Las comunidades indígenas de Estados Unidos
experimentan sentimientos de pérdida, alienación e indignidad y
queda mucho por hacer para curar las heridas de su historia de
opresión, aseguró hoy un experto de Naciones Unidas.
La opinión fue manifestada este viernes por James
Anaya, relator especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos
indígenas, al concluir un recorrido por el territorio norteamericano
para examinar la situación de esos conglomerados en el país.
Es evidente que todavía no se han adoptado medidas
adecuadas de reconciliación para vencer la persistente herencia de
la historia de opresión sufrida por las poblaciones autóctonas,
afirmó el especialista tras una investigación de dos semanas, se
informó aquí.
Anaya sostuvo intercambios con representantes de
pueblos indígenas, tribus y funcionarios gubernamentales en
Washington, Alaska, Oregón, Dakota del Sur y Oklahoma, pero lamentó
el fracaso de sus esfuerzos para reunirse con miembros del Congreso.
Durante los últimos días "he escuchado historias que
evidencian las profundas heridas que los pueblos indígenas continúan
sufriendo a causa de la historia de opresión que han enfrentado",
subrayó.
Eso incluye despojo de la mayoría de sus tierras y
recursos, sustracción de los niños de sus familias y comunidades,
colapso de estructuras tradicionales, pérdida de lenguajes, ruptura
de tratados y una brutalidad descarada, todo sobre la base de la
discriminación racial, precisó.
Anaya consideró que esa historia no solo mancha el
pasado, sino que traslada al presente las desventajas que sufren los
pueblos indígenas en Estados Unidos.
El experto calificó de descontroladas e
irresponsables las acciones de la industria extractiva en todo el
país, en particular la minería del uranio en el sureste, que
ocasiona la contaminación de las fuentes de agua y otros recursos y
efectos negativos en la salud de los pueblos indígenas.
Asimismo, opinó que el trauma intergeneracional
padecido por esas sociedades se siente y manifiesta con fuerza en
los males sociales que afligen a los indígenas americanos en
magnitudes no experimentadas por otros.
Pese a esa realidad, el relator de la ONU destacó la
importancia de la adhesión del gobierno norteamericano a la
Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
ocurrida en 2010, tres años después de la adopción de ese
instrumento.
También subrayó varias iniciativas vinculadas a las
consultas y apertura de espacios a los grupos autóctonos para la
solución de reclamos, mejorar la educación y actividades económicas,
entre otros asuntos.
No obstante, Anaya pidió acciones más enérgicas para
la solución de los problemas que afectan a las comunidades nativas
americanas y de Alaska y la hawaiana, "cuestiones con raíces en una
oscura y compleja historia, cuya herencia no resulta fácil de
superar", informó PL.