Convertir la lectura en placer educativo

En ocasión de celebrarse recientemente el Día del Bibliotecario Cubano, la oportunidad de homenajear también el trabajo que se realiza en las bibliotecas escolares no pasa por alto. En Cuba, después del triunfo de la Revolución, este espacio formativo cobró fuerza y se extendió su presencia en los distintos niveles de educación. Hoy su impacto se evidencia en las más de 5 500 bibliotecas existentes en la educación primaria, media y media superior, a las que se unen alrededor de 1 000 centros operativos que brindan servicios a las escuelas rurales.

En las bibliotecas escolares se pueden consultar, entre otros materiales y recursos, las obras de José Martí, atlas y diccionarios

En estas instancias, se atesoran cerca de 39 mil documentos elaborados por los pedagogos cubanos y se cuenta con la gestión de 11 mil especialistas y bibliotecarios. En cada uno de ellos, se puede consultar literatura infanto-juvenil, lecturas complementarias y extraclases, los libros de texto de las distintas enseñanzas, las obras de José Martí y otros importantes autores cubanos e internacionales, atlas, diccionarios, programas y orientaciones metodológicas y las publicaciones periódicas, entro otros materiales y recursos.

Para acompañar las transformaciones educacionales, apoyar los procesos de enseñanza-aprendizaje; formar y desarrollar habilidades lectoras; promover el gusto, disfrute e interés por la lectura; proporcionar a los alumnos técnicas y procedimientos para trabajar con la información en cualquier formato, y ampliar el desarrollo cultural de la comunidad en general, se da vida diariamente a estos espacios funcionales que han de fungir y ser entendidos como un importante centro cultural.

Un lugar donde los alumnos, los maestros y todos, aprendemos a comportarnos y a interactuar socialmente, y donde se convierte la lectura en placer, indicó Miguel Ángel Ferrer, director del Centro de Información para la Educación, adscrito al Ministerio de Educación (MINED). Pero para que funcione de ese modo, precisó, debe existir una comunicación fluida entre maestros y bibliotecarios, esa coordinación es clave; y ha de comprenderse el concepto del bibliotecario como pedagogo, dedicado y comprometido con la labor que realiza, e implicado activamente en el proceso docente-educativo.

Al respecto, Leticia Mecías, bibliotecaria de la escuela secundaria básica Desembarco del Granma, y Yadelis Pérez, de la escuela primaria Pedro Martínez Brito, ambas ubicadas en el municipio de Arroyo Naranjo, manifestaron que la biblioteca escolar es un lugar de fiesta porque, además de promover la lectura, promueve instrucción, amor, y repercute en la formación vocacional y orientación profesional de los alumnos, mediante la realización de actividades amenas que fomentan la educación en valores y cívica, el trabajo en equipo, la solidaridad y el compañerismo. (O. D. R.)

 

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