Con 86 años, y una década después de perder la primera pierna, salvar la que queda, del fantasma reemergente de la úlcera es, cuanto menos, milagro. Pero el 1ro. de junio del 2001 puede ser un día diferente. Y Elsa Cabrales Soto recibe la primera de seis dosis inyectables, de lo que sería luego reconocido como el Heberprot-P: factor de crecimiento humano recombinante, la única terapia de reemplazo desarrollada en el mundo capaz de lograr granulación efectiva y potenciar la cicatrización en úlceras del pie diabético.
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Es noviembre 25 de 1966. El ministro de Salud Pública, Comandante José Ramón Machado Ventura, tiene a su cargo dirigir la transformación de la medicina capitalista cubana en medicina socialista, para dejar establecido un sistema nacional de salud pública único en América.
Impulsar las investigaciones y establecer la atención médica terciaria, junto al resto de los niveles, es prioridad. Se firma por Resolución, y nacen ocho Institutos de Investigación que serían desde entonces la base estratégica del desarrollo alcanzado por el sistema sanitario cubano. El Instituto Nacional de Angiología y Cirugía Vascular (INACV) integra esta valiosa lista, gracias además a la capacidad científica del doctor Jorge B. Mc Cook Martínez, su director fundador y quien desde antes venía realizando esfuerzos para la organización de la especialidad.
No estuvo solo. Se suceden nombres como el de su compañera de vida y trabajo, la doctora Delia Charles-Edward, y su amigo el profesor José Bidart Labourdett. Otros, como el de los profesores Carlos Durán Llobera, Rafael Castellanos Gutiérrez, Humberto González Vega, Carlos Villar Rentería y Miguel Ángel Martínez Griñán, los primeros que ayudaron a desarrollar la ingente formación de especialistas en tan necesaria materia.
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Elsa salvó su pie y se convirtió en la primera paciente en recibir los beneficios del Heberprot-P. «Un medicamento que muchos desconocen nació, también, en esta institución, testigo y escenario de los primeros trabajos investigativos, ensayos y resultados. Si bien el profesor Jorge Berlanga, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), fue su creador; el primero que creyó en él, en el medicamento, fue el entonces director del INACV, el doctor José Fernández Montequín, que sin dudar le dio luz verde a la investigación», rememoró a Granma el doctor Alejandro Hernández Seara, especialista de II grado en Angiología y Cirugía Vascular y actual director del instituto.
Durante 50 años, ya próximos a cumplir, este centro ha sido el responsable además de la introducción y el desarrollo de técnicas, sobre todo quirúrgicas, relacionadas con la especialidad, agregó.
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El doctor Montequín fue, en 1972, el graduado número 26 en Angiología y Cirugía Vascular. Más de 3 000 médicos habían abandonado Cuba al triunfo de la Revolución y apenas quedaron ocho especialistas en esta rama, distribuidos en las diferentes provincias del territorio nacional. Quien es hoy un médico cubano pionero en la aplicación del Heberprot-P, fruto del esfuerzo de un país por desarrollar su sistema de salud, narra los inicios de un instituto «creado con la misión de llevar adelante todas las esferas de asistencia, docencia e investigación dentro de esta rama», que cuenta actualmente con más de 270 especialistas y una cifra superior a los 150 residentes, de Cuba, y otras naciones.
Así recorre, rápido pero certero, lo que no puede olvidarse. Porque a solo un año de haberse inaugurado, este fue el primer instituto que volcó a sus cirujanos hacia la atención primaria de salud, priorizando la formación directa del angiólogo en la comunidad y fortaleciendo otros niveles de atención.
Se comenzaron a potenciar las investigaciones, que medio siglo después suman alrededor de 1 000; muchas con aportes significativos dentro del desarrollo de la salud pública nacional y de impacto internacional.
Habla el doctor Montequín, entonces, del uso del PPG (policosanol) como antiagregante plaquetario; del sustancial impacto que tuvo la introducción de la hemodinámica vascular, uno de los sistemas de diagnóstico más importantes que ha tenido la especialidad en el mundo, y que permitió el desarrollo de otros servicios en el país.
«Transformador fue el hecho de incorporar las ciencias básicas a una institución de investigación, lo cual posibilitó unir las áreas clínica y quirúrgica, con otras como la bioquímica, epidemiología, fisiología… tratando de crear un concepto de formación desde la investigación básica, a nivel experimental incluso, pasando por todas las etapas hasta llegar a la práctica. Ello dio un empuje reconocido en aquellas décadas del 80 y 90, porque éramos la única institución de su tipo en incorporar estos principios», dijo.
Tampoco el centro, refirió, se alejó de la medicina experimental, sino que el personal formado en esta área llevó a cabo adelantos en aplicaciones médicas y ensayos, no solo desde los medicamentos, sino de innovaciones tecnológicas, clínicas y quirúrgicas.
