París.– Jorge Luis Alayo y Noslen Díaz se conocen hace mucho tiempo, de cuando eran atletas de los Juegos Escolares, hace ya más de diez años. Entonces, no jugaban sobre la arena, sino en la sala.
Alayo, tan letal en el ataque y en el bloqueo hoy, se desempeñaba como pasador. «Sí, pero en aquellos años, medía solo 1,65 metros, ahora son 198 centímetros», acentúa, con una pícara sonrisa en el rostro.
Dice Noslen que él, con los 2,07 de ahora, «era el más chiquito de su equipo».
Más relajados ante los micrófonos vino la revelación de Alayo. «Estoy invicto contra él, nunca me ha ganado, ni en los Escolares ni en los Juveniles, tampoco en el equipo nacional».
Noslen salió, como lo hace tras una pelota en la cancha: «Para, para ahí, que en la tercera gané yo». Alayo asintió.
Como binomio comenzaron en 2022, año en el que clasificaron para el mundial de Roma, en junio de ese mismo calendario. Fue su primer gran compromiso, y en poco más de dos años han llegado aquí a retar a los grandes, que ya los miran desde su misma altura.
«Siempre nos llevamos muy bien, y, desde ese torneo mundialista hasta acá, hemos pasado por los eventos Challenger, Protour, incluyendo el Élite 16. Se dice rápido, pero ha sido tan intenso –con arena caliente o mojada, constante tensión competitiva, a fin de llegar a este escenario– que parece una eternidad», afirmó Alayo.
«Siempre quisimos jugar juntos; nuestras familias también lo deseaban», develó Noslen. ¿Quiénes de la familia? «Todos», responde.
Fue cuando Alayo habló de su mamá, la subcampeona mundial con ese casi invencible equipo de las Morenas del Caribe. Sí, porque Inés María Moliner también quería esta dupla, que ayer coronó la primera etapa de París-2024, sin perder un set, lo cual los llevaría, en octavos de final, a enfrentar a un dúo menos exigente.
Pero no, ellos consideran que cualquiera de los 16 de esa ronda puede ser campeón olímpico. «Por supuesto que las parejas de Suecia, de Noruega, de la República Checa, actual campeona mundial; cualquiera de las brasileñas o las estadounidenses, y la de Qatar, parecen más fuertes. Sin embargo, ante cualquiera hay que jugar al máximo nivel, porque ahora es solo un partido, y cada uno es una final. Entonces, no hay enemigo pequeño», sostuvo Alayo.
Lo que sí es cierto es que ahora mismo se han convertido en una amenaza para todas las duplas, en la inspiración de la delegación cubana en estos Juegos, y en los novios de la Torre Eiffel, testigo del cautivante voleibol de estos muchachos.
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