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Octubre de 1962: a un paso del holocausto (II)
No creemos en simples promesas de no agresión de
Estados Unidos
TOMÁS DIEZ ACOSTA (*)
El martes 6 de noviembre de 1962, el gobierno de Estados Unidos,
convencido de que se habían desmantelado los cohetes y después de
aceptar la propuesta de la URSS de verificación en alta mar de los
buques soviéticos que los transportaban, planteó oficialmente una
nueva exigencia, la retirada de los IL-28, convertidos de
pronto en arma "ofensiva", como solución de la crisis. Asimismo, el
Departamento de Defensa norteamericano informaba el cierre del
tráfico en el Canal de Panamá para permitir el paso de 17 naves de
guerra, que incluían portaaviones, destructores y submarinos, los
cuales se unirían a las fuerzas desplegadas en el Caribe, en un
intento por aumentar la tensión y presionar a Cuba.
Fidel
comparte con los combatientes en las trincheras durante la Crisis.
El día 7, la delegación de Estados Unidos en las Naciones Unidas
anunció el acuerdo con la URSS para la comprobación visual de la
retirada de los cohetes y la inspección, por parte de la Cruz Roja
Internacional, de los barcos mercantes soviéticos que se dirigían
hacia Cuba. No obstante, esto aún no complacía a Washington, que
sostenía que una verificación adecuada tenía que realizarse in
situ y exigía la retirada de los IL-28. Esta posición
la mantuvo como palanca de presión política para, en un momento
dado, justificar el incumplimiento de sus compromisos.
En la sede de las Naciones Unidas continuaba el proceso
negociador. El jueves 8 de noviembre, U Thant se entrevistó por
separado con Lechuga y Kuznezov para ventilar principalmente la
nueva demanda de Estados Unidos respecto al retiro de los IL-28.
Posteriormente, delegados norteamericanos y soviéticos celebraron un
encuentro con el mismo tema, el cual se prolongó alrededor de cuatro
horas, sin llegar a ningún acuerdo. Los norteamericanos insistían en
que los IL-28 eran "armas ofensivas" y, por tanto, debían ser
retirados, según lo convenido entre Jruschov y Kennedy. Los
soviéticos afirmaban que eran naves anticuadas y no ofrecían ningún
peligro para Estados Unidos.
El lunes 12 de noviembre fue presentado ante la televisión
cubana, el jefe de un grupo de misiones especiales de la CIA, Miguel
A. Orozco Crespo, capturado en la finca Malas Aguas, en Viñales,
cuando preparaba un sangriento sabotaje contra la Mina de Cobre de
Matahambre y la Planta de Sulfo-Metales de Santa Lucía. De haberse
consumado este hecho, hubiera costado la vida a centenares de
trabajadores de esas instalaciones. (1)
Entretanto, un anuncio oficial de la administración
norteamericana informaba que se había verificado en los buques
soviéticos la retirada de los 42 cohetes que estuvieron instalados
en Cuba. Disipada la histeria de los misiles, Estados Unidos se
proponía aumentar la presión para obtener la segunda exigencia. El
lunes 12 de noviembre, la Secretaría de Prensa de la Casa Blanca
anunció que el gobierno no había cambiado su posición, pues los
IL-28 eran armas ofensivas, y, por ello, debían ser retirados
antes de levantar el bloqueo naval.
Con el mismo propósito de mantener las tensiones en el Caribe, se
formularon nuevas declaraciones; el miércoles 14, Lincoln White,
vocero del Departamento de Estado, al referirse a la construcción de
un puerto pesquero cerca de Banes, en Oriente, dijo que Estados
Unidos no toleraría la construcción de capacidades militares en los
puertos de Cuba.
Washington unía a todas esas amenazas las constantes violaciones
del espacio aéreo cubano por los vuelos rasantes de sus aviones de
reconocimiento, prevaleciendo así su política de fuerza como medio
de presión, para impedir el alivio de la crisis. En aquellas
circunstancias, el jueves 15 de noviembre, Fidel envió una carta a U
Thant, en la cual protestaba por esas violaciones, que no solo
fotografiaban las instalaciones desmanteladas, sino todo el
territorio nacional. El Primer Ministro cubano, además, explicaba en
su carta que esas acciones, no solo lesionaban esencialmente la
seguridad del país, sino también ultrajaban la dignidad del pueblo.
