11
de Septiembre del 2003
Balance necesario tras cinco años de
injusticia
Se desoyeron 44 precedentes judiciales, se violaron
descaradamente, en este caso, las Enmiendas Quinta, Sexta y Octava
de la Constitución norteamericana, se impuso la sede menos adecuada
para celebrar la vista judicial, se seleccionó un jurado dispuesto
a plegarse a las presiones de la Mafia terrorista e intolerante que
domina la ciudad, lo que se sumó a una inexplicable tolerancia de
la juez
"La victoria ya se logró en la
corte al decir, en el corazón de la Mafia,
la verdad sobre su terrorismo contra el pueblo cubano;
al sentar en el banquillo de acusados a los terroristas y
desenmascararlos."
Antonio Guerrero (Fragmento
de una carta enviada al autor).
PERCY FRANCISCO ALVARADO GODOY*
El
próximo día 12 de septiembre se cumplen cinco años de la captura
en la ciudad de Miami de un grupo de personas, entre las que se
encontraban Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar,
René González Sehwerert, Fernando González Llort y Antonio
Guerrero Rodríguez, acusadas de realizar labores de espionaje en
Estados Unidos. De acuerdo con un reporte aparecido en el libelo de
la Mafia tres días después, los detenidos representaban "una
peligrosa amenaza" para la seguridad nacional: Raúl
Fernández, agente especial del FBI, presentó un informe ante el
juez Barry L. Garber, según el cual "la mayoría de los
acusados son oficiales de los servicios de inteligencia del gobierno
de Cuba, quienes residían en Estados Unidos con identidades falsas
y controlaban a otros agentes reclutados para labores de espionaje,
infiltración en organizaciones del exilio, así como la
manipulación de medios de prensa, organizaciones políticas y la
opinión pública."
No dudaron, pues, las autoridades
norteamericanas en endilgarles los más absurdos cargos y
acusaciones. Al respecto, continúa señalando el Nuevo Herald:
"Los acusados enfrentan cargos de "conspiración y fraude
contra el gobierno'', violación de la ley que obliga al registro de
"agentes de un país enemigo'', y el más grave de todos, que
puede llevar a cadena perpetua sin derecho a libertad bajo palabra,
"envío de informaciones relacionadas con asuntos de defensa a
un gobierno extranjero'', o sea, espionaje."
Se iniciaba de esta forma una larga
odisea para estos cinco jóvenes cubanos cuyo delito fue, en
realidad, haber penetrado a grupos terroristas radicados en Miami,
cuya misión ha sido agredir a la Isla durante más de cuarenta
años mediante el terror más criminal y desenfrenado, el sabotaje
indiscriminado y otras formas de violencia, cuyo costo ha sido el de
más de tres mil cubanos asesinados a lo largo de este tiempo, más
de dos mil heridos y cuantiosos daños materiales.
No fue raro, entonces, que los
acusados fueran sometidos a las más crueles y execrables presiones
con vistas a que reconocieran los delitos que las autoridades
judiciales y el FBI trataban vanamente de endilgarles. Más de
diecisiete meses de detención y extremo confinamiento, distintos
tipos de amenazas, torturas sicológicas y una amplia variedad de
maniobras fueron usadas para quebrar sus voluntades. Nada lograron
en su empeño.
El ensañamiento en la prisión no se
hizo esperar. Sin motivo alguno fueron enviados al hueco en dos
oportunidades, por períodos de tiempo superiores al establecido
para este tipo de castigo. El aislamiento injusto se sumó a la
imposibilidad de mantener una comunicación fluida con sus abogados
y con sus familiares.
Desde el 29 de septiembre de 1998, en
que fueron trasladados a la Unidad de Albergamiento Especial, hasta
el 3 de febrero del 2000 en que salieron de allí, los malos tratos
y vejaciones alcanzaron niveles sorprendentes. El confinamiento en
solitario se extendió hasta marzo de 1999, privándoseles de toda
comunicación con el exterior. Luego se les colocó en parejas
rotativas en el hueco hasta el 3 de febrero del 2000. Fueron 17
largos meses de vejaciones, crueldad inusitada y trato inhumano,
hasta que fueron reintegrados al sistema carcelario regular, aunque
soportando serias limitaciones de comunicación con el exterior.
Una vez iniciado el juicio a los
cinco jóvenes antiterroristas, estos sufrieron nuevamente un
periodo de encierro en solitario que se extendió desde el 26 de
junio hasta el 13 de agosto. Fueron otros 48 días de adicional
tortura.
¿Qué perseguían las autoridades
norteamericanas con tamaña crueldad? No cabe dudas que intentaron
entorpecer el trabajo de los abogados defensores, a la par que minar
la voluntad de los detenidos. Ellos, mientras tanto, haciendo gala
de una gran solidez de convicciones, escribieron una carta
al pueblo norteamericano en la que validaban su conducta
plenamente humana y revolucionaria.
