Luego de la derrota, dije en este mismo espacio que los yumurinos
debían analizar muy bien la trascendencia de sus logros como
conjunto, guiados por un Víctor Mesa otra vez en el papel de
impulsor para un campeonato que necesitaba la chispa y picardía de
un mentor a esta usanza.
Más allá de su histrionismo, Víctor transformó a los Cocodrilos,
no solo por alcanzar la nada despreciable cifra de 24 victorias más
(58 por 34) respecto a la 50 Serie, sino por conducirlos a la senda
victoriosa en la decisiva etapa de play off, donde remontaron ante
Sancti Spíritus, con una nómina superior en todos los sentidos, y
luego opusieron resistencia al mito de Industriales.
La última imagen pesa y en este caso fue un revés. Quién sabe por
cuánto tiempo el estratega villaclareño llevará sobre sus hombros la
pesada carga de ganar muchos partidos en el torneo y después dejar
en cero la columna de títulos.
Creatividad y dedicación eran tal vez los únicos caminos que
tenía para sacar tanto zumo de un plantel inexperto, salvo contadas
excepciones, y sin mentalidad ganadora, que se convirtió en
protagonista con el tercer lugar.
Historia similar la de Lázaro Vargas, salvando las distancias
entre las personalidades de ambos y los conjuntos que comandan. El
hecho de perder la Final impidió un examen en toda su magnitud de la
labor cumplida por el "20" azul con las riendas de Industriales,
pero el primer reconocimiento lo alcanzó desde el momento en que
aceptó el reto de debutar en los clásicos de las bolas y los strikes
con la difícil faena de conducir una novena que apenas un año atrás
había dado muestras de resquebrajamiento y poca motivación.
Los resultados sorprendieron, pues los Leones escalaron ocho
escaños merced a 11 triunfos más (55 por 44), solo que cualquier
posición que no sea la cima no tiende a ser valorada por los
parciales capitalinos.
Ahora solo se ven sus deslices en los play off, donde acusaron
inexperiencia, sobre todo en el manejo del pitcheo relevo, pero lo
cierto es que los Tigres avileños siempre plasmaron sobre la grama
una impresión de superioridad total, acentuada por la decadente
ofensiva azul.
A Vargas se le esfumó su hombre proa, Irait Chirino —tres jits en
la Final—, y el núcleo fuerte, entiéndase Rudy, Malleta, Serguey y
Tabares, impulsó la irrisoria cifra de tres carreras en cinco
partidos.
En el epílogo, no tuvieron la resistencia física para soportar el
rigor de más de 100 encuentros, aspecto en el que debe trabajar el
cuerpo técnico.
Por supuesto, Matanzas e Industriales se llevaron sin discusión
los premios como las escuadras revelación, aunque se impone el
reconocimiento también para Las Tunas, bajo la égida de Juan Miguel
Gordo, manager osado que le imprimió velocidad a la poderosa tanda
tunera, la cual conectó 87 cuadrangulares (cuartos) y salió al robo
en 133 oportunidades, con 72 aciertos.
Este cambio, unido a la notable mejoría de los lanzadores, por
primera vez por debajo de las cuatro carreras limpias en el
campeonato, les permitió anclar sextos, a un paso de incluirse entre
los cuatro grandes de la lid.
Igual para enmarcar la actuación de Felicio García con Holguín,
que pese a no clasificar mejoró con creces: 15 victorias más,
colgadas del brazo de Pablo Millán Fernández, intransitable al punto
de que los rivales le conectaron para 197 con 1,52 limpias por
encuentro.