Por esas razones, decía que no era posible pedirle a Cuba, en nombre
de las negociaciones, que tolerara semejante atropello. Y advertía
que "(...) hasta donde alcance el fuego de nuestras antiaéreas,
todo avión de guerra que viole la soberanía de Cuba, invadiendo
nuestro espacio aéreo, solo podrá hacerlo a riesgo de ser
destruido". (2)
Al día siguiente, un vocero del Departamento de Estado
norteamericano replicaba a la protesta cubana, insistiendo en que
ese tipo de acciones aéreas sobre Cuba continuarían y afirmó que las
realizaban en cumplimiento de los acuerdos de la OEA del 23 de
octubre. Sin embargo, los vuelos rasantes cesaron y se mantuvieron
las misiones a gran altura de los U-2. El sábado 17 de
noviembre, el Subsecretario de Defensa, Gilpatric, en una entrevista
por la televisión, llegó al extremo de declarar que esos vuelos
"eran un derecho" de Estados Unidos.
El domingo 18, las negociaciones continuaban en Naciones Unidas
sin que ninguna de las partes cediera. La Casa Banca había propuesto
oficialmente levantar el bloqueo tan pronto la Unión Soviética
accediera a retirar los aviones, pero esta declinaba aceptar la
proposición sin el previo consentimiento de Cuba.
En Estados Unidos se desarrollaba una campaña de prensa que
acusaba a los dirigentes cubanos de obstaculizar la solución de la
Crisis por su negativa a aceptar la inspección, así como no tolerar
los vuelos de reconocimiento sobre su territorio y oponerse a la
retirada de los IL-28. Se estaban creando las condiciones en
la opinión pública estadounidense y mundial para justificar un
ataque militar a Cuba, cuando ya el peligro que podían significar
los cohetes había desaparecido y la Unión Soviética daba muestra de
ceder ante las exigencias de la parte norteamericana.
Kennedy rechazó las varias ofertas de Kruschov, dejó que la
"cuarentena" siguiera, y finalmente anunció que el 20 de noviembre
informaría a la prensa las futuras medidas que el gobierno de los
Estados Unidos pensaba aplicar en el caso. El 19 de noviembre
preparó cartas para el primer ministro británico, Harold MacMillan;
el canciller alemán Konrand Adenauer y el presidente francés Charles
De Gaulle, advirtiéndoles que la crisis podría plantearse de nuevo
en breve, y que se inclinaba a considerar la conveniencia de
mantener el bloqueo naval y realizar un ataque aéreo masivo sobre
Cuba. (3)
El lunes 19, el Primer Ministro cubano divulgó un nuevo mensaje
al Secretario General de las Naciones Unidas, en el cual alertaba
sobre la falsedad de las campañas anticubanas que la administración
y la prensa norteamericanas desarrollaban. "El gobierno de Cuba
—afirmó Fidel— no había obstaculizado en lo más mínimo las
negociaciones, cosa muy distinta de las amenazas y ultrajes del
gobierno de Estados Unidos". También expuso cómo Washington
había convertido la cuestión de la retirada de los IL-28 en
el eje del problema; ello evidenciaba una actitud arrogante con el
fin de mantener las tensiones, prolongar el conflicto y sostener su
política de fuerza. Al respecto, apuntó que esos aviones eran
propiedad de la Unión Soviética y que si esta consideraba
conveniente la retirada de esos aviones para la buena marcha de las
negociaciones y a la solución de la crisis, el Gobierno de Cuba no
obstaculizaría esa decisión.