Mientras fueron sacados del hueco
como resultado de las denuncias de sus abogados ante tan desalmada
crueldad y el clamor mundial para impedir este salvaje castigo, las
autoridades norteamericanas mantuvieron diversas formas de
incomunicación con los detenidos, tales como quitarles sus radios,
privarlos de algunas pertenencias personales y disponer de papel y
lápices para escribir. El poderoso imperio temía, evidentemente, a
la palabra firme y segura de sus detenidos.
Con uno de los detenidos, René
González, el crimen fue mayor, impidiéndole la comunicación con
sus hijas. Este acto de crueldad, violatorio de la Declaración de
los Derechos del Niño, aún se mantiene en el caso de la pequeña
Ivette. En una demostración de total desfachatez, quisieron
sobornar a René con la promesa de no deportar a su esposa e hijas a
cambio de que aceptase la culpabilidad con respecto a los cargos
inventados que se le imputaban.
Después vino un juicio amañado
cuyas consecuencias todos conocemos. Muchos factores convergieron en
el desenlace esperado por casi todas las personas que lo siguieron
día a día.
Según analiza el doctor Rodolfo
Dávalos en el artículo "La Inquisición", aparecido el
domingo 7 de septiembre, cuatro causales determinaron el resultado
desfavorable para los acusados:
-
La Corte de distrito se equivocó
al denegar el cambio de sede (no hubo jurado imparcial);
-
no existían pruebas para probar
que se transmitiera información sobre la defensa nacional de
los Estados Unidos (no hubo espionaje);
-
la Corte de distrito se equivocó
al rechazar la solicitud de la defensa para que se instruyera a
los jurados sobre la tesis del "estado de necesidad"
(causa de justificación);
-
y la Corte de distrito se
equivocó al imponer una pena mayor por un supuesto uso de
conocimientos especializados (la pena fue excesiva).
Todo resultó una bochornosa
confabulación encaminada a castigar a Cuba a través de estos cinco
luchadores contra el terrorismo. Se desoyeron 44 precedentes
judiciales, se violaron descaradamente, en este caso, las Enmiendas
Quinta, Sexta y Octava de la Constitución norteamericana, se impuso
la sede menos adecuada para celebrar la vista judicial, se
seleccionó un jurado dispuesto a plegarse a las presiones de la
Mafia terrorista e intolerante que domina la ciudad, lo que se sumó
a una inexplicable tolerancia de la juez. Todos estos factores
pusieron el caso, "en bandeja de plata", a favor de los
fiscales.
Hoy la batalla por los cinco
condenados injustamente se desarrolla en el Onceno Circuito de
Atlanta. La batalla por la liberación de estos Cinco Héroes, en
indudable "in crescendo". Allí se pondrá nuevamente a
prueba la honra de la justicia proclamada por los norteamericanos.
Allí se salvará el honor de la legislación de ese país o se
podrá hacer trizas, dándole un oprobioso espaldarazo a la verdad y
a la razón.
Aunque el juicio fue desfavorable
para nuestros compañeros de lucha, fue una victoria pírrica para
la fiscalía y para la mafia terrorista a la que quiso complacer.
Allí, mediante valientes alegatos, la presentación de testigos por
parte de la defensa y la aportación de pruebas por la misma, se
puso al desnudo al terrorismo contra Cuba y la complicidad de las
autoridades norteamericanas con el mismo. Nunca antes hubo una
denuncia de tal magnitud en las propias entrañas del monstruo.
Algunos fragmentos de los alegatos
ejemplifican la victoria alcanzada en las voces enérgicas de estos
valerosos jóvenes, convertidos de acusados en acusadores:
René
González Sehwerert dijo con voz
firme antes de recibir la injusta condena:
Pero yo no pierdo las esperanzas en
la raza humana y en su capacidad de guiarse por esos valores,
después de todo tampoco creo que Washington, Jefferson y Lincoln
fueran mayoría en la época en que les tocó dejar sus huellas en
la historia de esta nación.
Y mientras estos sórdidos tres años
se van haciendo historia y tras una montaña de argumentos, mociones
y tecnicismos, se va enterrando una historia de chantajes, abusos de
poder y el más absoluto desprecio a tan ponderado sistema de
justicia, para pulirla y darle un brillo que nunca tuvo, nosotros
seguiremos apelando a esos valores y a la vocación por la verdad
del pueblo norteamericano con toda la paciencia, la fe y el coraje
que nos puede infundir el crimen de ser dignos.
Por su parte, Ramón
Labañino Salazar, también levantó el dedo acusador
contra los enemigos de Cuba y dio muestras de gallardía y fidelidad
a sus convicciones, al decir:
Señores fiscales, les guste o no,
Cuba es un país independiente y soberano, tiene su propio gobierno
legítimo, su propio Presidente, sus mártires y héroes, y sus
propias convicciones. Cuba es igual que Estados Unidos. ¡A Cuba,
señores, hay que respetarla!