En ese sentido, el doctor Montequín citó el impacto de tratamientos como la ozonoterapia, empleado desde 1980, que marcó un amplio campo de terapéutica para tratar las Enfermedades Vasculares Periféricas, y en cuya aplicación Cuba, junto a España, Alemania e Italia, juega un importante rol. Se abrieron áreas especializadas como las consultas de anticoagulación y se desarrollaron valiosas técnicas con resultados positivos, por ejemplo, para la cirugía del linfedema, una patología que a partir de sus complicaciones lleva una cirugía exerética muy complicada y altamente costosa; y también para la cirugía revascularizadora, además de la incorporación de procedimientos como las angioplastias percutáneas.
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Enquistarse no es una característica de este instituto. El trabajo coordinado es, de acuerdo con sus profesionales, algo que lo ha distinguido. Las investigaciones en productos zeolíticos con la Universidad de La Habana, o los estudios con Angiodin de conjunto con la Escuela de Biofísica de Santiago de Cuba, son una muestra. Pero lo es la incorporación del angiólogo al Programa Materno Infantil, para la atención de complicaciones en el niño o la madre como trombosis venosas, o el desarrollo de cuadros de angiomas.
A las puertas de los 2000, luego del llamado de Fidel a unir los centros de investigación a los de salud, el INACV inició una activa colaboración con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, de la cual fueron hitos la incorporación de la estreptoquinasa recombinante, la cual, si bien se utilizó en un principio para el infarto agudo del miocardio, se extendió la aplicación del mismo a las trombosis venosas profundas.
Y por supuesto, el Heberprot-P, y la validación de la terapéutica inyectable. «Alrededor de 1999 era de 49,9 % la tasa de amputación en el país, y podíamos disminuirla. Nos unimos al CIGB, específicamente al grupo de cicatrización del profesor Jorge Berlanga, que ya desde 1980 trabajaba en la producción del factor de crecimiento pero en forma de crema (Hebermin), pero no nos daba resultado en el tratamiento de las úlceras del pie diabético. Cuando Berlanga nos explica que buscando la regeneración nerviosa observa angiogénesis, es decir, formación de nuevos vasos sanguíneos, supimos que estábamos ante un mecanismo que pudiera salvar esos pacientes», recuenta Montequín.
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El trabajo del Instituto de Angiología y Cirugía Vascular no se detiene. El futuro sigue apuntando a la investigación, a la búsqueda constante de nuevos métodos terapéuticos, al estudio molecular. El futuro está en la nanotecnología aplicada a los factores de crecimiento; en continuar reforzando el colectivo de alto nivel científico que compone este centro; en formar especialistas integrales, comprometidos, primero, con el paciente.
Hace seis años del último congreso de la Sociedad Cubana de Angiología y Cirugía Vascular. Hoy, ese ciclo se rompe con la apertura de ALCVA-Angiocaribe 2016, en el Centro Internacional de Salud La Pradera, y que promete ser un intercambio científico entre los especialistas cubanos y de la región, al estar presente la Asociación Latinoamericana de Cirujanos Vasculares y Angiólogos.
El programa científico es de lujo, y así lo afirma el doctor Hernández Seara, director del INACV, quien dijo se expondrán los resultados del último lustro en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades vasculares, el pie diabético, las úlceras de difícil cicatrización, la cirugía convencional y endovascular, entre otras.
Las novedades del encuentro, de acuerdo con el doctor Luis Rodríguez Villalonga, miembro del comité científico, incluyen la presentación del software NovaCaribe, programa creado por un grupo puertorriqueño-chileno, destinado al diagnóstico y la evaluación de la insuficiencia venosa crónica. Cuba es el tercer país de Latinoamérica y el mundo que va a disponer de este software.
Asimismo, dijo el experto, serán mostrados los primeros resultados del estudio que dirige con alcance nacional el INACV: Magnitud y trascendencia de las enfermedades vasculares periféricas en Cuba, que pretende establecer la prevalencia, frecuencia y costos de las mismas, al tiempo que busca determinar los principales factores de riesgo que condicionan la aparición de estas patologías, con vistas a trazar estudios de intervención que ayuden a prevenirlas.
Prevenir, sí, porque esa ha sido también una misión de este instituto. De ello resultará que pacientes como la Elsa que comienza este trabajo, no dependan, de que un día, sea diferente.








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Amel Alfonso Simon dijo:
1
2 de noviembre de 2016
01:01:24
Miguel Angel dijo:
2
2 de noviembre de 2016
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3
2 de noviembre de 2016
05:46:46
camagueyana dijo:
4
2 de noviembre de 2016
08:36:30
Miguel Angel Respondió:
2 de noviembre de 2016
13:11:40
sonia dijo:
5
2 de noviembre de 2016
10:27:01
Gleydis Respondió:
2 de noviembre de 2016
16:02:04
Rosa dijo:
6
2 de noviembre de 2016
11:35:58
jesus dijo:
7
2 de noviembre de 2016
18:11:48
mario Respondió:
5 de noviembre de 2016
00:01:04
Ruth Del Campo Yáñez dijo:
8
3 de noviembre de 2016
01:34:30
yaliesky chavez gomez dijo:
9
3 de noviembre de 2016
09:32:25
Daysi Olano Fernandez dijo:
10
4 de noviembre de 2016
09:07:46
Lisandra Respondió:
8 de noviembre de 2016
18:27:49
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