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Octubre de 1962: a un paso del holocausto (I)
En defensa de los principios
Tomás
Diez Acosta (*)
El día 28 de octubre de 1962 la dirección cubana, también a
través de Radio Moscú, conoció la carta de Jruschov a Kennedy, en la
que disponía la retirada de los cohetes de Cuba. Horas después,
Fidel recibió un breve mensaje del dirigente soviético, quien
recomendaba a los cubanos que no se dejaran llevar por los
sentimientos.(1) De igual forma, solicitaba que
pospusieran la orden de disparar contra los vuelos rasantes, a fin
de evitar que un nuevo incidente pudiera, en el último minuto,
frustrar los acuerdos con Kennedy y prevaleciera en Estados Unidos
la insensatez de los guerreristas.
Conversaciones
entre Fidel y Anastas Mikoyán. Participaron Raúl, Osvaldo Dorticós,
Emilio Aragonés y Carlos Rafael Rodríguez. Por la parte soviética el
embajador Alexiev.
La repercusión que tuvo en Cuba la concertación de esos acuerdos
fue descrita por Fidel al comentar: "(...) cuando llegaron esas
noticias aquí ...produjeron una gran indignación, porque nos veíamos
convertidos en una especie de objeto de cambio; no sólo veíamos una
decisión inconsulta, una serie de pasos que se habían dado sin
informarnos, porque se pudo informar sobre el mensaje del 26 y
...del 27... Y nosotros, nos enteramos por radio que el día 28 se ha
producido un acuerdo. (...) La reacción del pueblo fue de profunda
indignación, no fue de alivio..." (2)
Los argumentos de Jruschov de que, ante la gravedad de la
situación, no había tiempo para consultar, no convenció a los
cubanos. El problema creado fue algo más profundo que un mal
procedimiento; pudiera aceptarse el supuesto de la "falta de
tiempo". Sin embargo, lo inaceptable fue que Jruschov, al
redactar el mensaje a Kennedy, no considerara la participación
cubana en las negociaciones. "La simple solución —dijo Fidel— de
que se retiraran los proyectiles, porque Estados Unidos da su
palabra de que no van a agredir es incongruente con todos los pasos
que se han dado y es incongruente con una situación en nuestro país
que debía de ser superada. Porque bastaba que Nikita hubiera dicho,
estamos de acuerdo en retirar los proyectiles si se dan garantías
satisfactorias para Cuba." (3)
Pero además, la respuesta de Jruschov podía implicar que el
Gobierno norteamericano hiciera nuevas exigencias, como fue el caso
de la pretensión de verificar in situ la retirada de los
cohetes y la salida de otras armas, arrogándose derechos que
exclusivamente corresponden a Cuba, en flagrante violación de su
soberanía.
En la tarde de aquel día 28, Fidel Castro comunicó la posición de
Cuba en una declaración pública, donde se expresaba: "...que no
existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la
eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las
medidas siguientes:
"PRIMERO.- Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de
presión comercial y económicas que ejercen los Estados Unidos en
todas las partes del mundo contra Cuba.
"SEGUNDO.- Cese de todas las actividades subversivas,
lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar,
organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y
saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el
territorio de Estados Unidos y de algunos países cómplices.
"TERCERO.- Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde
bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.
"CUARTO.- Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval
por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
"QUINTO.- Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución
del territorio cubano ocupado por Estados Unidos."(4)
La posición de Cuba quedaba bien definida, pues si se quería
encontrar una verdadera solución a las tensiones y problemas, era
necesario que fueran concedidas estas garantías. Eran cinco puntos
bien concretos y sobre bases decorosas. Los gobernantes
norteamericanos no quisieron considerarlos, pues los calificaron
como un programa inalcanzable en aquel momento y, al mismo tiempo,
exigieron la inspección del territorio cubano, como forma de
verificación del compromiso soviético.
Ahora bien, ¿por qué se consideraron los "cinco puntos" como un
programa inalcanzable? ¿Acaso las demandas de Cuba no eran
absolutamente justas y se fundamentaban en derechos indiscutibles?
El cese del bloqueo económico y de las medidas de presión comercial,
formuladas por Cuba, constituían una necesidad, pues fueron
ingredientes que agravaron la situación que desembocó en la crisis.
