Preservadores de una maravillosa Farola

JORGE LUIS MERENCIO CAUTÍN

Tres decenas de hombres humildes, de comunidades rurales de Imías y Baracoa, cumplen la importante tarea de preservar desde hace años una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana: el majestuoso Viaducto La Farola.

FOTOS DEL AUTORPor las montañas baracoenses serpentea esta maravilla de la ingenieria civil cubana.

Wilfredo, Herminio, Luis, Domingo, Hermis, son algunos de los nombres de quienes, con sano orgullo, mantienen con su labor la transitabilidad del viaducto, el cual sigue siendo, por su complejidad constructiva y su fastuoso recorrido adosado a la ladera de la montaña en el macizo Sagua-Baracoa, uno de los más relevantes del mundo, a pesar de sus más de 46 años de existencia.

Los trabajadores dedicados al mantenimiento del vial están integrados en tres brigadas, dos pertenecientes al municipio de Imías y una al de Baracoa, explica Herminio Gamboa Martínez, responsable del primero de esos colectivos.

Vecino de la comunidad de Veguita del Sur, Herminio detalla que su cuadrilla atiende los 14 kilómetros que enlazan a la comunidad de Cajobabo con el Alto de Emilita (a razón de algo más de un kilómetro por trabajador), mientras la segunda cubre el tramo Alto de Emilita-Alto de Marañón, y la tercera, la distancia entre ese punto limítrofe de los dos municipios y Paso de Cuba.

FOTOS DEL AUTORTrabajadores de la brigada uno en la corrección de juntas y grietas en el vial.

En ese sitio concluye el viaducto, en su acepción ampliada, pues oficialmente se considera como tal a los seis kilómetros que van desde Las Guásimas hasta el Mirador de Alto de Cotilla, donde las soluciones ingenieras fueron verdaderamente creativas, como lo atestigua la fundición de una placa volada sobre el precipicio, sostenida por gruesos pilotes encajados sobre la roca y vigas de hormigón de altísima calidad.

En su empeño por mantener esa obra maestra en buen estado, y con ello la circulación vehicular, los colectivos (pertenecientes a la Empresa de Mantenimiento Vial y Construcciones de Guantánamo) cumplen con tres tareas fundamentales: barrido de la calzada, limpieza de alcantarillas y tragantes, y mantenimiento de los puentes, faena esta última que exige pintura, reparación de barandas y eliminación de escombros.

A esas acciones se añaden otras como la corrección de juntas y grietas en el vial, chapea de la faja, poda de árboles y de cercas vivas, acarreo de materiales, pintura de pilotes y barandas, y evacuación de pequeños derrumbes de tierra y rocas, pues aquellos voluminosos se eliminan con medios mecanizados pertenecientes a las empresas constructoras de ambos municipios, relata Ermis Ramírez Ramírez, quien a pesar de sus 61 años de edad se mantiene como el trabajador más destacado de la brigada dirigida por Herminio.

FOTOS DEL AUTORDerrumbes como este, ocurrido en noviembre del 2010 en Cagüeybaje, son frecuentes en el viaducto La Farola por el alto régimen de precipitaciones.

"El viaducto es la vida misma para nosotros, los que habitamos en su extensión, y para los baracoenses, por eso ponemos el máximo empeño en cuidarlo", afirma Wilfredo Samón Samón, integrante de la segunda cuadrilla y vecino de El Chorrito, sitio donde tuvo su génesis y su campamento el primer colectivo dedicado al mantenimiento de La Farola, entre mediados de la década del sesenta y los noventa del pasado siglo.

A Wilfredo le asiste toda la razón para amar al serpenteante y empinado vial, pues por él hoy transita alrededor del 96 % de las personas que entran o salen de Baracoa, y cerca del 83 % de las mercancías, cifras que reflejan en sí mismas la trascendencia socioeconómica de esa obra ingeniera, promesa defraudada de los gobiernos de la pseudorrepública y cumplida por la Revolución.

Elio González Rodríguez, subdirector económico de la Empresa de Mantenimiento Vial y Construcciones de Guantánamo, pondera el desempeño de las tres brigadas y comenta que a pesar de las limitaciones con determinados recursos, sus integrantes han recibido medios de trabajo como botas, ropa, machetes, limas, palas, azadas, vagones... y hasta un tractor para el bacheo, si bien realizan sus labores manualmente. El pasado año también fue mejorado su salario, significa.

Merecida atención a quienes día a día, y no pocas veces de noche y hasta de madrugada (en casos de los frecuentes derrumbes provocados por las lluvias), garantizan que no se apague la luz que irradia La Farola, símbolo omnipresente de la obra de la Revolución en Baracoa.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir