Vueltabajo, el canto y las espigas

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

No creo que todos estuvieran demasiado convencidos de que la idea de Francisco Alonso resultaría. Porque atreverse a fundar una unidad docente en el seno de la compañía Lírica Ernesto Lecuona, en Pinar del Río, implicaba enormes riesgos

Foto: Freddy Pérez CabreraLas jóvenes voces pinareñas protagonizan el espectáculo Desde Broadway.

"Pero no había otro remedio —comenta Panchito, director del colectivo y responsable del proyecto docente— si queríamos seguir contando con un teatro lírico en la provincia. Lo necesitaba el propio desarrollo de la compañía y teníamos esa deuda con la historia de este tipo de arte escénico musical en un territorio como el nuestro donde existía una tradición, eso sí, amenazada en aquel momento. Y ya se sabe que tradición que se interrumpe es casi siempre tradición muerta."

Fue así que el Ministerio de Cultura y su Centro Nacional de la Enseñanza Artística dieron luz verde a la unidad docente para la formación en la especialidad de Canto. Contaban con la experiencia de los veteranos y de otros profesionales en asignaturas prácticas —la danza y la música, por ejemplo— y teóricas, porque un cantante debe poseer basamento humanista y un conocimiento de la cultura universal y, sobre todo, la de su país, el apoyo de las autoridades políticas y del gobierno en la provincia, el respaldo logístico de una instalación —el teatro José Jacinto Milanés, que luego de un proceloso proceso inversionista al fin recuperó para la ciudad uno de los coliseos emblemáticos de la arquitectura escénica cubana—, y, por sobre todas las cosas, el ánimo de convertir los deseos en realidades.

Hace poco más de un mes la unidad docente tuvo su sexta graduación, la cual se produjo en momentos de franco ascenso en la vida artística de la compañía, espiral que se sustenta precisamente en el talento acumulado en las anteriores promociones.

La mayor evidencia de ese crecimiento se halla en la acogida que a lo largo del último año ha tenido en diversas plazas de la isla el espectáculo Desde Broadway, una revista de casi dos horas de duración en la que el joven elenco repasa hitos de la comedia musical anglosajona y piezas popularizadas a través del cine.

Con escasos recursos escenográficos, suficientes para sugerir atmósferas, los intérpretes asumen verdaderas pruebas de fuego de la que salen airosos. Escenas de El fantasma de la Ópera, Cats, Cabaret, Chicago y West Side Story alternan con los temas de Titanic, El guardaespaldas, Cantanto bajo la lluvia, en una secuencia sin grandes pretensiones pero animadas por la fluidez del canto y la precisión de los movimientos escénicos, que incluyen momentos coreográficos.

Lo que más sorprende en la representación es que las nuevas voces se hallan despojadas de vicios y manierismos vocales tan frecuentes en la escena musical cubana de los últimos tiempos, a la vez que ejercitan la actuación —hasta donde es dado en un espectáculo con recursos dramáticos limitados por el carácter mismo de la revista— sin poses preconcebidas.

El sistema de trabajo de Panchito afortunadamente se basa en el protagonismo compartido, de manera que las jerarquías las establecerá el futuro. De todos modos hay nombres que sobresalen: José Enrique Iglesias, Marbelis González, Silenia Ponjuan, Daymara Regalado y Reinier Blanco.

Quedan pendientes, desde luego, pruebas de mayor calado, para lo cual se requiere tiempo de maduración y despejar la interrogante de una orquesta —sé que la poseen y que se dan pasos para el completamiento de las líneas instrumentales de acuerdo con las necesidades de la provincia— que debe responder a las exigencias de un repertorio mayor.

Pero, sin lugar a dudas, el sueño de los fundadores que pusieron la primera piedra del Teatro Lírico Ernesto Lecuona hace 50 años en Pinar del Río, renace en las espigas que crecen a la vera de un proyecto profesional y pedagógico muy serio.

 

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