En 1991, después de la invasión a Kuwait, se encerró en una lógica
que conducía a una seria crisis. Nosotros votamos la resolución de la
ONU que condenaba esa invasión. Le envié dos cartas con emisarios
personales, recomendándole negociar y retirarse a tiempo de Kuwait.
En la primera misiva, fechada el 2 de agosto de 1990, le escribí:
"Me dirijo a usted con gran dolor por las noticias recibidas hoy
acerca del ingreso de tropas de su país en el Estado de Kuwait.
Independientemente de los motivos que condujeron a tan dramática
decisión, no puedo menos que expresarle nuestra preocupación por las
graves consecuencias que pueda acarrear para Iraq y para Kuwait, en
primer lugar, y para todos los países del Tercer Mundo. Cuba a pesar
de los lazos amistosos que la unen a Iraq, no puede menos que oponerse
a una solución militar del conflicto surgido entre Iraq y Kuwait.
La reacción inmediata de la opinión pública internacional,
informada por las transnacionales de las noticias, crea una situación
muy peligrosa y vulnerable para Iraq.
Considero muy probable que los Estados Unidos y otros aliados
aprovechen la ocasión para intervenir militarmente en el conflicto y
golpear fuertemente a Iraq. Washington, además, buscará afianzar su
autodesignado papel de gendarme internacional y en el Golfo.
En esta situación, el factor tiempo es decisivo, y apelo a usted
para que utilizando los buenos oficios de la Liga Árabe o del
Movimiento de Países No Alineados, a quien nos dirigimos con ese
propósito, exprese su disposición a retirar las tropas iraquíes de
Kuwait y buscar de inmediato una solución política y negociada al
diferendo. Tales pasos contribuirían a fortalecer la posición
internacional de los países del Tercer Mundo frente al papel de
gendarme de Estados Unidos y fortalecerán a la vez la posición de Iraq
ante la opinión internacional.
Lo esencial en este instante es evitar la intervención imperialista
con el pretexto de defender la paz y la soberanía de un pequeño país
del área. Tal precedente sería funesto tanto para Iraq como para el
resto del Tercer Mundo.
Una posición clara de Iraq y sus pasos decididos e inmediatos a
favor de la solución política, nos ayudará a prevenir y frustrar los
planes agresivos e intervencionistas de Estados Unidos.
Cuba está en la disposición de cooperar en cualquier gestión que
coadyuve al logro de esa solución.
Estoy seguro de que estos puntos de vista que le transmito expresan
el sentir en estos instantes de decenas de países en el mundo que
siempre han mirado con respeto y estimación a su país."
Así concluía aquella exhortación nuestra para una justa y razonable
solución.
Poco después, el 4 de septiembre del propio año 1990, en respuesta
a un mensaje enviado desde Iraq, ratifiqué la posición de principios
expresada anteriormente y llamé a un arreglo político de aquella
difícil coyuntura que podía tornarse aún más compleja, sombría y de
graves consecuencias para el mundo.
Insistimos nuevamente. Uno de los párrafos de la segunda carta
decía:
Me decido a escribirle este mensaje, que ruego usted lea y medite,
aunque por su contenido me veo en la obligación de compartir con usted
mis reflexiones sobre realidades seguramente amargas, pero con la
esperanza de que puedan ser de utilidad en este momento en que usted
debe tomar dramáticas decisiones.
Más adelante señalaba:
En mi opinión, la guerra se desatará inexorablemente si Iraq no
está dispuesta a lograr una solución política negociada sobre la base
de retirarse de Kuwait. Esa guerra puede ser sumamente destructora
para la región, y en especial, para Iraq, independientemente de la
valentía con que el pueblo de Iraq esté dispuesto a luchar.
Los Estados Unidos han logrado formar una gran alianza militar, que
incluye además de la OTAN fuerzas árabes y musulmanas, y en el terreno
político han configurado ante la gran mayoría de la opinión
internacional una imagen sumamente negativa para Iraq por la sucesión
de los hechos mencionados, cada uno de los cuales produjo profunda
reacción y hostilidad en las Naciones Unidas y en gran parte del
mundo. Es decir, se han producido las condiciones ideales para los
planes hegemonistas y agresivos de Estados Unidos. No podría en cambio
Iraq librar una lucha en peores condiciones militares y políticas. En
esas circunstancias, la guerra dividiría a los árabes por muchos años;
Estados Unidos y Occidente mantendrían una presencia militar
indefinida en la región y las consecuencias serían desastrosas no solo
para la nación árabe, sino para todo el Tercer Mundo.