Además, ¿eran exigencias imposibles, el cese de las acciones
subversivas y encubiertas, así como los ataques piratas y las
violaciones del espacio aéreo y naval que Estados Unidos venía
realizando contra la Revolución hasta ese momento? La petición del
Gobierno cubano era simplemente que no se cometieran esas fechorías
y actos ilegales contra su país.
Y, como última demanda, estaba la retirada de la Base Naval de
Guantánamo y la devolución del territorio cubano ocupado, ¿tenía
lógica esa justa petición, en aquella coyuntura? Sí, porque
sencillamente era absurdo que se pidiera la retirada de armas amigas
y se dejara, en ese territorio, una base enemiga. Nadie,
absolutamente nadie, en ningún lugar del mundo discutiría ese
derecho inalienable del pueblo cubano.
El programa de los cinco puntos recibió un gran apoyo
popular, pues los cubanos poseían una amarga y larga experiencia de
la falta de sinceridad del Gobierno de Estados Unidos. Las
violaciones reiteradas del derecho internacional por parte de las
administraciones norteamericanas, la agresión económica, la
infiltración de grupos de saboteadores, de armas, municiones y otros
avituallamientos en distintos puntos del país para fomentar los
focos contrarrevolucionarios, así como los ataques piratas más
recientes a las costas cubanas, hacían imperiosa la exigencia a la
Casa Blanca de algo más que palabras.
El propio día 28, Fidel redactó un mensaje de respuesta a
Jruschov para hacerle saber la posición del Gobierno cubano y
aclarar el por qué de la orden de disparar contra los vuelos
rasantes, expresándole que el mando soviético en Cuba le podrá
brindar informes adicionales del derribo del avión. Le dijo, además,
que estaba de acuerdo en evitar un incidente en estos precisos
instantes, que pudiera ocasionar un gran daño a las negociaciones y
que daría instrucciones para que las baterías antiaéreas cubanas no
dispararan, pero solo mientras duraran las negociaciones, y sin
revocar la declaración publicada ayer sobre la decisión de defender
el espacio aéreo, con lo cual se mostraba su disposición de no
obstaculizar los pasos dados por los soviéticos, a pesar de su
desacuerdo con las bases en que fueron concertados, y reafirmaba las
posiciones de principios respecto a no permitir la inspección del
territorio cubano.(5)
Los hechos le daban la razón a Fidel. En la tarde de ese día 28,
cuatro funcionarios del Departamento de Estado viajaban a Nueva York
con el propósito de persuadir a U Thant para que ordenara una
inmediata inspección de las bases coheteriles en Cuba, pues la
verificación en el terreno había sido aprobada por los soviéticos.
El Secretario General de las Naciones Unidas no aprobó tal petición,
pues excedía las atribuciones que tenía.
Dos días después, el día 30, se recibió en Cuba la respuesta de
Jruschov a Fidel, que intentaba explicar los acontecimientos que
precedieron a los compromisos del día 28 de octubre. El dirigente
soviético arguyó que otra postura habría significado un holocausto
mundial y la pérdida de la Revolución Cubana, en un marcado empeño
por justificar su conducta. Además, utilizó como argumento para
tomar esa decisión de retirar los cohetes el haber recibido
anteriormente varios mensajes desde Cuba, "unos más alarmantes
que otros", y astutamente, dijo que el cable de Fidel del 27 de
octubre, había sido para él un elemento de intercambio de parecer
entre ambos Gobiernos y preguntó: "¿Acaso no fue esta la consulta
de su parte con nosotros?". Como si fuera poco, Jruschov censuró
al líder cubano porque, según él, le había propuesto que fueran
ellos los primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio
enemigo. Por último, alegó que con las negociaciones se había
conseguido el objetivo planteado al enviar los cohetes, pues se
había logrado arrancar de Estados Unidos el compromiso de no invadir
a Cuba y de no permitirlo a sus aliados latinoamericanos.(6)
Fidel no tardó en responder. El 31 de octubre envió un mensaje,
en el cual reafirmaba los puntos de vista de la dirección cubana.