(4)
El martes 20, quince horas después del comunicado de Fidel Castro
a U Thant, llegó a la Casa Blanca un mensaje de Jruschov, en el cual
anunciaba que serían retirados los IL-28 en un plazo de 30
días. Ese día, en una conferencia de prensa, Kennedy anunció que se
habían reducido los peligros debido a la decisión soviética de
retirar "las armas ofensivas". Más adelante planteó:
"...si todas las armas ofensivas se retiran de Cuba y se las
mantiene fuera del hemisferio en el futuro, bajo comprobación y
salvaguardias efectivas, y si no se usa a Cuba para exportar los
propósitos agresivos del comunismo, habrá paz en el Caribe".
Acto seguido en tono amenazante anunció: "...no abandonaremos los
esfuerzos de orden político y económico o de otra naturaleza, en el
hemisferio, para impedir la subversión procedente de Cuba, ni
nuestra esperanza y propósito de que el pueblo cubano pueda ser
algún día verdaderamente libre; pero estos objetivos son diferentes
del intento de emprender una invasión militar a la Isla".
(5)
Kennedy dio a entender también que continuaría con las
incursiones aéreas sobre Cuba, bajo el pretexto de que los cubanos
no habían permitido observadores internacionales en su territorio.
Estas palabras contenían la voluntad de mantener la política
provocadora y agresiva contra la Revolución.
Minutos después de terminada la conferencia de prensa, el
Secretario de Defensa, Robert McNamara, anunció que había ordenado a
la marina de guerra el cese del bloqueo comenzado el 24 de octubre.
También, el 20 de noviembre, la URSS y los demás países socialistas
miembros del Tratado de Varsovia declararon el paso de sus fuerzas
armadas a las condiciones normales. En Cuba, dos días después, se
tomaron medidas similares.
CONCLUSIóN DEL PROCESO
NEGOCIADOR
En la tarde del domingo 25 de noviembre, la Dirección Nacional de
las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y el Consejo de
Ministros de la República de Cuba se reunieron, en sesión conjunta,
para tratar los problemas referentes a la solución de la crisis y
discutir la respuesta a las palabras del presidente Kennedy del
martes 20, cuando este anunció el cese del bloqueo. Allí se acordó
hacer pública una declaración para dar a conocer al pueblo y al
mundo la posición del partido y del gobierno cubanos.
Dicho documento rechazaba la demanda de Estados Unidos, sobre la
comprobación in situ del cumplimiento de los acuerdos con la
URSS y afirmaba: "...acceder o no a una inspección (...) es un
derecho soberano de Cuba, asentado en la Carta de Naciones Unidas.
Cuba en ningún instante había ofrecido tal verificación o accedido a
ella. (...) la pretensión del presidente Kennedy carece de
fundamento, es un simple pretexto para incumplir su parte en el
compromiso e insistir en su política de agresión contra Cuba".
(6)
Expresó, además, que esa inspección únicamente se haría sobre
bases recíprocas y argumentó que si los norteamericanos reclaman que
las Naciones Unidas verifique en el territorio cubano la retirada de
las armas estratégicas; Cuba pide que esa organización internacional
compruebe en Estados Unidos, Puerto Rico y demás sitios donde se
preparan agresiones contra su país; el desmantelamiento de los
campos de entrenamiento de mercenarios, espías, saboteadores y
terroristas; de los centros donde se prepara la subversión y las
bases de donde parten los barcos piratas que atacan las costas
cubanas. Solo mediante recíprocas concesiones y garantías —enfatizó
la declaración— podrá lograrse un acuerdo amplio, digno y aceptable
para todos. (7)
La declaración proclamaba también que ante el reiterado propósito
de Estados Unidos de intervenir en los asuntos internos del país y
determinar el tipo de armamento que debe poseer, Cuba se reserva el
derecho de adquirir armas de cualquier tipo para su defensa y dará
los pasos que estime pertinente para el fortalecimiento de su
seguridad. (8)
El partido y el gobierno cubanos reafirmaron su conclusión de que
los resultados obtenidos hasta aquel momento en las negociaciones
soviético-norteamericanas habían evitado un conflicto armado, pero
no habían logrado la paz en el Caribe. A tal efecto concluía el
documento: "No creemos en simples promesas de no agresión;
necesitamos hechos. Esos hechos están contenidos en nuestros Cinco
Puntos". (9)
A las 10 de la mañana del lunes 26 de noviembre, Mikoyán partía
hacia Estados Unidos donde conversó con los representantes
soviéticos y norteamericanos en las Naciones Unidas y se entrevistó
con el presidente Kennedy. El vicepremier soviético se reunió ese
día con U Thant, para intercambiar opiniones sobre la marcha de las
negociaciones e informarle que tanto el gobierno de la URSS como el
de Cuba respaldaban su plan para el establecimiento de puestos de
control de las Naciones Unidas en los países de la zona del Caribe,
incluyendo el territorio de Estados Unidos, donde observadores
internacionales controlarían el cumplimiento de los compromisos
contraídos por los tres países. (10)
Además, la URSS y Cuba habían presentado un proyecto de protocolo
tripartito que debía ser aprobado por los tres países. Sin embargo,
la posición intransigente del gobierno norteamericano impidió
cualquier negociación donde estuviera representada Cuba, haciendo
que no prosperara la iniciativa de U Thant ni el referido proyecto.
