Ecos de la ilegalidad
No solo la población de áreas urbanas o rurales de nuestro país
viola las regulaciones urbanísticas, también lo hacen muchas
instituciones estatales a las que no siempre se les exige por ello,
o no toman plena conciencia de su indisciplina
YAIMA PUIG
MENESES
Un día almacenaron elementos prefabricados de hormigón; otro
dejaron un poco de tierra, escombros, restos de poda de árboles; al
mes siguiente comenzaron a aparecer sobras de comida, latas vacías,
pomos, cartones¼ Y así, a la vista de
todos, el terreno comenzó a llenarse de "cosas".
Ahora
el solar yermo muestra una imagen completamente diferente a la de
meses atrás.
La historia podría ubicarse en cualquier lugar del país. Pero
esta sucedió en un solar yermo ubicado en la calle 17-A, entre 206 y
216, Reparto Siboney, Playa, provincia de La Habana, y que desde
1991 es utilizado regularmente por una entidad estatal como área de
apoyo en el proceso inversionista.
Sin embargo, en el transcurso de estos años, ni la Dirección
Administrativa de ese centro, ni la empresa constructora que actúa
como contratista de la inversión, tuvieron entre sus prioridades
mantener la "vista" sobre este terreno. Ello provocó que desde el
2010, poco a poco se convirtiera en un "basurero" de uso público,
afectando no solo la higiene y la imagen del sitio y su entorno,
sino también el cumplimiento de las regulaciones urbanísticas.
¿OÍDOS SORDOS?
Meses atrás, un requerimiento realizado al contratista sobre la
descontrolada situación, motivó un compromiso de cercar el área para
impedir la entrada de personal ajeno a la institución. No obstante,
ello solo ocurrió a medias, y un buen día, volvió a aparecer una
brecha para la indisciplina social.
Mientras, ninguno de los directivos responsabilizados con el área
de inversiones, ha sido capaz de explicar cómo llegaron allí los
desechos. "Casi todos los días paso por ahí, pero no entro. Ese
terreno lo solicitamos para una futura ampliación de la planta, y
por ahora solo lo empleamos como un depósito de materiales", señala
el director administrativo del centro.
Y agrega: "Casi siempre prestamos más atención a la producción
que a otras áreas. Con este terreno cometimos el error de no tenerlo
entre nuestras prioridades".
Resulta irónico, pero es cierto. No solo los habitantes de áreas
urbanas o rurales de nuestro país infringen las regulaciones
urbanísticas, también lo hacen numerosas instituciones estatales a
las que no siempre se les exige por ello o no toman plena conciencia
de su indisciplina. Al igual que a la población, también se le debe
"pedir cuentas" a empresas, funcionarios o entidades, y aplicarles
multas u otras medidas correctivas cuando violen la Ley o las
regulaciones vigentes.
¿Dónde han estado durante todos estos meses las personas e
instituciones que deben exigir por el cumplimiento de lo
establecido? Jamás la entidad estatal fue multada por ello. ¿Acaso
puede una empresa u organismo tener jurisdicción sobre parcelas de
tierra y ni siquiera sentirse responsable por lo que allí pueda
suceder? ¿Quién vela entonces por el cuidado del patrimonio estatal?
Lamentablemente, en el transcurso de los últimos años, las normas
y regulaciones para el ordenamiento territorial han ido quedando
solo para emborronar cuartillas y las medidas aplicadas resultan
pequeñas ante el actual "relajo" urbanístico existente, sin que se
ejerza una verdadera labor preventiva en las comunidades.
¿QUIÉN FRENA LA IRRESPONSABILIDAD?
Esa es la historia reciente, la de hace unos años también acaba
de desempolvarse "como por arte de magia" ante muchos incrédulos.
Resulta que el mencionado terreno ni siquiera es legalmente
propiedad de la institución, la cual, aun así, al hacer uso del
mismo tiene la responsabilidad de adoptar las medidas necesarias
para mantener allí el orden y la legalidad. Al transcurrir el
tiempo, lo transitorio pasó a ser permanente, y ninguna dependencia
de Planificación Física emitió para este solar baldío una
microlocalización, documento que señala si el sitio es adecuado o no
para ejecutar la inversión prevista.
Tampoco consta en ningún archivo, documento legal alguno que
autorice el uso de ese espacio, ni para almacenar materiales ni para
construir en el futuro otra planta. Solo a mediados de 2009 fue
solicitada oficialmente el área ante la Dirección Provincial de
Justicia de La Habana. Y como si fuera poco, desde mayo de 2010 y
hasta hace unos días, el expediente correspondiente al solar —ya
asignado al centro—, permaneció engavetado a la espera del
representante de la entidad para ser inscrito en el registro de la
propiedad.
¿Cómo es posible que una institución emplee durante dos años un
pedazo de tierra por el que jamás se le han exigido
responsabilidades? ¿Dónde estaban todo este tiempo, inspectores,
dirigentes administrativos, instituciones de Gobierno¼
? ¿Dónde estaban los especialistas encargados de que ningún terreno
se adjudique a una persona o institución para construir en él sin
antes emitir la referida microlocalización?
Si bien corresponde a las estructuras de inspección del Gobierno
y a las instituciones estatales velar por la legalidad, el sistema
de Planificación Física, en cualquiera de sus entidades, está
obligado a exigir por el cumplimiento de lo regulado, en aras de
posibilitar un ordenamiento urbano y territorial de máxima calidad.
La impunidad solo trae consigo mayores indisciplinas y
desorganización.
Nada justifica la ilegalidad. Para restablecer el orden
constructivo y urbanístico es necesario tomar medidas de control que
realmente conduzcan a que cada quien se responsabilice con sus
actos, y en primer lugar, quienes deben cumplir con ello son las
propias administraciones.
Lo narrado en estas líneas apenas constituye un pálido reflejo de
las violaciones e indisciplinas sociales que suceden a lo largo y
ancho del país. Sobre ellas, Granma continuará publicando en
próximas ediciones.
A la cuenta de tres
En apenas 48 horas fueron extraídos más de 1
200 metros cúbicos de desechos en unos 120 viajes de
camiones, con un gasto de 1 020 litros de diesel. Sin
embargo, el consumo real de combustible puede llegar a
duplicarse si se tiene en cuenta lo empleado en transportar
los residuos hasta esa área en vez de llevarlos a un
vertedero desde el primer día.
Los directivos asociados a la inversión
tienen la responsabilidad de velar por que en el solar no
vuelvan a cometerse ilegalidades. También otras
instituciones estatales están obligadas a mantenerse al
tanto; este episodio debiera conducirlas, además, a que sus
acciones dejen de ser un formalismo diario para que ninguna
infracción pueda tomarlas por sorpresa. |
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