ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Un tercio de las personas que padecen hipertensión en las Américas no lo saben, según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS). De ahí que este 17 de mayo, con motivo de la celebración del día mundial dedicado a este padecimiento, la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), insten a la po­blación a chequear su presión arterial para prevenir infartos y accidentes cerebrovasculares.

Cerca de dos millones de personas mueren al año por enfermedades cardiovasculares en la región, principal causa de muerte en muchos de los países del área, mientras en todo el mundo la presión arterial alta contribuye a casi 9,4 millones de muertes al año, según evidencian diversos estudios.

En Cuba, estadísticas oficiales indican que alrededor de un 30 % de la población mayor de 14 años es hipertensa conocida, y se aprecia que después de los 50 años casi el 50 % puede padecerla.

Las enfermedades crónicas no transmisibles han ido en ascenso en nuestro país, como consecuencia de múltiples factores como el envejecimiento poblacional. Entre estas, ha aumentado la incidencia del cáncer, la hipertensión y la diabetes, siendo estas dos últimas las principales causas de otros padecimientos como la insuficiencia renal crónica.
La prevalencia más alta de hipertensión se registra en la región de África (46 % de los ma­yo­res de 25 años), y la más baja en las Américas (35 %), según estadísticas mundiales de salud.

Pedro Ordúñez, asesor en Enfermedades no Transmisibles de la OPS/OMS llamó a las personas a tomar conciencia en la importancia de conocer los números de su presión arterial. “La hipertensión es considerada un asesino silencioso porque rara vez causa síntomas en sus etapas iniciales y mucha gente está sin diagnosticar. Si es detectada en forma temprana y se trata correctamente, es posible minimizar el riesgo de ataque al corazón, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular e insuficiencia re­nal”, señaló.

En este sentido, abordar los comportamientos que implican factores de riesgo para de­sarrollar hipertensión es esencial. Modificar estilos de vida poco saludables, como por ejemplo, la dieta desbalanceada, el consumo de tabaco, el uso nocivo del alcohol y la inactividad física, puede prevenir la presión arterial alta. El sobrepeso, la obesidad y el exceso de sal en las comidas son algunos de los desencadenantes fundamentales de la hipertensión.

Asimismo, la reducción de la presión arterial alta en la población requiere también la creación de ambientes que faciliten la alimentación saludable, la actividad física y el acceso universal a la atención sanitaria preventiva y curativa.

La OMS/OPS insiste en que el 80 % de los infartos y accidentes cerebrovasculares se pueden prevenir controlando, entre otros, indicadores como el azúcar (diabetes) y los lípidos (colesterol) en sangre y la presión arterial. Esta se considera alta cuando es igual o superior a 140/90 milímetros de mercurio (mm Hg).

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vladimir dijo:

1

17 de mayo de 2014

06:13:36


Te envio esto buen dia del periódico Granma besoooos

Dr. José Luis Aparicio Suárez. dijo:

