El 23 de junio de 1971, las páginas de nuestro diario informaban
al pueblo sobre el brote de fiebre porcina africana, producida por
un contagioso y agresivo virus, capaz de matar en 72 horas a la casi
totalidad de los cerdos infectados. Así enunciaron:
"En los últimos días ha sido posible confirmar en cerdos de la
provincia de La Habana la aparición de una grave enfermedad conocida
como fiebre porcina africana. La acción criminal del enemigo no
puede ser descartada en relación con estos hechos, por lo que se
investiga la posible participación de agentes del imperialismo en su
introducción. Sería este un artero atentado contra la economía
nacional".
La epidemia, nunca antes vista en Cuba ni en el hemisferio
occidental, afectó al ganado porcino de la antigua provincia de La
Habana y se extendió a territorios aledaños. La economía del país
sufrió pérdidas millonarias por concepto de ejemplares incinerados,
costo del sacrificio, gasto de la campaña, indemnizaciones a
productores privados y afectaciones a la calidad del rebaño y su
desarrollo.
Para impedir la propagación de la enfermedad hacia los
territorios vecinos (las medidas adoptadas evitaron que solo se
extendiera a algunas zonas de Pinar del Río), fue preciso sacrificar
cerca de 500 000 animales en un tiempo muy corto.
El impacto que tuvo esta medida sobre la alimentación del pueblo,
quedó sin cuantificar. Fue necesario, además, interrumpir
importantes inversiones que se ejecutaban en el país para fomentar
el desarrollo de ese estratégico renglón alimentario. Un cable,
fechado en Washington el 9 de enero de 1977, daba cuenta de una
información aparecida en el diario Newsday, de Long Island, Nueva
York, en la cual se decía que "agentes ligados a los terroristas
anticastristas introdujeron el virus de la fiebre porcina africana
en Cuba, en 1971".
Cuarenta años después de aquella criminal epidemia, se incrementa
la larga historia de agresiones terroristas sufridas por nuestro
pueblo.