
Nadie quiere agarrar el toro por los
cuernos
Si se fuera a buscar un respiro para la humanidad y
darles una oportunidad a la ciencia y a la dudosa cordura de los que
toman decisiones, no era necesario privar de alimentos a las dos
terceras partes de los habitantes del planeta
El 28 de marzo, hace menos de dos
meses, cuando Bush, después de una reunión con los principales
fabricantes norteamericanos de automóviles, proclamó su diabólica
idea de producir combustible a partir de los alimentos, escribí la
primera reflexión.
El jefe del imperio se jactó de que Estados Unidos,
usando el maíz como materia prima, era ya el primer productor
mundial de etanol. Cientos de fábricas se construían o ampliaban en
su territorio con tal propósito.
Por esos días los países industrializados y ricos
estaban acariciando ya la misma idea, mediante el empleo de todo
tipo de cereales y semillas oleaginosas, incluidas las de girasol y
soya, fuentes de excelentes proteínas y aceites.
Por ello escogí el título de aquella reflexión:
"Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil
millones de personas en el mundo."
Los peligros para el medio ambiente y la especie
humana eran un tema en el que venía meditando durante años. Lo que
no imaginé nunca era la inminencia del riesgo. No se conocían
todavía los nuevos datos de la ciencia sobre la celeridad de los
cambios climáticos y sus consecuencias inmediatas.
El 3 de abril, después de la visita de Bush a
Brasil, escribí mis reflexiones sobre
"La internacionalización
del genocidio."
Advertí, al mismo tiempo, que las mortíferas y
sofisticadas armas que se estaban produciendo en Estados Unidos y
otros países podían poner fin a la vida de la especie humana en
cuestión de días.
Si se fuera a buscar un respiro para la humanidad y
darles una oportunidad a la ciencia y a la dudosa cordura de los que
toman decisiones, no era necesario privar de alimentos a las dos
terceras partes de los habitantes del planeta.
Hemos suministrado datos sobre el ahorro que
significa la simple sustitución de bombillos incandescentes por
bombillos fluorescentes a partir de cálculos aproximados. Son cifras
seguidas por 11 y 12 ceros. La primera se corresponde con cientos de
miles de millones de dólares en ahorro de combustible cada año, y la
segunda con millones de millones de dólares en la inversión
necesaria para producir esa electricidad simplemente cambiando
bombillos, lo que significa menos del 10 por ciento del conjunto de
gastos y considerable ahorro de tiempo.
Con toda claridad hemos expresado que las
emanaciones de CO2, aparte de otros gases contaminantes, conducían
aceleradamente a un cambio climático rápido e inexorable.
No eran temas fáciles de abordar, por su contenido
dramático y casi fatal.
La cuarta reflexión se tituló:
"Lo que se
impone de inmediato es una revolución energética." Una
prueba del derroche de energía en Estados Unidos y de la desigualdad
de su distribución en el mundo es que en el año 2005 en China había
menos de 15 automóviles por cada mil habitantes, en Europa 514 y en
Estados Unidos 940.
Este último país, uno de los territorios más ricos
en hidrocarburos, hoy sufre un gran déficit de petróleo y gas. Estos
combustibles, decidió Bush, hay que extraerlos de los alimentos que
se necesitan para los estómagos cada vez más hambrientos de los
pobres de la Tierra.
El Primero de Mayo del 2006 finalicé mi discurso
ante el pueblo con las siguientes palabras:
"Si los esfuerzos que hoy Cuba realiza los llevaran
a cabo todos los demás países del mundo, ocurriría lo siguiente:
"1º Las reservas probadas y probables de hidrocarburos
durarían el doble.
"2º Los elementos contaminantes que hoy lanzan estos a la
atmósfera se reducirían a la mitad.
"3º La economía mundial recibiría un respiro, ya que un enorme
volumen de medios de transporte y equipos eléctricos deben ser
reciclados.
"4º Una moratoria de 15 años sin iniciar la construcción de
nuevas plantas electronucleares podría ser proclamada."
El cambio de bombillos fue lo primero que hicimos en
Cuba, y hemos cooperado con varios países del Caribe para llevarlo a
cabo. En Venezuela, el Gobierno ha cambiado 53 millones de bombillos
incandescentes por fluorescentes en más del 95% de los hogares que
reciben electricidad. Las demás medidas de ahorro de energía
se llevan a cabo resueltamente.
Todo lo que expreso ha sido probado.
¿Por qué se escuchan nada más que rumores sin que
las direcciones de los países industrializados se comprometan
abiertamente con una revolución energética, que implica cambios de
conceptos e ilusiones sobre crecimiento y consumismo que han
contagiado a no pocos países pobres?
¿Existe acaso alguna otra forma de enfrentar los
gravísimos peligros que amenazan a todos?
Nadie quiere agarrar el toro por los cuernos.
Fidel Castro Ruz
22 de mayo del 2007
5:10 p.m. |