Después de que el taipeyano Ching-Kuo Wu, al frente de ese
organismo, presentara personalmente la propuesta a las autoridades
deportivas de la Isla a principios de año, la Federación Cubana
anunció hace una semana su inserción en la cuarta edición del
certamen con una veintena de hombres, y lo cierto es que, mejor que
un reto, los púgiles cubanos lo han asumido como un argumento extra
de motivación.
No hablan de pelear sin cabecera ni camiseta, en solo cinco
divisiones (54, 61, 73, 85 y más de 91 kg), o al ritmo dilatado de
cinco asaltos. Hablan de ganar. Una forma como otra cualquiera de
cargar las pilas y de entrenarse con más ahínco si cabe para
afrontar esta nueva competencia en su calendario.
Preparación es la palabra de orden. Prepararse más y mejor. Lo
que según Rolando Acebal, el jefe técnico de la preselección
nacional, se traduce en perfeccionar el sistema de entrenamiento y
aumentar el volumen de trabajo, sumando algunos métodos nuevos y
rescatando otros del pasado.
"La Serie Mundial —explica— es un evento en el que no tenemos
experiencia y hay que seguir investigando sus características para
superar esa exigencia competitiva. Con la nueva reglamentación, sin
embargo, ahora tienes que estar ganando todo el tiempo, en todos los
asaltos, porque no es lo mismo vencer por puntos que por la
apreciación de los árbitros. Se reduce, además, la protección, con
la eliminación de la cabecera, y eso obliga a trabajar más los
movimientos del torso y a elevar la técnica del golpeo, más dirigido
a la cabeza.
Sobre la posibilidad de disponer de veinte púgiles, enfatizó que
ello permitirá rotar su participación en pos de un mayor fogueo
internacional, sin olvidar los 30 cupos olímpicos que otorgará la
justa, más allá de los 150 previstos por el sistema habitual de
clasificación.
De ahí que no descartó más cambios de división (como el enroque
realizado recientemente entre José Ángel Larduet y Erislandy Savón
en los 91 y más de 91 kg), aprovechando el inicio de ciclo, pues se
trata de "un grupo de atletas jóvenes que siguen adelante con su
desarrollo morfofuncional y la idea siempre ha sido tener dos o más
atletas de puntería por peso", tal y como sucede ahora con los 56 kg,
con un campeón mundial, Lázaro Álvarez, y otro olímpico, Robeisy
Ramírez.
Precisamente Lázaro no desestimó la rápida adaptación de los
cubanos a las transformaciones inminentes que se avecinan, pues "lo
más significativo será pelear sin cabecera y nosotros hasta ahora
siempre entrenamos sin ella". Mientras, un fajador nato como Robeisy
negó que los cambios puedan afectarle demasiado: "Más bien lo
contrario, pueden ser hasta favorables, dada la preparación que
recibimos. Solo tengo que seguir haciendo mi boxeo".
Otro peso pesado de la selección, el titular del orbe Julio César
la Cruz (81 kg), también hizo hincapié en la preparación y apeló a
la tradición del pugilismo cubano: "Sin duda, incluirnos (en la
Serie Mundial) va a ser más intenso, pero solo tenemos que seguir
las instrucciones de los entrenadores. Tiempo atrás la Escuela
Cubana de Boxeo consiguió numerosos éxitos en condiciones parecidas
y nosotros también podemos lograrlo".
Así que, por lo pronto, todos se preparan, aprovechando los topes
internos que, semana tras semana, se efectúan en los cuadriláteros
del Rafael Trejo y La Lisa los jueves y sábados, a la espera de la
abundante actividad que les traerá junio, con el Cardín
—presuntamente en el adiós oficial de la cabecera en la Isla— y la
Copa Balado, para dar lustre después a la final del Torneo Nacional
por Equipos que permitirá definir las escuadras al Panamericano de
Chile en agosto y el Mundial de Astaná (Kazajstán) en octubre.
Luego, en noviembre, sobrevendrá el inicio de la publicitada
Serie Mundial, que enrolará a otros 11 equipos. Pero eso ya será
otra historia. Mientras tanto, eso sí, hay ganas. Muchas ganas.