La
globalización está presente en casi todos los aspectos de nuestras
vidas. Es un fenómeno que arrastra a la humanidad a adquirir hábitos
únicos. El deporte ha perdido desde hace algún tiempo el principio
por el que fue creado, para convertirse en un gran negocio, que
gasta y genera millones y millones de dólares alrededor de
competencias y atletas en todo el mundo. El Marketing y la
publicidad se encargan de vendernos productos y deportistas como si
fueran el santo grial para la solución de nuestros problemas.
Las grandes transnacionales irrumpen en cuanto escenario les
plazca para promover sus productos. Ello es posible gracias a las
influencias que ejercen sobre las organizaciones deportivas
internacionales y los medios de comunicación, ambos sectores ven
como sus reglamentos, hábitos de consumo y cultura se moldean a los
intereses de las empresas patrocinadoras. Sino, recuerden el horario
de las finales de la natación en los Juegos Olímpicos de Beijing
2008. ¡Por la mañana! ¿Pura coincidencia, o capricho de los
patrocinadores del evento…?
El marketing y las relaciones públicas están relacionados con la
práctica deportiva en los últimos 30 años. Es que el deporte tiene
una connotación, social y económica sin precedentes. El interés
radica en conocer y satisfacer las necesidades de los consumidores
del mundo deportivo. Los mismos jugadores se han convertido en una
herramienta de la publicidad, sin importar cuan ridícula se puede
ver una actuación de un competidor en un comercial, porque claro
está…actores no son.
En este nuevo escenario el deporte tiene que sobrevivir, pues
solo por su cuenta es casi imposible que reciba la atención que
merece. Es por ello que clubes, equipos nacionales y federaciones
deportivas buscan contar con todas las herramientas de gestión y
marketing necesarias que les permitan hacer frente a los actuales y
futuros desafíos de una actividad que es una vorágine.
Para cumplir con lo anterior es vital que los gerentes,
federativos y deportistas eleven al máximo sus potencialidades
personales, autoestima, confianza y experiencia deportiva como uno
de los caminos para contrarrestar y enfrentar un mercado globalizado
que tiene una gran influencia en lo económico, político y social.
No es que el marketing y las relaciones públicas sean
satanizadas. Ambas se deben usar de forma correcta y planificada,
pues un uso adecuado puede lograr grandes resultados en el deporte.
El posicionamiento y el mantenimiento del deporte en los escenarios
internacionales pasan por una buena estrategia de marketing y de
relaciones públicas. Sino miren lo que le ocurre al béisbol
internacional, que entre sus múltiples inconvenientes se encuentra
que las grandes compañías y medios de comunicación le prestan poco
interés a los eventos que organiza esta Federación. Por ello está
casi condenado a desaparecer de las lides foráneas a excepción del
Clásico Mundial.
Ahora, uno de los problemas que tiene que afrontar el marketing
deportivo es la amplia variedad de públicos que alrededor de una
disciplina se concentran. Este asunto no solo compete a quien
realiza las estrategias para los diferentes mercados, sino también a
los dueños de los clubes, a los distribuidores de los mensajes, a
los atletas, presidentes de asociaciones nacionales, es decir, a
todos aquellos que tengan alguna relación, por mínima que sea, con
el producto y el mercado.
Las nuevas tecnologías y el progreso electrónico proporcionan un
nuevo horizonte en las comunicaciones, lo mismo que para el
marketing en el ámbito deportivo, si éste comienza aplicándose
correctamente, tomando en cuenta las diferencias entre el mercado
tradicional con esta nueva ventana. Sin dudas, estamos en una era en
que las indumentarias, por ejemplo, responden a patrones impuestos
por la moda, así como para brindarle una mayor estética al
deportista.
Prestigiosas firmas compiten por ser quienes suministren a los
diferentes atletas y equipos los implementos deportivos. El uso de
un simple balón en un certamen conlleva una detallada presentación
del mismo por todo lo alto. Los invitados, la prensa y las
características del implemento tienen un objetivo específico, que no
es más que garantizar el consumo exitoso de la pelota.
El Marketing en el deporte tiene una vida efímera generalmente,
producto de la constante competencia entre los distintos
patrocinadores. Renovar es la palabra de orden, la transformación,
el cambio, la metamorfosis, son vocablos que más que significar algo
determina el estilo de trabajo que se debe seguir. Cada año la
tecnología deportiva se pone en función de perfeccionar y crear
nuevos aditamentos que le permitan al deporte convertirse en un
espectáculo irresistible.
Estancarse en una zona de "confort" o relajamiento logrará la
permanencia por un tiempo del producto, pero luego será obsoleto, no
caminará conjuntamente con el cambio social, lo que provocaría su
desaparición. Lo nuevo funciona en esta sociedad cambiante, solo hay
que buscar la forma correcta de usar las nuevas herramientas, al fin
y al cabo todo se ha convertido en un producto, el deporte no es la
excepción de ello.