Carlos Lechuga había sido debidamente instruido por el gobierno
cubano para que, en caso de que no se aceptara el protocolo,
mantuviera firmemente los puntos cubanos en una declaración aparte.
A partir de ese momento, los tres países elaboraron proyectos de
declaración para ser discutidos en el Consejo de Seguridad. El 27 de
noviembre, la delegación norteamericana presentó su proyecto que
incluía nuevas exigencias. Por ejemplo, señalaba el retiro de todos
los sistemas de armas para fines ofensivos, (11)
que por su formulación general
podía implicar cualquier tipo de armamento que Estados Unidos
considerara con ese propósito, legitimando su interés de fiscalizar
las armas que Cuba podía tener para su defensa. Además, intentaba
proclamar como un derecho los vuelos de reconocimiento sobre el
espacio aéreo cubano, justificados por el propósito —según ellos— de
controlar la obligación del gobierno soviético de no enviar
armamentos ofensivos a la Isla.
También el documento condicionaba el compromiso de no invadir a
Cuba a que esta no cometiera acciones que pusieran en peligro la paz
y la seguridad del hemisferio occidental. De aceptar esa demanda,
Cuba pondría en las manos de los gobernantes estadounidenses la
posibilidad de fabricar cualquier tipo de excusa o incidente para
incumplirlo, pues de producirse conflictos sociales o
revolucionarios en América Latina podrían ser considerados como
"acciones subversivas" de la Isla, dándoles el pretexto para
intervenir militarmente en el país.
De igual forma, se presentó el proyecto de declaración soviético,
que establecía claramente los compromisos contraídos tanto por la
URSS como por Estados Unidos en el proceso negociador. El documento
apoyaba la proposición de crear puestos de control de la ONU en el
Caribe, pues la misma resolvería el aspecto referido a la
comprobación del cumplimiento por todos los países de los
compromisos asumidos y aseguraría la situación en que ninguna parte
emprendería pasos inesperados, causando daños uno al otro. (12)
El gobierno cubano hizo las observaciones correspondientes a los
dos proyectos, ratificando su posición de no aceptar como válido un
acuerdo que no tomara en consideración los cinco puntos
formulados por el Primer Ministro cubano el 28 de octubre. Denunció
también la pretensión norteamericana de incluir nuevas exigencias en
su declaración y rechazó como ineficaz toda oferta de no invasión
con carácter condicional, pues invadir no es un derecho de los
Estados Unidos, sino un delito internacional. En estas observaciones
se aclaraba, una vez más, que Cuba no acepta ningún tipo de
inspección y que solo admitirá la verificación múltiple que incluya
el territorio de los Estados Unidos, en el caso de un acuerdo que
contemple una solución permanente y general de la crisis. Asimismo
se opuso a la pretensión norteamericana de arrogarse el derecho de
hacer uso de otros medios de inspección y control, pues vulneraban
la soberanía nacional y, además, consideró inaceptable la mención
que se hacía del Tratado de Río, debido a que todos los acuerdos a
que se arribaran en torno a la crisis debían estar en el ámbito de
las Naciones Unidas. (13)
El 29 de noviembre, se presentó el proyecto de declaración cubana,
que recogía sus puntos de vista.(14)
El día 28, Mikoyán se entrevistó con Adlai Stevenson y John
McCloy. Durante la conversación, el vicepremier soviético expuso su
criterio de que el proyecto norteamericano al Consejo de Seguridad
omitía algunas de las estipulaciones contenidas en los mensajes de
N. S. Jruschov y J. F. Kennedy, así como que incluía nuevas
