En realidad no era para menos. Únicamente en naciones con
tradición en ese cultivo, como Holanda y Estados Unidos, los
agricultores muestran resultados de tal envergadura. Ante los
continuos titubeos, se decidió volver a medir las tierras del
productor. Y en efecto, tenían justamente las declaradas.
El campesino Ernesto Jiménez, protagonista del suceso, era ya
conocido por sus resultados como buen productor, con una experiencia
notable básicamente en el frijol. Fue la papa, sin embargo, la que
trajo más fortuna a su finca, conocida como La Lonja, en las
proximidades del batey España Republicana, en el municipio de
Perico.
"Hace tres años que decidí probar suerte con ese producto. El
primer año obtuvimos 36 toneladas, 43 en la segunda contienda y más
de 47 en esta última. No entiendo por qué la gente se alarma, aquí
no hay nada fortuito."
Cuando Jiménez resolvió sembrar papa, tomó una decisión sabia:
auxiliarse de los consejos de Gabriel Serrano Martínez, más conocido
por "Papi", viejo agricultor que le sabe un mundo al cultivo del
tubérculo. Ambos conforman la dupla perfecta.
Jiménez significa que en La Lonja no se echó a perder ni una sola
papa. "La cosecha se realizó a los 100 días de plantadas las áreas,
y lo más importante, la producción cosechada se cargaba el mismo día
y antes de las 24 horas se hacían las labores de resaque. Eso
permitió que no existieran mermas en el peso ni en la calidad del
producto".
La aplicación de herbicidas, fertilizantes y demás tratamientos
fitosanitarios se hizo, asimismo, en el tiempo requerido.
La Lonja también muestra excelentes resultados en cultivos como
el boniato y el maíz, sembrados inmediatamente detrás de la papa.
Es imposible calcular la alegría de Jiménez. Entre quienes lo
admiran sin reservas están sus otros tres hermanos, también
productores. "Competimos y nos ayudamos a la vez", dice, orgulloso
de la estirpe familiar.
"Papi", su brazo derecho, se niega a revelar el supuesto secreto
de tan altos rendimientos, con el pretexto de defender el lugar
cimero de La Lonja. "Pero que nadie se preocupe, que no me lo
llevaré a la tumba", subraya con gracia campesina.
En la temporada que viene, Jiménez y sus hombres tendrán una
cuarta oportunidad sobre la tierra y para demostrar que lo de las 47
toneladas no fue obra de la casualidad, y menos de erróneas
mediciones de tierra.