"Nosotros sabíamos —expresó— que habríamos de ser
exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra
termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retiraran los
proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que
deseábamos esa guerra? Pero, ¿cómo evitarla si la invasión llegaba a
producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible,
de que el imperialismo bloqueaba toda solución y sus exigencias eran
desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS y por
Cuba." Respecto a la alusión que Jruschov hizo de que Fidel le
sugirió dar un primer golpe nuclear, se le responde que nunca se
planteó en esos términos "...porque eso sería algo más que
incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte...". Más
adelante, le señala: "...que una vez desatada la agresión, no
debe concederse a los agresores el privilegio de decidir..."
Asimismo le reafirma: "Cada cual tiene sus propias opiniones y yo
sostengo las mías acerca de la peligrosidad de los círculos
agresivos del Pentágono y su tendencia al golpe preventivo". Y
finaliza Fidel su mensaje: "No veo cómo puede afirmarse que
fuimos consultados de la decisión tomada por usted. (...) No son
unos cuantos..., sino muchos los cubanos que en este momento viven
instantes de indecible amargura y tristeza."(7)
Esta discrepancia fue ventilada por la dirección cubana de manera
directa con los soviéticos, evitando afectar las relaciones de
amistad existentes entre ambos pueblos; por ello, a raíz de todo lo
sucedido, Fidel, al dirigirse públicamente a la nación, el 1ro. de
noviembre de 1962, explicó que en esos momentos en que se han
producido disgustos por esos malentendidos o discrepancias, era
bueno recordar "...que en cada uno de los momentos difíciles que
hemos tenido..., frente a cada zarpazo yanqui, a la agresión
económica, a la suspensión de la cuota azucarera, a la supresión de
los envíos de petróleo a nuestro país, frente a cada una de las
agresiones, ...ha estado la mano amiga de la Unión Soviética ahí,
junto a nosotros. Y nosotros somos agradecidos..."(8)
PROCESO NEGOCIADOR HASTA EL CESE DEL BLOQUEO NAVAL
El lunes 29, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció
la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasili
Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados
Unidos. Otra noticia dada a conocer fue que el Secretario General
Interino, partiría el martes 30 hacia La Habana, aceptando la
invitación del Gobierno Revolucionario para discutir directamente el
problema. U Thant llegó, acompañado de los subsecretarios Omar
Loufti y Hernane Tavares de Sa, y el consejero militar, brigadier
general Indarjit Rickhye. Las conversaciones comenzaron de inmediato
y se prolongaron hasta el día siguiente. Por la parte cubana
participaron el primer ministro Fidel Castro Ruz; el presidente de
la República, Osvaldo Dorticós Torrado; el ministro de Relaciones
Exteriores, Raúl Roa García, y Carlos Lechuga Hevia, quien había
sido nombrado representante cubano ante las Naciones Unidas.
U Thant explicó las gestiones desarrolladas por él y las
propuestas hechas por los norteamericanos y soviéticos para
verificar la salida de los cohetes; al respecto explicó que Estados
Unidos deseaba instrumentar un dispositivo de las Naciones Unidas
capaz de asegurar el desmantelamiento de las instalaciones de
cohetes y su retirada, así como la no entrada en Cuba de este tipo
de armamentos; para ello propuso que un avión —con tripulantes de
Cuba, Estados Unidos y la Unión Soviética—, verificaran todo esto,
durante varias semanas. Sobre la propuesta soviética dijo, que
permitirían la inspección de sus barcos por una comisión de la Cruz
Roja Internacional. U Thant afirmó que él no tenía ninguna
competencia para asociarse a estas iniciativas hasta tanto
el Gobierno cubano no diera su consentimiento. Asimismo, hizo
saber la disposición de los países No Alineados de brindar su ayuda.(9)
Fidel le preguntó ¿qué derecho tenía Estados Unidos para exigir
esas condiciones de verificación? U Thant le respondió que no tenían
ese derecho, pues una cosa como esa solo podría hacerse con la
aceptación de su Gobierno. A continuación, el líder cubano le
argumentó las garantías que Cuba exigía, basadas en los cinco
puntos que, de tenerlos en cuenta en el proceso negociador,
conducirían a lograr una verdadera paz en el área. También manifestó
las razones de principios que fundamentaban su negativa a dicha
verificación, afirmando: "¡Si los Estados Unidos lo que pretenden
(...) es humillar a nuestro país, no lo conseguirán!" (10)
Las razones para no permitir la inspección se basaban en primer
lugar, en que el país no estaba en disposición de sacrificar sus
derechos soberanos, menos aún cuando la potencia que exigía esas
condiciones quería inmiscuirse en sus asuntos internos y, en este
caso, era un intento de decidir qué tipo de armas Cuba tenía derecho
a poseer. En segundo término, se trataba de una exigencia desde
posiciones de fuerza, ante la cual no se cedería jamás. Y, por
último, estaba la lógica de que si los soviéticos y las Naciones
Unidas, en su conjunto, apreciaban el valor del compromiso público
hecho por Estados Unidos de no atacar a Cuba, ¿por qué entonces
dudaba el Gobierno norteamericano de que la URSS retirara los
proyectiles, imponiéndole la garantía adicional de inspeccionar a
Cuba?
