Crece el cultivo de huertos en Europa para ahorrar
en el mercado
Ángeles Lucas
"Disfrutar del rojo de los tomates, el grosor de las hojas de las
lechugas o la calidad de los brócolis y los calabacines que salen de
mi huerto es un auténtico lujo", dice entusiasmado Jesús Ruiz, que
autogestiona su producción de vegetales y frutas en una pequeña
parcela de la isla española de Ibiza, en pleno Mediterráneo.
Jesús
Ruiz autogestiona su producción de vegetales y frutas en Ibiza.
"El huerto es mi liberación y además es una inversión. Hay que
contar con un importante consumo de agua, pero solo gasté 50 euros
(60 dólares) en semillas, plantines y utensilios... y ahora tengo
kilos de productos de primera calidad durante meses", valora.
"Por ejemplo, un plantín de lechuga cuesta 20 céntimos de euro, y
en el mercado valdría 2,5 euros", detalla. "Además, ya he encontrado
a una vecina que tiene gallinas y hacemos trueque de productos",
añade.
Jesús tiene 26 años y es decorador de interiores en la Isla, un
ámbito relacionado con la construcción. "Por eso mis ritmos de
trabajo son más fuertes en periodos previos a las vacaciones, antes
de la apertura de negocios o residencias, pero el resto del año
decae", explica.
Como Jesús, cada vez son más los europeos que cultivan sus
alimentos. Algunos lo hacen para consumir productos ecológicos,
otros como distracción, y ahora aumenta el número de personas que
han vuelto a la tierra para ahorrar en la cesta de la compra. El
auge de los huertos de autoabastecimiento se está dejando ver en
países como Grecia, Irlanda, Portugal o España, donde la crisis
económica está azotando con más fuerza.
"Es evidente que cada vez hay más personas que están cultivando
sus productos para la subsistencia y la alimentación familiar. En
los dos últimos años he observado un importante crecimiento, sobre
todo de gente joven, fundamentalmente licenciados sin ingresos",
asegura Raúl Puente, profesor de Geografía de la Universidad Pablo
de Olavide, que esta semana ha recogido junto a la asociación Parque
Miraflores la Medalla de la Ciudad de Sevilla por gestionar el
primer huerto urbano de España, creado en 1991.
Una
tendencia en alza
Lo que a primera vista puede parecer un hobby es una
salvación para la gente de esta comunidad. Argyro Papazoglou y su
esposo Niko son pensionistas y ahora han visto cómo sus pensiones
estatales se han reducido drásticamente.
"Teníamos que hacer algo", dice Argyro. Y esta parcela les
proporciona el 50 % de sus necesidades alimentarias, lo que les hace
ahorrar en sus facturas de supermercado.
El proyecto de Marousi es solo un ejemplo del creciente aumento
de estas iniciativas en Grecia, donde la gente casi ha dejado de
pedir ayuda al exterior.
Ahora los griegos se están tomando el asunto en sus manos y están
encontrando maneras de ayudarse a sí mismos, sus vecinos y su
comunidad local.
Proliferación de iniciativas
El alcalde de la ciudad andaluza de Málaga, una de las regiones
con más desempleo de España (30 %) también ha destinado un solar en
el centro de la ciudad para hacer un huerto colectivo en unos
terrenos que iban a ser construidos pero que por la crisis económica
se han quedado degradados y en desuso.
"Para gestionar la tierra nos hemos organizado como asociación y
hemos creado el proyecto El Caminito, que no pretende mercantilizar
con los productos, sino crear un punto de dinamización del barrio,
de intercambio de alimentos, de donación a servicios sociales...",
explica Pablo Baño, participante del proyecto.
José Manuel González es propietario de 150 parcelas, también en
Málaga, y cuenta que tiene una larga lista de espera de personas que
quieren su terreno para cultivar. "Vienen familias, muchos jóvenes,
desempleados, funcionarios, gente que requiere de una actividad, o
que quiere conocer a otras personas... Aquí se intercambian recetas,
se está en contacto con la tierra...", explica.
Y tal ha sido el auge de los huertos en Málaga que los
ecologistas han denunciado que se están gestando procesos de
urbanización irregulares por parte de particulares. "Por supuesto
que un huerto es rentable económicamente, que cultivar tiene
beneficios para la salud física y psicológica. Pero no se puede
degradar el entorno visual con palos y chapas para delimitar los
emplazamientos", declara Rafael Yus, coordinador de Gena Ecologistas
en acción.
Otros prefieren, en cambio, decorar sus balcones con verduras.
"En lugar de plantar flores, se pueden cultivar vegetales. Es bonito
ver cómo crece una lechuga en tu ventana", declara Dolores Lobillo,
gestora de Engranajes Culturales y organizadora del taller Un huerto
en tu balcón.
Por su parte, Jesús Ruiz está elaborando un álbum de fotos con el
crecimiento de sus frutos en Ibiza que ha titulado Me he huerto
(vuelto) loco. Además, ahora en lugar de regalar ramos de flores a
las chicas, "¡les regalo unas lechugas y unas verduras estupendas!",
exclama. Un éxito. (BBC
España) |