Y sí, realmente lo es, su desempeño lo confirma. Bobby Carcassés
es uno de los imprescindibles del panorama sonoro cubano y un grande
del jazz, ese mismo que él defiende y define como cubano, sin negar
las influencias norteamericanas y africanas.
Por eso y mucho más tiene bien merecido el Premio Nacional de
Música 2012, reconocimiento que le fuera entregado en la noche del
pasado martes y que recibió entre familiares y amigos con la
alegría, humildad y sencillez que le caracteriza.
Polifacético cantante y multinstrumentista Bobby conversó con
Granma sobre sus 58 años de vida profesional y la importancia
que le concede a tan alto reconocimiento, el que confiesa le ha
hecho muy feliz al ser seleccionado entre tantos grandes artistas
que tiene Cuba.
Agradeció a todos los que de una manera u otra tuvieron que ver
con el músico que es hoy, lista en la que no faltaron los nombres de
Luis Carbonell, Leo Brouwer, Bobby Collazo, Chucho Valdés y Carlos
Emilio Morales; tampoco el reconocimiento a lo que le aportó su paso
por los teatros Musical y Martí, donde moldeó definitivamente su
figura de showman al simultanear el trabajo vocal y gestual.
Fue a partir de ahí, confesó, que inició su duro bregar por los
caminos del jazz, en búsqueda de su personalidad a través de una
filosofía musical liberadora en esencia. Con ese afán persiguió,
todavía lo hace, el conocimiento y la superación en correspondencia
con su interés por incursionar en áreas del género vedadas, incluso,
a músicos de academia.
Cantante ante todo, advierte Bobby, también alcanza notoriedad
como instrumentista, arreglista y compositor, lo que le permite
moverse por un amplio espectro de géneros de forma muy peculiar y
con una sonoridad propia.
A su memoria no escapan los días inaugurales del Festival Jazz
Plaza, del que es uno de sus fundadores y al que el movimiento
jazzístico cubano y mundial le deben tanto. Pero si algo consagró a
Bobby sobre el escenario, como showman y un imprescindible,
fue su dominio de la técnica del scat, de la que es un
verdadero maestro que ha convertido a su voz en un instrumento
musical con el que improvisa sin límites.
Artista de probada entrega, Bobby es también un pedagogo
excepcional, varias generaciones de jazzistas han tenido en él un
ejemplo a seguir, el maestro a quien acudir y que en estos momentos
asume esa responsabilidad como parte de un proyecto para jóvenes
estudiantes dedicado a la Enseñanza Integral del Arte, liderado por
el músico Alejandro Mayor.
Siempre en ejercicio creativo, trabaja, además, en tres
materiales discográficos con Producciones Colibrí, sello del
Instituto Cubano de la Música.
Definitivamente Bobby es un imprescindible del jazz y la cultura
nacional, su obra así lo confirma, enhorabuena por tan alta
distinción y que la vida le conceda por siempre su mayor deseo: el
aplauso del público agradecido.