Iraq se expone a una lucha desigual, sin una justificación política
sólida y sin el apoyo de la opinión mundial, con excepción,
desde luego, de las simpatías mostradas en muchos países árabes.
Así se resumía nuestra percepción del asunto y no dejamos de
conminar a Saddam para que cambiara su posición:
No debe permitirse que todo lo que el pueblo de Iraq ha construido
en muchos años, así como sus grandes posibilidades futuras sean
destruidos por las armas sofisticadas del imperialismo. Si existieran
razones justificadas e irrebatibles para ello, yo sería el último en
pedirle que evitara ese sacrificio.
Acceder a la demanda de la inmensa mayoría de los países miembros
de las Naciones Unidas que solicitan la retirada de Kuwait, no debe
considerarse jamás una deshonra, ni una humillación para Iraq.
Independientemente de las razones históricas que Iraq considera le
asisten con relación a Kuwait, lo cierto es que la comunidad
internacional de forma casi unánime se opone al procedimiento
utilizado. Y en ese amplio consenso internacional se ampara el
designio imperialista de destruir a Iraq y apoderarse de los recursos
energéticos de toda la región.
Pero ninguno de esos esfuerzos dio resultado.
¿Conoció usted personalmente a Saddam Hussein?
Sí, en septiembre de 1973. Yo estaba en Argel, en una Cumbre de los
No Alineados, e iba hacia Hanoi invitado por el gobierno vietnamita.
Aún Viet Nam no estaba totalmente liberado. Saddam Hussein vino a
recibirme al aeropuerto de Bagdad. En aquella época él era
vicepresidente, aún no era presidente de Iraq; era jefe del partido
Baas. Me pareció un hombre correcto, estuvo amable, recorrimos la
ciudad, muy bella, con amplias avenidas, los puentes sobre el Tigris y
el Éufrates. Me quedé allí solamente un día. En Bagdad me entero del
golpe militar en Chile contra Allende...
Desde un punto de vista militar, ¿cómo juzga usted el sistema de
defensa utilizado por las fuerzas iraquíes en esa guerra?
Hemos seguido con mucha atención esa guerra de marzo a mayo de
2003. ¿Por qué Iraq no resistió? Misterio. ¿Por qué no hizo volar los
puentes para retrasar el avance de las fuerzas norteamericanas? ¿Por
qué no hicieron volar los depósitos de municiones, los aeropuertos,
antes de que cayeran en manos de los invasores? Todo eso es un gran
misterio. Sin duda hubo jefes que traicionaron al propio Saddam.
Todos los países cerraron sus embajadas en Iraq en vísperas de la
guerra menos ustedes. ¿Hasta cuándo se quedaron en Bagdad?
Nuestra Embajada fue la última que se quedó en Bagdad. Bueno, con
la del Vaticano. Hasta los rusos se fueron. Solo después de la entrada
de las fuerzas norteamericanas en la capital de Iraq dimos orden de
salir de Bagdad. No les podíamos pedir a las cinco personas que
estaban en nuestra Embajada que defendieran los locales contra dos
ejércitos. Nuestros diplomáticos obtuvieron salvoconductos y pudieron
salir de Iraq sin problema. Los documentos fueron entregados por una
organización internacional, no por los norteamericanos.
¿Cómo ve usted la evolución de la situación en Iraq?
A mi juicio, la resistencia popular va a seguir intensificándose
mientras no cese la ocupación de Iraq. Aquello va a ser un infierno, y
va a seguir siéndolo. Por eso, el primer objetivo debe ser el traspaso
inmediato del control real a Naciones Unidas, y el comienzo del
proceso de recuperación de la soberanía de Iraq y el establecimiento
de un gobierno legítimo, fruto de la decisión del pueblo iraquí. Pero
de una decisión auténtica, legítima, y no de elecciones realizadas en
plena ocupación militar neocolonial. Debe también cesar de inmediato
el reparto escandaloso de las riquezas de Iraq.