El laberinto asiático

ALIET ARZOLA LIMA

Incrustados en la memoria beisbolera del aficionado cubano yacen recuerdos no muy placenteros sobre los últimos enfrentamientos con selecciones asiáticas. Las derrotas ante Japón en los dos Clásicos Mundiales precedentes y el revés en la final olímpica de Beijing 2008 frente a Sudcorea constituyen claros ejemplos de la escasa fortuna en duelos versus elencos de ojos rasgados.

Foto: Ricardo López Hevia La velocidad de Japón ha sido letal frente a Cuba, ha anotado 21 carreras en tres juegos.

No obstante, la vida, en ocasiones, da segundas oportunidades y hasta tres chances para conseguir un objetivo, justo lo que le ha sucedido al plantel de las cuatro letras, que definirá gran parte de su suerte en la tercera edición del evento cumbre de las bolas y los strikes en la Tierra del Sol Naciente.

Allí, en primera instancia, encontrarán a chinos y nipones, dobles monarcas defensores, y por si fuera poco en la segunda ronda, además de Japón, son previsibles los encuentros con sudcoreanos y Taipei de China, en el hipotético pero probable caso de que estos últimos sean ubicados en la llave de Taichung y logren avanzar por encima de Holanda o Australia.

Sujetos a todas las conjeturas señaladas podemos percatarnos de que los peloteros antillanos desandarán, irremediablemente, un enrevesado laberinto en pos de incluirse entre los cuatro grandes del magno certamen, cuestión nada sencilla si tenemos en cuenta lo incómodo que resulta ajustarse a la filosofía oriental.

En ese marco, se antoja vital la inminente gira preparatoria por varias naciones asiáticas, propicia para refrescar las principales virtudes y defectos de esa pelota, cuyo estilo metódico y disciplinado guarda un sinfín de pequeñas jugadas que te pueden sacar de circulación sin apenas notarlo.

Tampoco obviar la suprema calidad de su pitcheo, en extremo controlado y con perfecto dominio de la zona baja, armas que obligan a los contrarios a producir muchos roletazos, fildeados con facilidad por una defensa casi carente de fisuras.

Ante tales circunstancias se impone practicar un béisbol muy inteligente y de mucha concentración, pues el más mínimo despiste puede traer consecuencias nada agradables. Nuestros lanzadores deberán hilar muy fino y con el guante, el margen de error es cero ante jugadores veloces y siempre atentos a cualquier fallo.

SUBE LA PARADA

Más allá de la ubicación de Cuba en una de las llaves asiáticas y todas las exigencias que ello supone para nuestra escuadra, el nivel y la rivalidad en el Tercer Clásico Mundial deben aumentar ostensiblemente, basta con echarle un ojo al resto de los grupos de la primera ronda.

En el apartado C, que desde ya podemos bautizar como el Infierno de San Juan, los boricuas tendrán el apoyo de la afición en el estadio Hiram Bithorn —una de las tres sedes que siempre ha acogido la importante lid—, pero en la barrera opuesta aparece la imagen imponente de Venezuela y República Dominicana, ávidos de sobresalir luego de los fracasos cosechados en las ediciones del 2006 y el 2009.

Comandados por Edwin Rodríguez, los anfitriones caribeños confían en reunir una vigorosa novena en la que no falten estrellas de las Grandes Ligas a la usanza de Carlos Beltrán, Yadier Molina, Ángel Pagán y Geovany Soto, aunque, aun así, necesitarán mucho más que el bullicio de las tribunas para sobrepasar a morochos y quisqueyanos, cuyo potencial rebasa los parámetros de lo imaginado.

Entre estos últimos suman más de 150 peloteros en las Mayores, algunos con excelso rendimiento en la presente campaña y con la voluntad de defender a sus selecciones en marzo próximo, como es el caso de Adrián Beltré, Robinson Canó, Johnny Cueto, Iván Nova, Fernando Rodney, Miguel Cabrera, Félix Hernández, Carlos González y Elvis Andrés, por solo mencionar algunos.

Menos rigurosos parecen los compromisos iniciales de Estados Unidos frente a México e Italia, mas después se verían las caras ante los sobrevivientes de San Juan, lo que supondría una batalla sin cuartel para la armada de Joe Torre, quien seguramente asociará a varios de los mejores exponentes del béisbol norteño. Por su parte, el grupo B de Taichung engaña, pues a pesar de la condición de favorito de Sudcorea, puede suceder de todo con Australia, Holanda y los locales, si finalmente concretan la clasificación. Los aussies se agarran a su tradición, los tulipanes a su corona mundial que casi emula con la eliminación de Dominicana hace cuatro años, mientras los anfitriones tienen entre ceja y ceja borrar la pésima imagen de las citas precedentes.

 

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