Nike, Adidas o Puma, las tres marcas más ranqueadas en el
mundillo deportivo, desarrollan enormes anuncios de publicidad, para
legitimar su sello. Contratan a superestrellas o personajes famosos
para que actúen unos segundos ante las cámaras. Esta estrategia al
parecer ha rendido sus frutos, porque un jugador mediático confiere
a lo que anuncia la dimensión universal de sus éxitos.
Otras transnacionales como la Coca Cola, Sony o MasterCard se
adentran en el negocio del deporte para sacar sus propios
dividendos. Cada vez es más difícil presenciar un evento donde no
aparezca de fondo una valla, o un cartel publicitario. Esa es la
realidad.
Este fenómeno del Marketing y la Publicidad ha provocado que
reconocidos deportistas ganen en un año mayor cantidad de dinero con
sus patrocinadores, que con el equipo para el que se desempeñan. Ahí
están los casos de Tiger Woods, jugador de golf, el toletero de los
Yankees de Nueva York, Alex Rodríguez, o el futbolista inglés, David
Beckham, por solo citar algunos. Ellos son "trabajadores destacados"
de gigantes como la Gillette, la Pepsi Cola o la cerveza Heineken.
La publicidad deportiva busca la complicidad de los públicos,
pues se sabe que los mayores consumidores de deportes son las
personas comprendidas entre 15 y 50 años, así como un creciente
número de féminas atraídas por el físico de algunos atletas. Por
tanto, no es de extrañar que la propaganda deportiva inunde los
centros comerciales, la radio, la TV, la prensa escrita, las
imágenes en los edificios y metros subterráneos, en resumen, en casi
todo lugar donde habite un ser humano. ¿Habrá en el Everest un
afiche de CR7?
Gracias a esta estrategia de Marketing en zonas subdesarrolladas
y apartadas del mundo los infantes conocen a Michael Jordan, Usaint
Bolt o Rafael Nadal, aunque no conozcan al presidente de su propio
país. Esa es una de las ventajas que tiene la publicidad en el
deporte: su globalización. Y quizás, gracias a esta, unos cuantos
aunque sean pocos se salvarán de la miseria y el hambre.
El fútbol, como el deporte más universal es paradigmático en el
sentido que, año tras año se emplean nuevas formas y alternativas
para comercializar más este pasatiempo y a sus estrellas. Se pueden
cuestionar competencias como el actual Mundial de Clubes de Fútbol,
pero su impacto financiero no.
En el deporte de las multitudes ocurre algo curioso, por ser una
de las pocas disciplinas que no descansa durante todo el año. Los
equipos se ven involucrados en presentaciones de los nuevos diseños
de camisetas, qué publicidad aparecerá en las mismas, giras por
América y Asia de los colosos Europeos, son solo ejemplos de hasta
donde es capaz de penetrar el marketing y la publicidad en el
deporte.
Claro, a estos fenómenos no les interesa quién gane los partidos,
lo que les conviene es llenar las arcas de los patrocinadores y
clubes, ¡Sí! hasta los clubes se interesan primero por generar
ventas a partir del fichaje de estrellas para su conjunto, ¿o es que
nadie se acuerda del mal llamado "equipo galáctico"?, que lo único
que ganó fueron críticas de sus aficionados y de la prensa
deportiva, ante tamaño fiasco.
Cada Eurocopa, Mundial de Fútbol, o Champions League deja más
dinero que su predecesora, esto ha llevado a que aparezcan más
ciudades y países compitiendo por ser la sede de uno de estos
eventos. Aquí también entra de lleno la publicidad con todas sus
herramientas para convencer a unos ejecutivos de la fiabilidad que
presentan las concursantes para ser anfitrionas de X competencia.
Hasta las candidaturas de los Juegos Olímpicos se han convertido en
un show publicitario por ver que urbe se queda con el suculento
botín.
La publicidad deportiva nace de estrellas, ellas mueven masas que
levantan pasiones, tristezas y alegrías que son importantes para la
vida de muchos en el planeta. Un deporte puede ser un estilo de vida
que motiva a millones de seres humanos a obtener sueños en la vida.
Un deportista se convierte en un patrón a seguir por miles de
fieles. Ahí es cuando nace una idea que se llama publicidad
deportiva, ahí es cuando los publicistas llevan a los atletas de
alto nombre y gran peso en la sociedad a promocionar sus productos
que tienen a la venta.
Consumir un servicio deportivo significa tener varios motivos, ya
bien sea para realizar deporte, ya bien sea para contemplarlo. Si no
aplicamos las herramientas de gestión deportiva y educamos a nuestro
personal, y a nosotros mismos, no tendremos los instrumentos
necesarios para enfrentar los nuevos desafíos que nos trae esta
disciplina globalizada, que es capaz de influir en nuestros hinchas,
aficionados, socios, consumidores y organizaciones deportivas.