MACIZO
DE GUAMUHAYA, Cumanayagua, Cienfuegos.—Sus amigos de la infancia
dibujaban leones, elefantes o jirafas. Él, sin embargo, prefería
garabatear figuras de mulos en los cartuchos donde sus padres
adquirían los "mandados" en una vieja bodega montañesa, más de 60
años atrás.
Para Luis Curbelo Martínez este animal representa sinónimo de
fuerza, pujanza. Sus ancestros le decían que era utilizado como
medio de tiro ya desde los tiempos de la colonia.
"Siempre me atrajeron. Poco después de los 15 años —hoy cuenta
con 68— tenía mi arria. Si me pusiera a sumar cuánto café u otros
productos he bajado o subido por estas lomas del Escambray en más de
medio siglo de trabajo, la matemática que conozco no me daría para
hacer la cuenta", dice el curtido campesino.
Al momento de la entrevista con Granma, este trabajador de
la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Oscar Salas, enclavada
en el Macizo de Guamuhaya, descendía una cuesta cargado de posturas,
mameyes y plátanos Johnson, "los más dulces de la cor-dillera". De
ello se ocupa cuando recesa la cosecha de café.
"Todo el año estoy activado. No tengo hora para la brega. Salgo
al campo a las tres o cuatro de la mañana; a veces son las diez de
la noche y todavía no he llegado a la casa".
Y su esposa, ¿no se molesta?
¡Qué va, si ella me conoció arriba de un mulo y así sabe que me
va a despedir!
E igual lo comprende el hijo, de 24 años, veterinario.
De la especie admira el experimentado arriero su resistencia a
enfermedades, tanto como sus posibilidades de desplazamiento entre
escarpados riscos. De hecho, asegura haberse acercado a los
barrancos más peligrosos del Escambray, los cuales la mayor parte de
la gente suele evadir.
Por la vida de Luis ha desfilado buena cantidad de mulos. El
ejemplar que más tiempo permaneció a su lado lo acompañó 33 años.
Ahora, el más veterano de los seis integrantes del arria responde al
nombre de Bonito. Marcha junto a su guía hace dos décadas. Mariposa
y Fomento, los más jóvenes.
El arriero estima que el fomento del desarrollo mular existente
hoy en varias instalaciones del Escambray cienfueguero es sumamente
necesario para hacerle frente al programa cafetalero.
"De los cerca de 500 mulos que hacen su faena diaria en estas
lomas, seis responden a mi llamado. Eso es algo que me llena de
orgullo, porque es mi granito de arena a la agricultura montañesa.
Durante la cosecha del café hay productores a quienes les saco cada
jornada 300 latas o más del grano", se ufana el campesino.
Asegura Luis que aunque dicha recolección constituya el periodo
de labor más fuerte del año, el quehacer de cargar mercancías y
alimentos en la CCS nunca para. "Dentro de la manigua, solo los
mulos pueden abrirse paso con la entrega", remata el arriero.