exigencias. De igual forma, señaló que el Gobierno soviético
respaldaba la posición cubana recogida en sus exigencias de los
cinco puntos, porque los consideraban indispensables para la
solución verdadera y definitiva de la Crisis. (15)
Stevenson y McCloy aseguraron a Mikoyán que su país cumpliría los
compromisos y expresaron que preferían un control internacional de
las Naciones Unidas para verificar la no entrada de más armas
nucleares en Cuba, pero la negativa de La Habana lo hacía imposible,
por ello continuarían ejecutando las observaciones necesarias con
sus medios propios. Acerca de los cinco puntos, simplemente
señalaron que esas demandas no estaban contenidas en el acuerdo y su
gobierno no podía discutirlas, que sería una pérdida de tiempo. (16)
Al día siguiente, el vicepremier soviético viajó a Washington
para sostener una conversación con el presidente Kennedy, con la
finalidad de analizar las proposiciones de ambas partes en el
proceso negociador. Durante la entrevista se volvió a tocar el tema
de los proyectos de declaración. Mikoyán manifestó insatisfacción
por la propuesta norteamericana porque anulaba las obligaciones
contraídas por ese país. Kennedy, por su parte, planteó que la idea
de concertar tres declaraciones no era la más viable, pues ellos no
votarían por el proyecto de Cuba y los cubanos no iban a estar de
acuerdo con el de ellos, que sería mejor que U Thant se limitara a
tomar notas de estas, sin llegar a ninguna votación en el Consejo de
Seguridad. (17)
Esta nueva maniobra norteamericana tenía el propósito de impedir
que Cuba participara de forma directa en las negociaciones, pues la
única vía que le quedaba era la discusión de sus puntos de vista en
el Consejo de Seguridad. Aunque Mikoyán la rechazó, Kennedy
insistió, alegando diferentes cuestiones de procedimiento
constitucional en Estados Unidos que, según él, crearían nuevas
dificultades.
Otro de los aspectos abordados en la entrevista fue el relativo a
los vuelos de reconocimiento por Estados Unidos sobre el territorio
cubano. Kennedy expuso que estos se ejecutarían a gran altura, como
medio de verificación directa de los compromisos, pues en su país
había una fuerte campaña que ponía en duda el cumplimiento efectivo
de la retirada del armamento "ofensivo". Mikoyán respondió
que esos vuelos tanto a poca como a gran altura eran actos contra el
derecho internacional y añadió que si tenían sospechas del
incumplimiento de los acuerdos, debían aceptar la inspección
multilateral. Expresó a continuación: "Parece que Estados Unidos
no quiere apagar todas las chispas del incendio y nosotros queremos
resolver este asunto cuanto antes para poder pasar a otros problemas
y resolverlos también. ¿Qué le puede decir a Jruschov? ¿Le puedo
decir que ustedes están dispuestos a cumplir las obligaciones que
han contraído o que no están dispuestos?"
(18)
El 3 de diciembre, los representantes de la URSS y Estados Unidos
reanudaron las negociaciones, en el curso de las cuales las
posiciones de ambos países no experimentaron ningún cambio. Ese
mismo día, el Secretario Auxiliar del Departamento de Defensa
estadounidense, Arthur Silvester, comunicó en conferencia de prensa
que la Unión Soviética había iniciado la evacuación de sus
bombarderos IL-28 de Cuba. Una vez solucionado ese diferendo,
los norteamericanos trataron de presionar para que fueran retiradas
las tropas soviéticas. El Secretario de Estado, Dean Rusk, declaró
el 10 de diciembre, que era motivo de preocupación la presencia de
esas fuerzas en Cuba.
