Si en el 2010, por solo citar una cifra reveladora, se vendió en
Camagüey una pequeña gama de productos, cuyo monto no excedió los
tres millones de pesos, solo en el primer cuatrimestre del año en
curso en esta provincia se habían comercializado mercancías por más
de 41 millones, aunque por debajo de lo planificado para la etapa.
Ello demuestra las enormes potencialidades del programa en
marcha, urgido aún de engrasar los mecanismos en las relaciones
contractuales entre las entidades comercializadoras y
suministradoras, que se traduzcan en un mayor nivel de satisfacción
de las necesidades de la población, bajo estrictas medidas de
control, exigencia por la calidad y una acertada gestión de venta.
De concretarse tal proceder, con total transparencia y orden,
pueden rendir mejores frutos las decisiones adoptadas por las
autoridades del país, como el otorgamiento de créditos y subsidios
(esta última medida doblemente dependiente, pues su otorgamiento no
solo tiene como objetivo principal la compra de materiales de la
construcción, sino que la comercialización de estos constituye su
fuente de recursos).
Mientras algunos renglones, por baja demanda, mala calidad o
elevados precios, permanecen ociosos en los estantes, están las
llamadas mercancías "estrellas" (cemento, barras de acero, bloques,
azulejos, entre otros), que aunque se cumplen en la cuantía
planificada, su existencia no satisface la demanda de la población y
tan pronto llegan al mercado se agotan rápidamente.
En esto, comenta Vilma Bazán Pérez de Águeda, subdirectora del
Sectorial Provincial de Comercio, entra a jugar de manera decisiva
el nivel de gestión de cada territorio, pues si bien los municipios
de Camagüey, Carlos Manuel de Céspedes y Najasa sobrecumplen sus
respectivos planes de venta, otros como Santa Cruz del Sur,
Jimaguayú, Sibanicú y Minas, distan bastante de los resultados que
de ellos se esperan.
Muestra de que no en todas partes se le otorga al programa la
prioridad requerida, es que un reciente control efectuado por las
instancias provinciales pudo comprobar la existencia de más de 80
renglones de productos en los almacenes de la Empresa Universal; sin
embargo, en tiendas y puntos de venta de varios municipios su
presencia no rebasaba la veintena.
La aglomeración de público en los puntos de venta está en
relación directa con la venta o no de los materiales más demandados
por la población, como cemento, áridos, barras de acero, bloques,
azulejos, tasas sanitarias, puertas y ventanas.
Una jornada de recorrido por los cuatro principales
establecimientos de la ciudad de Camagüey dio fe de ello: mientras
en los correspondientes a los distritos Joaquín de Agüero, Ignacio
Agramonte y Julio Antonio Mella el trasiego era mayor, en el Cándido
González había una tranquilidad soberana.
¿La causa? "Ya se nos acabó el cemento", respondió sin titubeos
José Javier Toledo Cervantes, subadministrador de la entidad, quien
ratifica que ese es el producto "gancho", a granel o en bolsa, para
mover el resto de la mercancía.
Tras un primer trimestre favorable en el orden económico, excepto
en el punto del Distrito Ignacio Agramonte, que incumplió su plan de
venta, los "números" de mayo indican una ligera contracción de la
actividad comercial.
Ello presupone, además, observar lo relativo al mejoramiento de
las condiciones de los establecimientos, algunos de los cuales (como
el del Ignacio Agramonte) carecen de protección perimetral o
disponen de poco espacio para almacenaje, todo lo cual conspira
contra el orden que en esos lugares debe existir.
Salta a la vista la acumulación a la intemperie de cientos de
tanques para agua, a distribuir por las áreas de Salud de la
localidad, cuya lenta salida repercute en su oxidación progresiva,
sin que haya, hasta ahora, una respuesta efectiva para agilizar los
trámites de compra o adoptar otras medidas al respecto.
En el tema de la venta de materiales de la construcción a precios
no subsidiados se observan, sin dudas, pasos positivos, pero tanto
la industria como el comercio precisan aún de un mejor acoplamiento,
que satisfaga en cuanto a calidad y presencia una demanda con
amplias reservas. La gestión comercial de cada territorio, así como
la producción local de varios surtidos —en dependencia de las
potencialidades—, son dos objetivos a engranar con prioridad.