BUSAN, Corea del Sur.— Cuando el Grupo de los Ocho (G-8), países 
			más industrializados, decidió priorizar el acceso a Internet en la 
			ayuda al desarrollo, muchos líderes del Sur pobre se opusieron por 
			entender que antes se debía atender con mayor eficacia la lucha 
			contra la indigencia y epidemias mortales.
			Mientras haya millones de mujeres, niños y niñas muriendo a causa 
			del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), malaria 
			(paludismo) y otras enfermedades infecciosas, Internet no parece una 
			prioridad. 
			La prevalencia de prácticas culturales perjudiciales como la 
			mutilación genital femenina y el hecho de que mujeres y niñas deban 
			caminar varios kilómetros en busca de agua y leña está lejos de 
			necesitar la tecnología de Internet. 
			"El compromiso de ofrecer ayuda a las naciones en desarrollo para 
			mejorar el acceso a Internet fue recibido como un insulto", indicó 
			la activista keniata Esther Suchia. 
			"Cuando millones de niñas africanas no tienen acceso a la 
			educación ni oportunidad de escapar de matrimonios precoces y de la 
			carga de las tareas domésticas, los líderes africanos se preguntan 
			si no sería más prudente tratar primero de alcanzar los Objetivos de 
			Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio", añadió. 
			Nunca estuvo en discusión los beneficios de la tecnología, de la 
			asistencia al desarrollo y hasta la ayuda humanitaria para el Sur, 
			como la otorgada por Occidente en respuesta a la sequía que se 
			abatió sobre el Cuerno de África, cuando por lo menos cuatro 
			millones de personas padecían hambre. 
			Muchas personas recordaron que Theo-Ben Gurirab, el excanciller 
			de Namibia que fuera presidente de la Asamblea General de la 
			Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1999 y el 2000, criticó 
			los motivos del Norte pues allí están las expotencias coloniales.
			
			Esa desconfianza hace que los países del Sur se apoyen en la 
			iniciativa llamada Cooperación Sur-Sur (CSS). 
			"La CSS trata de naciones en desarrollo ayudándose entre sí. Son 
			países que en gran medida afrontan los mismos desafíos en materia de 
			desarrollo", señaló Richard Ssewakiryanga, especialista en 
			asistencia global. "Tiene un impacto en la cooperación tradicional 
			Norte-Sur", apuntó. 
			La especialista Roselynn Musa, de Femnet, la Red de Desarrollo y 
			de Comunicaciones de la Mujer Africana, señaló que "la ciudadanía 
			global forma parte de la CSS sin siquiera saberlo. Aun un programa 
			de intercambio a través del cual un estudiante africano se 
			especializa en India forma parte del paradigma". 
			Creada en 1998, Femnet, promueve el avance femenino en el 
			continente. 
			La CSS se considera una rebelión necesaria para el arreglo 
			Norte-Sur por los desequilibrios obvios de poder, aunque ahora 
			también es objeto de críticas. 
			"La asistencia Sur-Sur debe alinearse con las políticas de 
			asistencia que, por desgracia, todavía deben crear muchos países en 
			de-sarrollo", explicó Musa.