¡Luisitooooo...!

Dos equipos con estirpe de campeón y un halo de mística se dieron cita en el Itaquerao de Sao Paulo, y el resultado no pudo ser menos que un partido con letras mayúsculas.

Lo ganó Uruguay porque la garra charrúa nunca se rinde. E Inglaterra perdió porque en un duelo digno del mejor western se topó ayer con el pistolero Luis Suárez, que apareció por fin en este Mundial para fulminar a los inventores del fútbol con dos fogonazos.

Hace apenas un mes fue operado del menisco, pero los matadores son así: cuando les das la oportunidad te fusilan. Y bien lo sabían los zagueros ingleses, todos viejos conocidos suyos, quienes ya vieron cómo “Luisito” se erigía esta temporada en el máximo goleador de la Liga Premier, con 31 dianas.

De ese modo, intentaron frenarlo ahora como pudieron y el central del Chelsea Gary Cahill proyectó sobre él su espigada sombra, pero era en vano. Resuelto, veloz y muy solícito, Suárez lleva el gol cosido a sus botas y casi siempre se las ingenió para escaparse. Como en su primer tanto de la tarde, cuando Cavani observó su desmarque y envió un centro medido al corazón del área para que el 9 uruguayo batiera al arquero Joe Hart con un cabezazo.

O en el segundo, al aprovechar un mal despeje de Gerrard, su compañero en el Liverpool, tras un saque de portería de Muslera, que lo dejó de nuevo mano a mano con Hart y esta vez remató con un impecable golpe de empeine.

Suyo, en definitiva, fue el protagonismo del choque. Hasta que abandonó el terreno de juego, vacío de fuerzas y cojo, simbolizando los tradicionales valores de su equipo, aunque no fuese el único. En el mediocampo, encargado de realizar una labor más sombría pero no menos importante, el infatigable Arévalo Ríos corrió ayer por cuatro; Godín se batió con los delanteros ingleses y Álvaro Pereira se negó a ser sustituido, tras desplomarse por un duro encontronazo que lo dejó inconsciente durante varios segundos. Pura garra charrúa de un Uruguay que sigue vivo en el Grupo de la Muerte.

Inglaterra, por su parte, cayó con toda la dignidad posible, exprimiendo sus recursos, luchando hasta al final, volcando al ataque incluso a su portero en el último corner; aunque el primer gol mundialista de Rooney (tras 760 minutos) no le alcanzara y en el aire acabase flotando la sensación de que otra vez se marchará temprano. Tal como resumió instantes des­pués el seleccionador Roy Hodgson: “Estamos devastados. Perder este partido fue un golpe increíble”.

Para que el “equipo de la rosa” clasifique a octavos, a fin de cuentas, tendría que vencer a Costa Rica por dos o más goles de diferencia, contando con que Italia gane todos sus encuentros en la llave. Carambola complicada, pero no imposible, si tenemos en cuenta que el fútbol, como el halcón maltés, es del material con que se fabrican los sueños.

Si no que le pregunten a Colombia, que volvió a vivir otro triunfo redondo, guiada por un espléndido James Rodríguez y el asistidor Cuadrado, para acariciar su pase. Si bien Costa de Marfil, apelando nuevamente a Drogba como talismán, llegó a mantener en vilo la emoción del encuentro hasta el mismísimo silbatazo final con el gol maradoniano que Gervinho —ese extremo con dejo brasileño en el nombre— se sacó de la chistera, esquivando defensas como si fueran conos de tráfico, en el Estadio Nacional.

En ese grupo, pese a empatar luego sin goles, Grecia y Japón aún no han dado su brazo a torcer.

Resultados. Grupo C: Colombia, 2 - Costa de Marfil, 1 (J. Rodríguez, min. 64; Quintero, 70 - Gervinho, 73); Japón, 0 – Grecia, 0. D: Uruguay, 2 - Inglaterra, 1 (L. Suárez, 39, 84 - Rooney, 75).