El gobierno Bolivia envió hoy una comisión
encabezada por el canciller, David Choquehuanca, en un nuevo intento
de diálogo con marchistas indígenas que rechazan la vía que unirá a
las regiones de Cochabamba y Beni.
De acuerdo con el ministro de Comunicación, Iván
Canelas, la iniciativa del Ejecutivo tiene lugar en medio de
maniobras de los líderes de la caminata que impulsa la Confederación
de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob) para esquivar las
pláticas.
Canelas precisó que el jefe de la diplomacia
boliviano espera reunirse con dirigentes de la movilización en la
localidad amazónica de Limoncito, y a la comitiva se pueden
incorporar cuantos ministros de Estado soliciten para llegar a
acuerdos.
Los originarios estiman que la vía que pasaría por
el Parque Nacional Isiboro Sécure dañará el medio ambiente y la
biodiversidad, mientras el gobierno estima que traerá desarrollo a
la región como parte de una política integracionista, advirtió
Prensa Latina.
La autoridad precisó además que la presencia de la
Policía en el poblado de Yucumo, en el curso de la caminata, es para
evitar enfrentamientos entre los que rechazan la vía y una gran
cantidad de habitantes de la zona que reclaman ese camino.
Por otra parte, señaló que el gobierno determinó
enviar agua a los marchistas, que se quejaron de falta de ese
líquido y de que se les había impedido acceder a algunos arroyos.
La víspera, el ministro del Interior, Sacha LLorenti,
denunció los vínculos del expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada con
la caminata.
Llorenti precisó que se trata de Jaime Aparicio,
viceministro de Relaciones Exteriores entre 1993 y 1997, durante el
primer mandato de Sánchez de Lozada, además de desempeñarse como
canciller interino.
Al exdiplomático, dijo, correspondió la tarea de
presentar una carta sobre la protesta en torno a la carretera que
unirá al occidente y el oriente bolivianos.
La misiva, a nombre de la Confederación de Pueblos
Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob) fue entregada ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Estados
Unidos.
Durante el segundo gobierno de Sánchez de Lozada
(2002-2003), Aparicio fue embajador de Bolivia en Estados Unidos y
actualmente reside en Washington donde tiene un bufete de abogados,
agregó.
Junto a Aparicio residen en el norteño país el
propio Sánchez de Lozada y sus exministros de Defensa y de Economía,
Carlos Sánchez y Jorge Berindoague, respectivamente, prófugos de la
justicia y acusados de delitos de lesa humanidad por la masacre de
octubre de 2003.
En esa fecha Sánchez de Lozada indicó reprimir
violentamente con militares a una manifestación social, que tuvo
saldo de 68 muertos y más de 400 heridos.
La revuelta lo obligó a dimitir y huir del país
hacia Estados Unidos y, junto con él, varios de sus más estrechos
colaboradores.
Llorenti afirmó que la representación de la firma de
abogados de Aparicio Otero a favor del Cidob es clara muestra de los
vínculos de los dirigentes originarios y los representantes de la
administración de Sánchez de Lozada.
El objetivo de esa misiva, opinó, es que la
Organización de Estados Americanos (OEA) impulse una intervención en
Bolivia.
Enfatizó que esas acciones forman parte de una
ofensiva de sectores reaccionarios que dilapidaron recursos
naturales cuando estuvieron en el poder, pero cuyos intereses están
detrás de la movilización.