Los “músculos” de la irresponsabilidad
La inyección de aceites comestibles en músculos ha
devenido práctica lamentable en diversos lugares del país, sobre
todo entre adolescentes y jóvenes
SHEYLA DELGADO GUERRA y MISLEYDIS GONZÁLEZ ÁVILA
La belleza física, convertida en desvelo u orgullo para unos y en
trivialidad para otros, ha estado signada en el decursar del tiempo
por patrones estereotipados. Lograr una imagen agradable con una
musculatura "hercúlea" no constituye un problema, sino el cómo. Y es
que en la búsqueda de esa supuesta perfección hay quienes deciden
incrementar el volumen muscular, no con ejercicios, sino empleando
numerosas sustancias, desde la conocida silicona hasta aceites.
Paciente
de 16 años, intervenido quirúrgicamente con anterioridad por
inyectarse aceite en su brazo derecho, que debió ser operado
nuevamente.
Por ejemplo, en diferentes naciones, se ha hecho muy popular el
uso del Synthol, un producto compuesto por ácido graso, lidocaína y
alcohol benzoico, empleado mayormente por deportistas para darle
brillo a la piel antes de las competencias. Lo riesgoso está en que
muchos físico-culturistas se lo administran directamente en el
músculo, sin tener en cuenta que solo el 30 % del lípido es
"deshecho" por el organismo humano, mientras que el restante 70 %
puede tardar hasta cinco años en ser eliminado.
La relación entre el Synthol y los aceites comestibles (de soja,
girasol, oliva, maní) está no solo en su composición grasa, sino en
su efecto, al producir una inflamación que no debe confundirse con
aumento de la masa muscular. El empleo de los "aceites mágicos" para
ganar en volumen —si bien no es algo nuevo— ha experimentado en Cuba
un crecimiento durante los últimos meses, siendo los llamados
aceites comestibles los más usados. Téngase en cuenta que un frasco
de 100 mililitros de Synthol cuesta entre 200 y 300 dólares en el
mercado internacional.
¿En qué se basa esta peculiar técnica? ¿Qué incidencias tiene
para la salud humana? En busca de explicaciones, conversamos con
algunos especialistas. Según coincidieron, el procedimiento consiste
en aplicar con una jeringuilla contentiva de aceite una inyección en
aquella área del cuerpo en la que se desee aumentar su volumen.
Un joven tunero de 16 años, Adrián, comenta su experiencia:
"Algunos muchachos se estaban inyectando y decidí seguir sus pasos.
Cuando empecé a sentir dolor y aprecié la hinchazón del codo, se lo
conté a mi mamá y acudimos al médico. Primeramente me mandaron
antibióticos y no resolví, por lo que me operaron. Han transcurrido
seis meses y aún no termina la pesadilla: ya me han llevado cuatro
veces al salón".
A uno de los casos pioneros en el país, ocurrido en Matanzas,
casi le cuesta la vida, cuando, jeringuilla en mano, buscó un
músculo y encontró una vena...
RIESGOS: LA CARA
OCULTA DE LA "BELLEZA"
Especialistas del Ministerio de Salud Pública explicaron que las
consecuencias de esta práctica pueden ser nefastas: infecciones,
intervenciones quirúrgicas... Y eso sin contar que el intercambio de
jeringuillas abre el "circuito" a enfermedades transmisibles por
esta vía como el VIH/sida, las hepatitis B y C, entre otras. Una
simple inyección, por mal manejo o como resultado de la reacción a
la sustancia introducida, puede incluso conducir a la muerte.
"Por desconocimiento de la anatomía, al inyectar la sustancia
pueden comprimir un nervio, una vena o una arteria y causar serias
complicaciones de estas estructuras. Además, el músculo afectado que
haya que extirpar no vuelve a regenerarse y las secuelas son
inevitables", explica el doctor Fernando Reyes Bauza, especialista
de primer grado en Ortopedia y Traumatología.
Las reacciones más frecuentes son náuseas, dolores en las partes
inyectadas, calambres, inflamaciones, aunque haya pacientes que
demoren meses en mostrar las primeras señales de alarma.
Para los que prefieren exhibir músculos bien definidos, la
solución no está en añadir producto alguno al organismo, que a la
postre puede desencadenar secuelas infortunadas. La práctica sana de
deportes junto con la realización sistemática y dosificada de
ejercicios físicos ... he ahí una
fórmula infalible para "inyectarnos" vitalidad, más allá de la
quimera fútil de la "perfección" física. |