Durante el segundo día de conversaciones, Cuba mantuvo sus puntos
de vista y advirtió del peligro de las violaciones del espacio aéreo
cubano, enfatizando que era indispensable que estas cesaran. A su
vez, U Thant expuso sus puntos de vista sobre lo que estaba
sucediendo: "Mis colegas y yo opinamos, y así se lo hice saber a
Estados Unidos, que el bloqueo era ilegal; que ningún Estado puede
admitir un bloqueo no ya sólo militar, ni siquiera económico. (...)
También les dije que era ilegal e inadmisible el reconocimiento
aéreo que se estaba haciendo sobre Cuba. Estas tres cosas, bloqueo
económico, bloqueo militar y reconocimiento aéreo, son ilegales
(...)". Asimismo, el Secretario General comentó a los dirigentes
cubanos que en sus entrevistas con los representantes de Estados
Unidos les había afirmado que: "(...) si ellos hacían algo
drástico, entonces no solamente lo reportaría al Consejo de
Seguridad, sino que acusaría a los Estados Unidos en el Consejo de
Seguridad; y que aunque Estados Unidos tiene los votos y el veto,
sin embargo, puede haber una sanción moral".(11)
U Thant solicitó por razones humanitarias la devolución del
cadáver del piloto norteamericano, a lo cual el Gobierno cubano
accedió inmediatamente.(12)
A su regreso a Nueva York, U Thant expresó que sus conversaciones
con las autoridades cubanas habían sido fructíferas e informó tener
evidencias confiables del desmantelamiento de las instalaciones de
cohetes, y de que se tomaban las disposiciones necesarias para su
retirada hacia la URSS. Esta última afirmación estaba fundamentada
en los encuentros efectuados en la embajada soviética en La Habana,
donde le aseguraron que el 1ro. de noviembre los cohetes serían
desmantelados y enviados a los puertos de embarque.
Desde el 31 de octubre, de acuerdo con el compromiso contraído
por la URSS, se había iniciado la retirada de los cohetes de alcance
medio, sin ningún tipo de obstáculo por parte de Cuba. La actitud
soviética y cubana contrastaba con la asumida por la administración
norteamericana, que mantenía el bloqueo naval y aumentaba los vuelos
rasantes sobre Cuba.
El viceprimer ministro de la URSS, Anastas I. Mikoyán fue enviado
a Cuba con el objetivo de discutir las discrepancias surgidas entre
Moscú y La Habana. Antes de llegar, hizo una breve escala en Nueva
York, donde conversó con Vasili V. Kuznetsov, jefe de la delegación
soviética en Naciones Unidas y con U Thant. Además, intercambió
opiniones con los representantes norteamericanos, Stevenson y McCloy,
designados por Kennedy para efectuar las negociaciones con los
delegados de la Unión Soviética. Estos insistieron en la inspección
del desmantelamiento de las instalaciones de cohetes en Cuba e
insinuaron nuevas exigencias.