Comprendemos los esfuerzos que se
hicieron por lograr un juicio imparcial; pero la ciudad de Miami no
es lugar para lograr tales propósitos cuando se trata de Cuba. He
ahí, posiblemente, el error más crítico en nuestro caso: realizar
el juicio en esta ciudad.
¡Si por evitar la muerte de seres
humanos inocentes, si por defender a nuestros dos países del
terrorismo, y evitar una invasión inútil a Cuba es por lo que se
me condena hoy, pues bienvenida sea!
¡Llevaré el uniforme de recluso con
el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas
insignias! ¡Este ha sido un juicio político y, como tal, nosotros
somos prisioneros políticos!
Gerardo
Hernández Nordelo, sobre quien
recayó la sanción más desproporcionada, no perdió su estirpe de
cubano digno, al acusar también al terrorismo contra su Patria:
Que sepan los señores fiscales que
la única sangre que podría haber en estas manos es la de mis
hermanos caídos o asesinados cobardemente en las incontables
agresiones y actos terroristas perpetrados contra mi país por
personas que hoy caminan tranquilamente por las calles de esta
ciudad. Sangre por la que un día juré que estaría dispuesto a
sacrificar mi propia vida si con ello podía proteger a mi pueblo de
semejantes crímenes.
Fernando
González Llort, haciendo gala de
una sin par dignidad, también puso el dedo en la llaga con respecto
al derecho legítimo de Cuba a defenderse contra el terrorismo
lanzado desde la misma ciudad desde donde se les juzga:
Cuba, que ha sufrido ataques
terroristas durante 42 años, tiene derecho también a defenderse de
esa manera. Hoy la nación americana se une en la lucha contra el
terrorismo, algo que para mi país ha sido una necesidad y una
realidad desde hace muchos años.
No puede haber doble rasero. El
terrorismo debe ser combatido y eliminado tanto si se comete contra
un país grande y poderoso como si es contra países pequeños. No
hay terrorismo malo y terrorismo bueno.
Por último, el joven Antonio
Guerrero Rodríguez, dándole a la poesía el filo
necesario de la denuncia, expresó:
Por su sentencia, mis entrañables
hermanos y yo deberemos guardar una injusta prisión, pero desde
allí no descansaremos en la defensa de la causa y los principios
que hemos abrazado.
Llegará el día que ya no vivamos en
la zozobra del temor y la muerte, y en ese día de la historia, se
verá la justicia real de nuestra causa.
Todo balance de lo sucedido en estos
cinco años debe empezar precisamente por reconocer eso: el juicio
fue una victoria del antiterrorismo sobre el terrorismo criminal de
la mafia cubano americana, pues se denunciaron, en el propio patio
de estos asesinos, los crímenes cometidos por ellos. De la misma
manera, el juicio a los Cinco puso al desnudo el doble rasero de la
política norteamericana sobre el terrorismo, la confabulación de
la Casa Blanca con los peores criminales de la historia, así como
su papel como alentador de sabotajes, agresiones y asesinatos en
nombre de la "democracia".
También es necesario resaltar en
este balance el enorme aporte realizado por Gerardo, Tony, Ramón
Fernando y René a favor de la Batalla de Ideas que libra nuestro
pueblo. Sus voces enérgicas y su actitud inquebrantable a favor de
su pueblo y del legítimo derecho a defenderse, su propio ejemplo,
se convirtieron en poderosos acicates para continuar la lucha de los
cubanos contra las dificultades, contribuyeron a fortalecer la
confianza del pueblo en su Revolución y prestigiaron a Cuba ante el
mundo. Tuvieron el alto mérito de haber llevado la Batalla de Ideas
al propio patio de nuestros enemigos.
Otro aspecto a destacar es que
nuestros Cinco Héroes expresan hoy por hoy, como lo ha sido siempre
el Che, la expresión más clara del sentimiento solidario de
nuestro pueblo. A pesar de las injustas condiciones de hacinamiento
en que se encuentran y de la necesaria solidaridad que su caso
exige, ellos mismos se han convertido en promotores de solidaridad
hacia otras causas justas. Han sido, a qué negarlo, embajadores de
Cuba en las oscuras celdas, pero capaces de emanar luz y fuerza más
allá de los barrotes.
Al cumplirse, pues, estos cinco años
de batalla por la justicia, a la que se han sumado más de 190
comités mundiales de solidaridad con los Cinco, el balance arroja
el necesario compromiso a mantener esta lucha con nuevos bríos y
mayor confianza en la victoria. Algún día el mundo será una gran
tribuna antiimperialista, como la que erige en el malecón habanero
y nuestro pueblo, junto a los amigos solidarios del mundo, los
recibirá ya libres y mirando hacia el futuro con contagioso
optimismo.
8 de septiembre del 2003.
*Escritor guatemalteco y
luchador antiterrorista.
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