2

17 de mayo de 2014

08:44:47


HIPERTENSIÓN COMO EPIDEMIA SILENCIOSA En el estudio del problema que representa la hipertensión arterial (HTA), como si ascendiéramos una montaña de conocimientos, todo parece sintetizarse en lo esencial. No es aconsejable, sin embargo, considerar agotado el tema, sino profundizar en su enigmática madeja de interrelaciones, documentar y publicar las mejores experiencias, con la premisa de que es posible un salto cualitativo con las producciones intelectuales. Debemos converger en la necesidad de escudriñar en los elementos sustantivos de la HTA, en el perfeccionamiento de su programa de control, en la vinculación con las nuevas tecnologías, y en la necesidad de asumir nuevos desafíos a todas luces ineludibles. Interpretando las estadísticas sanitarias, es justo reconocer que el programa es perfectible, y que es preciso ahondar en entidades y problemas que claman por una mayor atención de la comunidad médica y una orientación social más amplia. Considero oportuno formular algunas interrogantes, para mover el pensamiento, y aproximarnos (con la acción) a la razón: • ¿Por qué lo que todos sabemos (medir la tensión arterial) casi nunca lo hacemos correctamente? • ¿Es vista la HTA como la más común de las condiciones que afectan a la salud? • ¿Se considera como una enfermedad y factor de riesgo a la vez? • ¿Se asume el problema con visión holística? • ¿Se prioriza la prevención como medida sanitaria imprescindible? • ¿Se percibe como elevado el riesgo de su padecimiento? • ¿Se defiende el paradigma de sanos estilos de vida? ¿Luchamos contra los patrones conductuales de riesgo? • ¿Constituimos referentes positivos los profesionales de la salud? Me permito añadir otras preguntas que debíamos formularnos cada día para ser consecuentes: • ¿Peso lo que debo pesar? • ¿Me muevo lo necesario? • ¿Bebo con prudencia? ¿Comprendo que son irreales los mitos atribuidos al alcohol? • ¿Soy racional con el consumo de sal? • ¿Logro el equilibrio nutricional? • ¿Estoy libre de humo? • ¿Manejo bien el estrés? ¿Afronto correctamente las situaciones estresantes que se erigen en relevantes? • ¿Se expresarán eternamente en mí la ira, la hostilidad y el neuroticismo? • ¿Asumo con responsabilidad los pronósticos biometeorológicos? • ¿Asumo que son modificables la mayoría de los factores? • ¿Trabajo científicamente los predictores de riesgo cardiovascular? Los invito a responder con la convicción de que: La prevalencia se reduce con mayor conciencia, y el impacto se logra en las comunidades con la prevención y el control. Debemos soñar con la normalidad, y con el regreso a ella de los llamados prehipertensos. Tales sueños son realizables con una conducta atinada ante la profesión y ante la vida. Pero no podemos conformarnos ante el diagnóstico de certeza de HTA. Vale siempre ante ella una completa evaluación y una terapia individualizada y efectiva. Podemos y debemos impedir las crisis de todo tipo, incluidas, por supuesto, las hipertensivas, porque siempre desajustan y a veces de forma irreversible. Pueden matar las emergencias, pero deben convocar las inteligencias. Suelen asustar las urgencias; pero aún no impactan las sugerencias. Es preciso continuar investigando sobre el estado salud-enfermedad, con un enfoque multi- e interdisciplinario, y no limitar esta indagación a los niveles molécula-tejido-órgano-individuo. La investigación ha de extenderse a la comunidad, que debe ser considerada como algo más que la simple suma de individuos. No se debe soslayar esta perspectiva poblacional y comunitaria. Cada día resulta más necesario comprender los mecanismos básicos de la enfermedad y de la predisposición a ella. Por tanto, aspiramos a que se avance en la disipación del hiato que aún existe entre las investigaciones básicas y clínicas, con la convicción de que siempre nos animarán los sueños moleculares y nos comprometerán las realidades clínicas. Es absolutamente necesaria la aproximación a los problemas de los seres humanos, que han de sentirse protagonistas de su salud y componentes esenciales de un coherente sistema de relaciones familiares y sociales. Vale aproximarnos mejor a quienes tienen más vulnerabilidad de padecer esta epidemia silenciosa, con la intención de continuar avanzando hacia la excelencia en los servicios de salud. La cultura poblacional es aún insuficiente con respecto a los factores de riesgo. Solo una participación comunitaria, activa y consciente, puede aminorar las nefastas consecuencias de la hipertensión. Se precisa, no obstante el actual desarrollo, de nuevos y mayores impactos en la comunidad y la atención médica. Además, no ejemplifica la conducta de todos los profesionales de la salud, particularmente de aquellos que actúan con la premisa de que «sus pacientes hagan lo que ellos dicen y no lo que ellos hacen». No debemos soslayar que más vale prevenir que tratar y hemos de conjugar las investigaciones básicas y clínicas, enfocándolas siempre desde el punto de vista multidisciplinario e integrador. No podemos eclipsar el desempeño con la falta de algunas tecnologías. Las acciones básicas y esenciales pueden aportar mucho más en el control y la prevención. La prolongación de la vida del hombre (hasta 120 o 140 años, según las potencialidades referidas por muchos investigadores) pasa hoy por el control de la HTA y la prevención de enfermedades de ella derivadas. Nuevas tecnologías y terapias biogenéticas aguardan por su descubrimiento. Nos desafía reducir la presión que tanto agobia y evitar que especie alguna nos oxide. En los próximos años continuaremos viviendo en un mundo hipertenso, en el que hay HTA e hipertensión socioeconómica, bélica y globalizadora. Entonces: ¡Salvemos al hombre y su mundo!

MCLC dijo:

3

23 de mayo de 2014

11:08:39


la mayoria de los articulos , por no decir todos , q hablan de la hipertension plantean q se considera la presion alta cuando es igual o superior a 140/90. mi pregfunta:si los valores de presion de una persona siempre han estado en 110/70 como maximo y empieza a tener sintomas como los q le da a los hipertensos y al tomarse la presion los valores llegan a 120/80 o algo mas sin llegar a 140/90 eso no es riesgo?, no es necesario algun proceder por parte de los doctores ya q la persona no se siente bien o para prevenirlo.

Glenys Salazar dijo:

4

30 de mayo de 2014

09:48:31


es necesario que todos tengan esta informacion y que la educación y promoción de salud este encaminada a la reducción de estos indicadores de morbimortalidad