobabo. Pero miles de contratiempos impidieron el regreso a Cuba.

Impetuoso, el mambisito se enroló en la expedición de Juan Rius Rivera. Llegó a suelo pinareño el 8 de septiembre de 1896. A la pla­ya de María la Gorda, en la ensenada de Co­rrien­tes. A los recién llegados se les unió una se­mana después la tropa del General Pedro Díaz. Juntos marcharon hacia Los Re­mates, donde estaba el cuartel general de Antonio Maceo.

Panchito describiría en su diario: “Los pájaros cubanos chirrian sobre nuestras cabezas. El chinchilín tiene aquí los ojos negros, hay una clase de carpinteros blancos […] Esta zo­na está muy escasa de prendas de vestir, pues los soldados andan todo llenos de roturas y sin zapatos. Hasta los oficiales y jefes escasean de calzado […] El camino que tenemos que an­dar es todo de diente de perro. Yo le he he­cho a mis zapatos un forro de piel de res crudo, pa­ra privarlo de las cortaduras. Llaman aquí a esa especie de pantuflas chaguala”.

El 20 de septiembre se abrazaba con el Ge­neral Antonio y conocía la hospitalidad del cam­pesinado cubano. Pero a pesar de su apetito devorador, más que la abundante carne, las viandas con mojo y el aguacate, le parecieron deliciosas las sonrisas de las hijas de Ma­llorga, un patriota de la zona.

No siempre gozaría de tales comodidades. Cuando se reemprendió camino, supo de mar­chas continuas bajo la lluvia y acampó a campo raso sin que cesara el vendaval. Vio fa­milias que abandonaban el lugar hacia zo­nas más seguras, a mujeres con tres hijos, dos a cuestas, todos desnutridos, avanzando a duras penas para no quedar atrás. Se acordó de su madre en situación similar, cargando a su hermana, y le pareció muy triste la guerra. Hambreado, asaltó junto con otros compañeros un guayabal y en­gulló frutos verdes. Comió palmito, recién desmochado.

En el combate de Montezuelo (24 de septiembre) le ordenaron integrarse a la fuerza que debía proteger la impedimenta, la artillería y la reserva de municiones. Tras conducirlas por los pinares hacia un veguerío, según testimonio de Panchito, “salimos a ocupar unas alturas por donde suponíamos podía venir al­gún flanco del enemigo. Y como este ya había roto el fuego sobre la impedimenta, seguimos (sic) a ponerla a salvo”.

El 4 de octubre al fin se cumplió su sueño de darle la cara a la pólvora y a la muerte. Luego, en su correspondencia con la familia, consignaría: “Encuentro con el enemigo de dos co­lum­nas fuertes al mando de los generales Suá­rez Inclán y Bernal. Ceja del Negro. O Loma de las flores… Fue la primera vez que hice fuego so­bre los españoles”.

Por Manuel Piedra Martel, su jefe en la de­fensa de El Rubí cuando la brutal embestida de González Muñoz, uno de los generales españoles más capaces, sabemos del heroico comportamiento del mambisito entre los 40 bravos que detuvieron durante más de dos horas el avance peninsular. Según carta de Panchito a su madre (fechada el 17 de noviembre), “nues­tras marchas son diarias, nos amanece ensillando y muchas veces andando desde la tarde anterior. Las operaciones son muy ca­lientes (sic), hace cuatro días hemos derrotado al mismo Weyler con 25 000 hombres en lo­mas del Rubí y El Rosario”.

En el combate de Bejerano resultó herido en el hombro izquierdo. Ya con los grados de Capitán, Maceo lo seleccionó para integrar el grupo que con él cruzaría la Trocha Mariel-Majana. En el campamento de San Pedro (7 de diciembre de 1896), al darse la orden de combate ante la presencia del enemigo, se decidió que el mambisito, con su brazo en cabestrillo, permaneciera allí. La última vez que le vieron iba hacia el potrero de Bobadilla. Cuando al­guien le mencionó su extremidad lacerada, simplemente replicó que él no abandonaba a su General.

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Miguel Angel dijo:

1

11 de marzo de 2016

05:47:46


Ejemplo de bravura, lealtad, principios patrióticos, éticos y morales, herencia dominicana y cubana, impetuoso, exigió a su padre la participación en la lucha, hasta lograr encontrarse en el campo de combate, en la manigua redentora, en la lucha por la Independencia de la sufrida Patria del colonialismo español, con apenas 20 años de edad, herido, acudió al rescate de su general Antonio Maceo, junto a el cayó herido de muerte. Cumpliendo con su deber patriótico y de lealtad sin límites. Gloria eterna a Panchito Gómez Toro y a todos los héroes y mártires de la Patria!

yolimar Respondió:


11 de marzo de 2016

15:34:33

Hoy se conmemoró en S. Spíritus provincia donde nació el 140 aniversario, donde cerca corre aun un arroyuelo. Cuando Panchito no pudo venir en la expedicion junto a Máximo Gómez, él le regaló su revolver y machete a José Martí. Cuando nuestro Héroe Nacional cayó combatiendo en Dos Ríos, disparaba a los españoles con el revolver que Panchito le había regalado, otro destacado joven espirituano que también vino en la expedición que desembarcó por Playitas de Cajobabo fue Cesar Salas

Eduardo Miguel dijo:

2

11 de marzo de 2016

06:31:44


A vida de "Panchito" Gómez Toro devia ser más divulgada para aquellos más jovenes. Hijo del máximo jefe militar de lá contienda revolucionária no recibio prebendas ni favoritismo ningun. Incluso al percatarce de la emboscada en que, presumiblemente, Maceo havia sido abatido decidió ir en su procura y defensa, cosa que no hicieron otros de más experiência y supuesta valentia. Murió como un héroe y con honor.

diana dijo:

3

11 de marzo de 2016

12:21:06


fue un ejemplo de revolucionario sin precedentes q es ejemplopara todos los cubanos en especial a los jovenes

jmanuelr dijo:

4

11 de marzo de 2016

13:37:42


Bueno el escrito sobre este patriota y del que se habla muy poco, pero es muy importante recordar también que el lugar de la manigua donde nació se llama La Reforma, en el actual municipio de Jatibonico en la provincia de Sancti Spíritus.

Orlando Roberto dijo:

5

11 de marzo de 2016

14:10:54


He estudiado un poco sobre su madre "manana" como la solian llamar y no me sorprenderia la actitud de este gran heroe que fue Panchito Gomez Toro, de tales padres tal hijo y concuerdo con eduardo miguel, este deberia ser un modelo de hombre a presentar ante nuestra jueventud cubana.