Calidad de las semillas: fundamental para los buenos rendimientos

Diálogo con Sergio Rodríguez Morales, director del Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT), de Villa Clara

Freddy Pérez Cabrera

Trabajo dio que aquel guajiro entendiera cómo su compañero, dueño de una finca colindante a la de él, obtuvo una cosecha de boniato varias veces superior a la suya, si ambos tenían igual extensión de tierra, un sistema de regadío eficiente, abundante agua y nunca le faltaron los insumos.

Sergio muestra la nueva variedad de plátano-vianda creada por el INIVIT.

La clave había estado en que el más "dichoso" había comprado las semillas del tubérculo en el INIVIT, a solo 20 pesos el millar, y el más terco continuaba aferrado al viejo método de cortar bejucos de sus cansadas plantaciones, las que cada año se veían infestadas del Tetuán que ataca al boniato.

El hecho demuestra que todavía los resultados de la ciencia no se reflejan como fuerza productiva decisoria, al menos en el sector agrícola, ya sea por desconocimiento, falta de organización o carencia de una política coherente que permita la implementación de los resultados científicos.

Sobre el particular, abordamos al doctor Sergio Rodríguez Morales, director del INIVIT, una autoridad en el tema, quien durante más de 40 años se ha dedicado a investigar las vías más efectivas para propagar nuevos cultivos de viandas, frutas y hortalizas en la campiña cubana.

Fotos del autorLa biofábrica de Villa Clara, la mejor del país.

La entidad que encabeza tiene prestigio y aval suficiente. Hoy posee un gran banco de germoplasmas de plátano, con 345 variedades, así como de yuca y boniato, y otros también muy considerados, como los de ñame y malanga.

En medio del debate generalizado acerca de las mejores experiencias para elevar los rendimientos agrícolas que permitan satisfacer la creciente demanda de los cubanos, y aliviar a la economía de la pesada carga de la importación de alimentos, acudimos a este reconocido científico, quien comparte con los lectores de Granma sus criterios al respecto.

—¿Qué razones impiden un despegue de los rendimientos agrícolas en Cuba?

Son muchas, la generalidad de ellas conocidas. Sin embargo, creo que la mayoría depende de la voluntad del hombre para resolverlas. Por ejemplo, hay un problema muy serio con la calidad de las semillas empleadas, de las cuales dependen, en gran medida, los resultados finales de la producción.

—¿Y no resulta contradictorio que teniendo una red de instituciones científicas dedicadas al tema, este problema aún no esté resuelto?

Cuando Fidel diseñó las biofábricas pensó en ese concepto, las concibió para producir semillas de alta calidad, concepto que desvirtuamos, como otras muchas cosas. Hubo un tiempo que solo tenían vitroplantas de plátano. Creo que ha faltado un sistema de trabajo coherente, que permita llevar de manera eficiente y ágil a la práctica productiva, los resultados de la ciencia.

—¿Qué impide cambiar esa situación?

Nada. En la mayoría de los productores y cuadros hay que cambiar el pensamiento estratégico. Hoy se piensa más en los insumos que en el mejoramiento de las variedades y semillas, y está demostrado que en los últimos 100 años, a nivel mundial, el 50 % de los rendimientos agrícolas ha estado determinado por esa razón y no porque haya más fertilizantes o pesticidas.

Si aplicamos esos conceptos, podemos elevar la producción de alimentos con los mismos recursos que tenemos actualmente.

—¿En la práctica, qué significa para un productor poder contar con simientes de calidad?

Si usted le pone fertilizantes, riego o pesticidas a una semilla de calidad obtendrá excelentes rendimientos y se le duplicarán las ganancias, pero si se lo aplica a una mala semilla está botando esos recursos, y de seguro obtendrá pérdidas, algo que ocurre con mucha frecuencia en el país.

—El pensamiento mercantilista nos ha hecho mucho daño...

Claro. A veces ocurre que vamos a una unidad, entregamos una cantidad de semilla básica y es utilizada en producir comida para vender a acopio o a los particulares, en lugar de pensar primero en crear un banco y multiplicar esas variedades, las cuales, desde el punto de vista genético, son de alto potencial productivo, además de estar libres de virus y enfermedades.

Tenemos el caso del pepino. Hemos dado a determinadas entidades semillas de alto rendimiento, y en lugar de hacer un banco de simientes, las siembran, para venderlo luego a precios muy elevados en los mercados.

—¿Cuál sería la solución que usted propondría?

Debemos crear una estrategia que involucre a todos, hasta el último productor, estatal o privado. El INIVIT trabaja en la investigación y conservación de los recursos genéticos. Las biofábricas multiplican esas simientes sanas y de gran potencial productivo, y las fincas de semillas y de productores individuales especializados en esta labor las generalizan. Ese es el camino. Es importante que cada municipio tenga su finca de semillas, idea que pudiera extenderse, incluso a nivel de unidad productora y a los mejores campesinos, en dependencia de las necesidades reales y la demanda de cada territorio.

—Esa sería una vía para satisfacer a los nuevos productores acogidos al Decreto-Ley 259.

Ha surgido una nueva figura productiva que demanda capacitación y tecnología. En ese sentido, potenciar a campesinos individuales que produzcan semillas para el resto sería una buena idea, algo que ya se concreta en provincias como Villa Clara.

Todo el mundo no puede producir simientes, hablo de seleccionar a determinados productores, a los más capaces. Una cosa es semilla y otra material de siembra.

—¿Y no trae pérdidas el dedicarse a ese fin?

No, al contrario, muchos resultados, porque se venden las semillas, y además se recoge el fruto de lo sembrado, que siempre tendrá altos rendimientos. Económicamente, en el mundo entero, el campesino productor de semillas es más eficiente que el que no la produce.

—¿Cómo anda la integración de los centros científicos en esta labor?

Tenemos que seguir trabajando para aprovechar mejor nuestras potencialidades en temas como el diagnóstico, la capacitación y la transferencia de nuevas tecnologías. No hay que esperar a un congreso o a un gran evento para divulgar una novedad. Debemos tratar de que esta llegue lo más rápido posible al productor. También es necesario capacitar a los decidores, a todo el que tiene que ver con esta misión. Todos debemos ser aprendices.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir