Intensas sesiones de negociación tienen lugar este viernes en la 
			recta final de la XVII conferencia ambiental de la ONU, con 
			propuestas técnicas sobre la mesa a la espera de decisiones 
			políticas.
			Luego de la extensa jornada del jueves, en la que no pocos 
			delegados se retiraron del Centro Internacional de Convenciones 
			entrada esta madrugada, y tras los primeros contactos informales de 
			la mañana, comenzó a aflorar aquí cierto optimismo, reporta Prensa 
			Latina.
			Tengo la certeza de que en Durban se va a anunciar la puesta en 
			operación del Fondo Verde del Clima, y se presentará como un gran 
			resultado, pero es un fondo que no tiene un centavo, comentó a 
			Prensa Latina un diplomático que participó en los debates a puerta 
			cerrada.
			Lo cierto es que a partir de lo negociado hasta ahora, durante 
			2012 se tendrá que seguir discutiendo sobre las fuentes de 
			financiamiento de ese instrumento.
			Según trascendió de los debates, es de esperar que en un inicio 
			solo se produzcan pequeñas contribuciones voluntarias de naciones 
			ricas de Europa, quizás países nórdicos, las cuales permitirán que 
			el Fondo se constituya con una sede, a la cual aspiran, entre otros, 
			México, Suiza y Singapur.
			No obstante, el dinero estará en el Banco Mundial, que a tono con 
			los acuerdos de Cancún será la entidad de fideicomiso a cargo de 
			esos recursos financieros, dinámica que no ha sido del agrado de 
			varios países subdesarrollados, pero que a toda luz resulta 
			inamovible.
			Según la metodología pactada, aquí se aprobaría poner en marcha 
			el Fondo, y se pediría a los grupos de trabajo propuestas para la 
			junta que lo dirigirá, la cual sería constituida alrededor de marzo 
			venidero y por ende no se reuniría hasta abril.
			Dicha junta propondría la sede del Fondo, de manera que el 
			mecanismo no tendrá casa hasta mediados de año.
			En cuanto al financiamiento, se está aprobando un programa de 
			trabajo para comenzar a explorar las fuentes, alrededor de las 
			cuales hay opiniones divergentes.
			Los países industrializados se resisten a que las fuentes 
			principales sean públicas, y apuestan al sector privado, pero este 
			último también se niega a llevar el peso fundamental, que implicaría 
			gravámenes para la recuperación de los recursos.
			Las naciones subdesarrolladas prefieren la garantía de fondos 
			públicos y sistemáticos.
			La realidad es que durante un año más será necesario discutir 
			estos temas para que exista cierta claridad en los orígenes del 
			dinero.
			En cuanto al segundo período de compromisos del Protocolo de 
			Kioto, en varias salas a puerta cerrada grupos negociadores barajan 
			opciones, dirigidas a que no muera el pacto, pese a la anunciada 
			negativa de países como Canadá, Japón y Rusia a no sumarse a un 
			nuevo capítulo.
			Está en discusión el tiempo de vida del segundo período de 
			compromisos y las cuantías en los niveles de mitigación a asumir por 
			cada país, incluso las vías para lograrlo, que no están bien 
			definidas.
			Entre las opciones se contempla una fórmula para darle vida al 
			Protocolo en el período 2013-2017, incluso uno mayor, de ocho años, 
			sujeto a revisión en 2015. La decisión se debe adoptar en breve con 
			el visto bueno de los ministros y otros jefes de delegaciones.
			El Protocolo de Kioto fue suscrito en 1997, ratificado por 156 
			países y, luego rechazado por dos de los principales contaminantes 
			del mundo, Estados Unidos y Australia.
			En esencia establece el objetivo de reducir las emisiones de 
			gases de efecto invernadero en una media del 5,2 por ciento con 
			respecto a los niveles de 1990, aunque en su anexo B precisa metas 
			cuantificadas de mitigación por cada país.
			La presidencia surafricana de la conferencia ha realizado una 
			intensa labor de cabildeo con las partes, a fin de combinar opciones 
			y lograr documentos equilibrados capaces de alcanzar el consenso.
			En las llamadas sesiones de Indaba, los anfitriones han tratado 
			de evitar que el epílogo de Durban sea igual al de la XVI 
			conferencia de Cancún, donde no pudo revertirse la tendencia a 
			destruir el actual régimen jurídico internacional fundado en la 
			Convención.