BOGOTÁ, 8 junio.— Dos exfuncionarios colombianos del extinto
Departamento Administrativo de Seguridad (DAS, policía secreta)
fueron condenados hoy a seis años de prisión cada uno por su
responsabilidad en el sonado escándalo de espionaje ilegal.
Las penas recayeron sobre Luz Marina Rodríguez, exdirectora
general operativa del DAS, y Bernardo Murillo, exjefe anticorrupción
de la desaparecida entidad, en calidad de culpables por el delito de
prevaricato por acción.
Ambos, de acuerdo con la justicia, incurrieron en tal conducta
punible por seguimientos ilegales efectuados entre 2005 y 2008, a
congresistas, magistrados y líderes sindicales.
No obstante, los exfuncionarios fueron absueltos de los cargos de
concierto para delinquir, abuso de función pública y violación
ilícita de comunicaciones, aunque la decisión fue apelada por el
ente acusador.
Asimismo, el Juzgado concluyó que tanto Rodríguez como Murillo
conocían las actividades ilegales del DAS para espiar a magistrados
de la Corte Suprema, así como a los entonces senadores Piedad
Córdoba y Gustavo Petro, actual alcalde de Bogotá.
La Fiscalía sostuvo que tales seguimientos tuvieron como
propósito desprestigiar a altos funcionarios del Estado
adjudicándoles supuestos nexos con el narcotráfico y organizaciones
armadas ilegales.
El DAS, por entonces subordinado directamente a la Presidencia,
protagonizó durante el gobierno del hoy expresidente Álvaro Uribe
(2002-2010) uno de los escándalos más sonados en la historia
reciente del país.
Magistrados, políticos, exfuncionarios, opositores, periodistas,
activistas de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales
fueron objeto de espionaje ilegal por parte del controvertido
organismo de inteligencia.
Un complot que a lo largo del tiempo se ha ido despejando e
involucró a Uribe directamente y a varios funcionarios de su
administración, entre ellos muy cercanos colaboradores suyos.
Hasta el momento las evidencias, testimonios y confesiones
demuestran que el DAS tenía entre sus principales objetivos -por
medio de interceptaciones y seguimientos ilegales- desacreditar y
atacar a ciudadanos e instituciones de relevancia nacional.
Todo este escándalo, conocido aquí eufemísticamente como
"chuzadas", puso en entredicho ante la opinión pública nacional e
internacional la credibilidad del Estado colombiano.