Esta actitud de Estados Unidos contrastó con la posición asumida
por la URSS durante el proceso negociador. En carta a Kennedy,
fechada el 11 de diciembre, Jruschov instaba al presidente
norteamericano a finalizar las negociaciones sobre la base de los
acuerdos arribados respecto a Cuba, ya que seguir extendiendo esta
situación sería complicarla aún más, cuando era necesario pasar a
otros asuntos pendientes.
El 12 de diciembre, durante la sesión del Soviet Supremo de la
URSS, Nikita S. Jruschov dio a conocer un informe, en el cual hacía
serias advertencias a Estados Unidos para que cumplimentara las
obligaciones contraídas como resultado de los acuerdos para la
solución de la crisis: "El Gobierno soviético confía en que las
obligaciones asumidas por Estados Unidos de América respecto a Cuba
serán observadas rigurosamente, pues la infracción de tales
obligaciones resultaría peligrosa, no solo para la región, dado que
inevitablemente suscitaría un nuevo y agudo conflicto y crearían una
nueva amenaza para la paz". Y agregó que "...las obligaciones
tienen vigencia mientras la otra parte cumpla el acuerdo. Si las
obligaciones asumidas no son cumplidas por la otra parte, nos
veremos forzados a emprender las acciones que exija la situación
creada". (19)
(Continuará... )
(*) Doctor en Ciencias Históricas e Investigador
del Instituto de Historia.
1 El comando terrorista se había infiltrado por
la costa norte de Pinar de Río en la madrugada del 19 al 20 de
octubre.
2 Fidel Castro Ruz. Carta al Secretario General de las Naciones
Unidas. Noviembre 15 de 1962. Revista Política Internacional Nº 1 Ed.
Cit., p.237. Después de la retirada de los cohetes R-12 los vuelos
rasantes se incrementaron considerablemente, baste decir que entre
los días 4 y 8 de noviembre se realizaron 124 misiones y en un solo
día, el 8 de noviembre, efectuaron 36.
3 Sorensen, Th. C.. Ob. Cit. p. 1067.
4 Fidel Castro Ruz. Carta al Secretario General de las Naciones
Unidas. Noviembre 19 de 1962. Revista Política Internacional Nº 1 Ed.
Cit. pp. 238-239.
5 Revista Política Internacional Nº 1, Ed. Cit. p. 139.
6 Posición de Cuba ante la Crisis del Caribe. Ediciones de la COR de
la DN de las ORI. No. 9. Diciembre de 1962, p. 90.
7 Ibídem p. 94.
8 Ibídem.
9 Ibídem p. 95.
10 Notas de la conversación entre Anastas Mikoyán y U Thant,
efectuada el 26 de noviembre de 1962. Archivo del Instituto de
Historia de Cuba (IHC), Fondo Crisis de Octubre.
11 Proyecto de declaración de Estados Unidos en el Consejo de
Seguridad. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.
12 Proyecto de declaración de la URSS en el Consejo de Seguridad.
Archivo de IHC. Fondo Crisis de Octubre.
13 Observaciones del Gobierno Revolucionario de Cuba sobre los
proyectos de declaración ante el Consejo de Seguridad de los
gobiernos de Estados Unidos y la URSS. Archivo del IHC. Fondo Crisis
de Octubre.
14 Proyecto de declaración del Gobierno Revolucionario de Cuba ante
el Consejo de Seguridad. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.
15 Notas de la conversación de Anastas Mikoyán con el representante
permanente de Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, con fecha
28 de noviembre de 1962. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.
16 Ibídem.
17 Mensaje confidencial del jefe de la Misión Permanente cubana en
las NU al Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba sobre notas de
la entrevista de Mikoyán con Kennedy, fechado el 2 de diciembre de
1962. Archivo de IHC. Fondo Crisis de Octubre.
18 Ibídem.
19 Noticias de Hoy. Diciembre 13 de 1962, p.9.
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