La sexta cumbre del Grupo de los 20 (G-20) comenzó este jueves en
Cannes marcada por la crisis de la deuda griega, el posible contagio
a otros países y el fantasma de una nueva recesión europea.
Aunque en un inicio la cita tenía la intención de revisar un
amplio abanico de temas, la posibilidad de una bancarrota en Grecia
y sus consecuencias sobre otras economías de Europa y el resto del
mundo obligaron a cambiar la agenda, reporta Prensa Latina.
Poco antes de arrancar la cumbre, el presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, se reunió con su homólogo francés, Nicolás
Sarkozy, y con la canciller federal alemana, Angela Merkel, para
analizar la candente situación.
El gobierno norteamericano ha presionado a la Unión Europea para
buscar una solución definitiva a esta crisis, atemorizado por una
eventual desestabilización financiera global y una recaída en la
recesión, como ocurrió entre 2008 y 2010.
Obama, sin embargo, llegó a Cannes con pocas credenciales, pues
horas antes la Reserva Federal revisó a la baja el pronóstico de
crecimiento de la economía estadounidense para los próximos tres
años y advirtió sobre un incremento del desempleo.
Ante este panorama, y a diferencia de lo ocurrido en otras
cumbres del G-20, esta vez las potencias occidentales vuelven la
mirada hacia las llamadas economías emergentes en busca de recursos
para superar la crisis.
Para lograrlo intentarán arrancar al denominado Grupo BRICS,
Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, un compromiso para hacer
aportes al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.
Además, presionarán con fuerza a lo largo de la cumbre para
obligarlos a estimular el consumo interno y abandonar su política
exportadora como vía para el desarrollo.
El G20 está formado por los países más industrializados: Estados
Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia y Francia,
además de Rusia.
Lo complementan Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil,
China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía,
más la Unión Europea como miembro especial.