La
economía no se ha recuperado todavía de las acciones irresponsables
cometidas en Wall Street con el dinero de inversionistas y
ahorristas. A menos de un año de haberse aprobado un paquete de
regulaciones para evitar la repetición de estos hechos, los
legisladores republicanos creen que son los banqueros los que
necesitan la protección del Congreso y no el público. Piensan que el
lobo es quien merece ser defendido de la reacción de las ovejas,
cansadas de ser víctimas indefensas.
La hecatombe financiera fue construyéndose durante décadas de
instrumentar filosofías desregulatorias, en que supuestamente los
varios intereses del mercado se vigilaban entre ellos para evitar
los excesos. El fracaso de ello fue la pérdida de billones de
dólares en la economía y la Gran Recesión.
El año pasado el Congreso aprobó la reforma financiera Dodd-Frank,
que impuso controles en Wall Street y creó la Oficina de Protección
Financiera al Consumidor. A partir de ese momento los legisladores
republicanos han hecho todo lo posible para diluir y sabotear el
nuevo ente regulatorio, llegando a exigir cambios de fondo como
condición para aprobar a la directora de esta Oficina, Elizabeth
Warren, designada por la Casa Blanca.
Los republicanos quieren quitarle poder a la Agencia,
reemplazando la función de un director con poder regulatorio, por
una tibia junta de reguladores, y cambiando el sistema de
financiamiento establecido por la ley. Ellos quieren que dependa
directamente de los fondos que le dé el Congreso en vez de tener una
asignación independiente similar a otros reguladores bancarios, tal
como lo exige la nueva ley financiera.
Esta intención no goza de gran popularidad entre los
estadounidenses, que según los sondeos de opinión, creen que Wall
Street tiene una influencia demasiado grande en el Congreso. Por
eso, una inocente medida que respalda proyectos de desarrollo
económico en el Senado, es el vehículo para tres enmiendas que
buscan dañar y hasta eliminar la nueva agencia de protección al
consumidor.
El pasado reciente ha demostrado que Wall Street se ha
aprovechado de complejos instrumentos financieros y de la falta de
conocimiento del público, para enriquecerse sin importar el impacto
en el país. Una sólida Agencia de Protección Financiera al
Consumidor es una pieza clave para la estabilidad económica y una
defensa necesaria para el consumidor. (Tomado de El Diario NY)