"Pero no había otro remedio —comenta Panchito, director del
colectivo y responsable del proyecto docente— si queríamos seguir
contando con un teatro lírico en la provincia. Lo necesitaba el
propio desarrollo de la compañía y teníamos esa deuda con la
historia de este tipo de arte escénico musical en un territorio como
el nuestro donde existía una tradición, eso sí, amenazada en aquel
momento. Y ya se sabe que tradición que se interrumpe es casi
siempre tradición muerta."
Fue así que el Ministerio de Cultura y su Centro Nacional de la
Enseñanza Artística dieron luz verde a la unidad docente para la
formación en la especialidad de Canto. Contaban con la experiencia
de los veteranos y de otros profesionales en asignaturas prácticas
—la danza y la música, por ejemplo— y teóricas, porque un cantante
debe poseer basamento humanista y un conocimiento de la cultura
universal y, sobre todo, la de su país, el apoyo de las autoridades
políticas y del gobierno en la provincia, el respaldo logístico de
una instalación —el teatro José Jacinto Milanés, que luego de un
proceloso proceso inversionista al fin recuperó para la ciudad uno
de los coliseos emblemáticos de la arquitectura escénica cubana—, y,
por sobre todas las cosas, el ánimo de convertir los deseos en
realidades.
Hace poco más de un mes la unidad docente tuvo su sexta
graduación, la cual se produjo en momentos de franco ascenso en la
vida artística de la compañía, espiral que se sustenta precisamente
en el talento acumulado en las anteriores promociones.
La mayor evidencia de ese crecimiento se halla en la acogida que
a lo largo del último año ha tenido en diversas plazas de la isla el
espectáculo Desde Broadway, una revista de casi dos horas de
duración en la que el joven elenco repasa hitos de la comedia
musical anglosajona y piezas popularizadas a través del cine.
Con escasos recursos escenográficos, suficientes para sugerir
atmósferas, los intérpretes asumen verdaderas pruebas de fuego de la
que salen airosos. Escenas de El fantasma de la Ópera,
Cats, Cabaret, Chicago y West Side Story
alternan con los temas de Titanic, El guardaespaldas,
Cantanto bajo la lluvia, en una secuencia sin grandes
pretensiones pero animadas por la fluidez del canto y la precisión
de los movimientos escénicos, que incluyen momentos coreográficos.
Lo que más sorprende en la representación es que las nuevas voces
se hallan despojadas de vicios y manierismos vocales tan frecuentes
en la escena musical cubana de los últimos tiempos, a la vez que
ejercitan la actuación —hasta donde es dado en un espectáculo con
recursos dramáticos limitados por el carácter mismo de la revista—
sin poses preconcebidas.
El sistema de trabajo de Panchito afortunadamente se basa en el
protagonismo compartido, de manera que las jerarquías las
establecerá el futuro. De todos modos hay nombres que sobresalen:
José Enrique Iglesias, Marbelis González, Silenia Ponjuan, Daymara
Regalado y Reinier Blanco.
Quedan pendientes, desde luego, pruebas de mayor calado, para lo
cual se requiere tiempo de maduración y despejar la interrogante de
una orquesta —sé que la poseen y que se dan pasos para el
completamiento de las líneas instrumentales de acuerdo con las
necesidades de la provincia— que debe responder a las exigencias de
un repertorio mayor.
Pero, sin lugar a dudas, el sueño de los fundadores que pusieron
la primera piedra del Teatro Lírico Ernesto Lecuona hace 50 años en
Pinar del Río, renace en las espigas que crecen a la vera de un
proyecto profesional y pedagógico muy serio.