Una decisión paternalista y superficial

OSCAR SÁNCHEZ SERRA
oscar.ss@granma.cip.cu

Ya es un hecho, la 51 Serie Nacional de Béisbol, el espectáculo más seguido por los cubanos, tendrá 17 equipos. Criterios hay a montones sobre tal decisión, sin embargo, los peloteros de cada conjunto se han preparado y todos, más allá de sus reales posibilidades, lo hicieron o están haciendo para ganar el certamen. Nadie entrena para perder y mucho menos para no competir.

Lo que sí no se podía perder de vista es que la pelota y su campeonato es un fenómeno social a gran escala, al cual se le está demandando, y con razón, más calidad, no solo deportiva, sino en atención a los atletas, árbitros, sistemas informativos de bases de datos, estadios, vestuarios, condiciones de vida (entiéndase alimentación, transportación y hospedaje), al público, en fin a todo ese entramado social que nos hace disparar las emociones tras un jonrón o un buen fildeo.

¿Qué sentido tiene entonces ante tales exigencias, muchas de ellas aún por cumplir, incorporar una escuadra más al calendario? ¿Alguien ha sacado las cuentas de lo que significa otra plantilla en la lid, la cual dejaría siempre a un equipo sin jugar en una subserie, entiéndase tres días, más los de traslados, es decir ocasionando gastos sin brindar espectáculo, sin salir a la grama? ¿Acaso no conocíamos con suficiente antelación, desde el 1 de agosto del 2010, fecha en que se aprobó el Proyecto de Ley Modificativa de la Ley 1304, del 3 de julio de 1976, que dio origen desde enero de este año a las provincias de Mayabeque y Artemisa, que una situación como la del calendario de nuestro principal campeonato se venía encima? ¿Pensamos en que el propio organismo deportivo ha constreñido el calendario nacional de muchas de sus disciplinas, algunas de ellas reducidas casi a la mínima expresión, por ajustes a su plan, para ahora invertir más en algo que por demás no garantiza calidad, ni mucho menos espectáculo, la razón de ser de nuestro béisbol en tanto pasatiempo nacional?

El deporte no está en otra galaxia, sino en la misma órbita de una sociedad que necesita de un pensamiento económico certero, capaz de cumplir con las demandas y al propio tiempo hacerlo eficientemente. A quienes toca decidir en este campo también han de tener presente la máxima expresada por el General de Ejército Raúl Castro el 4 de abril del 2010: "La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal y el centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social". Y como ha dicho él mismo, no se trata de ser un encumbrado economista, sino de tener sentido común en cada paso que damos.

A juzgar por el argumento sostenido en la decisión de los 17 elencos en porfía para la venidera campaña de que "... a partir del mes de octubre y hasta mayo, un equipo multidisciplinario comenzará las investigaciones en torno al fenómeno del béisbol en la capital, criterio fundamental para futuras transformaciones", uno no puede menos que evaluar de poca profundidad y hasta paternalista tal fundamentación. Y no porque Metropolitanos sea un equipo débil, aquí no hemos hablado ni vamos a hablar de si batea bien o tiene mal pitcheo, sino de pensar en todo, por mínimo que sea cada detalle, porque ante ese razonamiento lo primero que uno se pregunta es ¿qué fue lo que se hizo desde la decisión de la Asamblea Nacional de crear esas dos provincias en agosto del año pasado, con toda una serie por delante para investigar sobre ese fenómeno?

Ahora parece tarde, la batalla por esa eficiencia ya se perdió. Sobra talento, falta seriedad, fue el título de un artículo el pasado 13 de mayo del colega Sigfredo Barros. Sostenemos que como en los peloteros, en los especialistas de organización y programación deportiva, así como en la Dirección Nacional de Béisbol, hay talento y no poco, pero estamos urgidos de seriedad, entendida como la realización de análisis integrales, sin apresuramientos ni superficialidades que atenten, como ahora, contra un elemental razonamiento económico, los cuales por supuesto se revierten en falta de calidad en un espectáculo dirigido a un pueblo que respira junto a su béisbol.

 

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