Uso inadecuado de medicamentos

El 50 % de los antimicrobianos se usa innecesariamente

Un ejemplo de mal uso de estos medicamentos es tratar un proceso viral respiratorio con un antibacteriano, que carece de utilidad en estos casos

JOSÉ A. DE LA OSA

Desde el descubrimiento de la penicilina en 1928 por el bacteriólogo y Premio Nobel británico Alexander Fleming, los antimicrobianos "han sido y son" una importante arma para el tratamiento de las enfermedades infecciosas, causadas por bacterias, virus, hongos y parásitos, porque permitieron disminuir de forma notable la frecuencia y mortalidad de muchas dolencias.

Sin embargo, unas ocho décadas después, la OMS ha dado una voz de alerta porque se estima que alrededor del 50 % de todos los antimicrobianos que se consumen en el mundo son administrados innecesariamente, y esto no excluye el ámbito hospitalario.

En Cuba, durante la vigilancia de la prescripción médica, se ha observado que los antimicrobianos que más se prescriben son la azitromicina y la ciprofloxacina, ambos indicados para las infecciones bacterianas causadas por gérmenes sensibles a estos fármacos, indicó a Granma la doctora Ismary Alfonso Orta, especialista de segundo grado en Farmacología, quien se desempeña en la Dirección de Medicamentos y Tecnología Médica del Ministerio de Salud Pública.

El uso de antimicrobianos en nuestro medio, refiere la especialista, lamentablemente incluye la prescripción excesiva (cuando no está justificada) y la selección inadecuada del tratamiento por el médico, teniendo en cuenta el estado de salud del paciente, el perfil de resistencia y el costo.

La automedicación y la falta de adherencia (el no cumplimiento) de las indicaciones, por parte de los pacientes, es otra arista del tema. A ello contribuyen una escasa educación sanitaria y también la insuficiente información que a menudo reciben los enfermos y familiares, lo que posibilita que se siga mal el tratamiento, se olviden dosis, se modifiquen los horarios de toma o se interrumpa antes de tiempo la medicación.

La profesora Alfonso Orta, Máster en Enfermedades Infecciosas, subraya que es importante que la población conozca las consecuencias que pueden originar una errónea indicación o elección de un antimicrobiano, o el mal cumplimiento de la prescripción.

Y cita con precisión: la no mejoría o cura de la infección, el de-sarrollo de resistencias bacterianas (se eliminan o inactivan los microorganismos más sensibles al antimicrobiano, mientras persisten y se multiplican los resistentes), el enmascaramiento de procesos infecciosos importantes (se disminuye la sintomatología pero no se cura la enfermedad).

También la llamada cronificación: la falta de erradicación de un número suficiente de bacterias, lo que da lugar a la persistencia de algunas que mantienen su grado de patogenicidad sin ocasionar manifestaciones agudas. Asimismo, las recidivas (reaparición): las cepas supervivientes, sean resistentes o sensibles, inician una nueva proliferación que provocará una recaída o una reinfección.

Refiere la especialista que un ejemplo frecuente de mal uso de los antimicrobianos es tratar un proceso viral respiratorio (una gripe) con un antibacteriano, que carece de utilidad en estos trastornos y somete al paciente a riesgos innecesarios (reacciones alérgicas y otros efectos adversos).

No resulta casual, como se comprende, que la OMS haya hecho un llamado a la lucha contra la resistencia antimicrobiana por constituir, dice, "una de las amenazas de la salud pública más apremiantes en el mundo".

Por ello, las autoridades sanitarias cubanas hacen una alerta a la necesidad de usar con prudencia estos fármacos.

 

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