Mientras, U Thant aseguraba en Nueva York a la prensa que las
perspectivas cubanas para una paz en la región parecían buenas para
todos los interesados y planteó que no convocaría al Consejo de
Seguridad hasta tanto no hubiera un acuerdo entre las partes. En
Washington, el presidente Kennedy continuaba insistiendo en la
inspección internacional de las bases de cohetes, antes de
certificar, en Naciones Unidas, que Moscú había cumplido sus
compromisos. La administración norteamericana trataba de ignorar a
Cuba y no quiso entrar en contacto con ella para discutir las
cuestiones que le concernían directamente, tal actitud entorpecía el
proceso negociador.
Anastas I. Mikoyán arribó a La Habana en horas de la tarde del
viernes 2 de noviembre, su estancia en Cuba se extendería por
espacio de tres semanas.(13) En la mañana del día
4, se iniciaron las conversaciones, que no serían nada fáciles para
Mikoyán, ya que por muy fuertes que fueran sus argumentos en cuanto
a la necesidad de retirar precipitadamente los cohetes, no iba a ser
sencillo poder explicar esa decisión unilateral sin haber consultado
con Cuba, la principal interesada y participante en los
acontecimientos. El primer aspecto discutido fue el referido a la
verificación de la retirada de los cohetes por una comisión
internacional. Al respecto, el dirigente soviético propuso
diferentes variantes, pero en su esencia no cambiaban su propósito.
Fidel argumentó la posición de Cuba al oponerse a esa inspección,
pues el fin que perseguía Estados Unidos con ello era violar los
derechos soberanos del país.
Mikoyán, entonces, planteó la idea de admitir la inspección de
los barcos, a lo cual Fidel respondió que eso era asunto de la Unión
Soviética, mientras no se hiciera en las aguas territoriales
cubanas; señaló, además, que la actitud de Cuba no era un capricho,
pues si accedía ante esa pretensión, los norteamericanos exigirían
nuevas concesiones. Por momentos Mikoyán prometió que no se
permitiría la imposición de nuevas condiciones, como era el caso de
la exigencia de la retirada de los IL-28. Pero después, tuvo
que explicar que se había accedido a ello, lo que sin lugar a dudas
fue muy embarazoso para él. Sin embargo, se hicieron esfuerzos por
ambas partes para superar los escollos y no hacer más tensas las
relaciones. (Continuará¼ )
(*) Doctor en Ciencias Históricas e investigador del Instituto de
Historia.
1 Jruschov, Nikita S. Mensaje a Fidel fechado el 28 de octubre de
1962. Publicado por el periódico
Granma el 23 de noviembre de 1990.
2 Fidel Castro Ruz. Conferencia Tripartita de La Habana sobre la
Crisis de Octubre de 1962. Doc.Cit.
3 Ibídem.
4 Noticias de Hoy. Miércoles 31 de octubre de 1962, p.10
5 Fidel Castro Ruz. Mensaje a Jruschov fechado el 28 de octubre
de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre
de 1990.
6 Nikita S. Jruschov. Mensaje a Fidel fechado el 30 de octubre de
1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de
1990.
7 Fidel Castro Ruz. Mensaje a Jruschov fechado el 31 de octubre
de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre
de 1990.
8 Fidel Castro Ruz. Informe al pueblo de Cuba sobre las
conversaciones con el Secretario General de la ONU. Obra
Revolucionaria No.32. Editora Nacional de Cuba. La Habana, 2 de
noviembre de 1962.
9 Actas de las conversaciones del Gobierno de la República de
Cuba con el Secretario General de la ONU. El martes 30 de octubre de
1962. Archivos del IHC, Fondo de la Crisis de Octubre.
10 Ibídem
11 Actas de las conversaciones del Gobierno de la República de
Cuba con el Secretario General de la ONU. El miércoles 31 de octubre
de 1962. Archivos del IHC, Fondo de la Crisis de Octubre.
12 El domingo 4 de noviembre fue enviado a Estados Unidos el
cadáver del piloto del U-2, Rudolph Anderson. El brigadier Indarjit
Rickhye acompañó el cuerpo de Anderson hasta ser entregado a sus
familiares.
13 A. Anastas I. Mikoyán a su llegada le sorprendió la noticia
del fallecimiento de su esposa, en aquellas circunstancias decidió
enviar a su hijo Serguei, quien los acompañaba en calidad de
secretario, a la URSS, y continuar las conversaciones con las
autoridades cubanas. |