Julio León Cabrera, especialista en conservación del centro
perteneciente al CITMA, aporta que en sus 94 hectáreas conviven más
de 1 500 especies, muchas de ellas, exóticas.
A los 200 tipos de palmas e igual cantidad de clases de
leguminosas, añade este reservorio pintado de clorofila y vida, 52
de ficus junto a 28 de bambúes.
Amén de las palmíferas, son los últimos los que mejor identifican
al Botánico de Cienfuegos, pues los aquí crecidos representan los
mejores bambúes tropicales de uso múltiple —construcción de
viviendas, muebles y otros—, asegura Julio, con su experiencia de 21
años de trabajo con el bambú en Cuba.
Este remanso de paz, verdadero oasis verde lleno de frescor
vegetal e iridiscentes colores, incluye en su patrimonio arborícola
224 tipos de frutales; además de un número considerable de plantas
ornamentales, así como diversas variedades de helechos.
También curiosidades botánicas, a la manera de la denominada
Trampa de mono, la flor del Brasil o el árbol de Tarzán, entre
otras.
El plan de reposición de especies de la institución botánica
comprende la siembra próxima de casi 400 especies de plantas únicas,
amén de otros 76 tipos de frutales: entre ellos variedades
excelentes de nísperos, caimitos, canistel...
Niurka Medina Barza, subdirectora y especialista principal,
explica que la reposición va encaminada a preservar las especies
exóticas con peligro de extinción; o sea, las que solo tienen en
existencia aquí de uno a tres ejemplares.
Quien pase por la entrada del vergel, verá cada jornada los
ómnibus de turistas, entrando o saliendo. Arriban cerca de 20 000
extranjeros al año, devela Niurka. Gran parte de la contratación
procede de las agencias de viaje acreditadas en el país.
De igual modo, alrededor de 10 000 visitantes nacionales conocen
esta maravilla natural en el mismo lapso anual.
Mas —bien lo anota Niurka—, los cubanos provienen, en su mayoría,
de diferentes provincias. Vienen por iniciativa propia, no como
parte de una oferta de excursión, lo cual siempre podría ampliar las
posibilidades de afluencia, comenta.
Ante la pregunta de Granma de por qué, sin embargo, tan
escasos habitantes de Cienfuegos o de sus municipios visitan el
lugar, ella consigna las tres razones fundamentales: transporte,
carencia de ofertas en moneda nacional y escasa divulgación. Algo
que, por supuesto, también debe incidir en que el número de
visitantes nacionales en general no sea mayor.
Para subsanar lo último, la directiva del Jardín está
implementando una política de inserción en los medios locales.
Además, a fin de propiciar el acercamiento a la comunidad, en el
centro sesionan círculos de abuelos y de interés, con estudiantes
procedentes de escuelas de las inmediaciones: la zona de Guabairo y
Pepito Tey.
En aras de restañar el tema gastronómico, intentan, según Niurka,
reabrir la cafetería en moneda nacional, pues solo trabaja la de
divisa, alquilada por el Jardín a Palmares.
Cabría preguntarse por qué en un sitio así, que debe servir de
atractivo para el visitante foráneo, pero también de solaz para el
más común de nuestros obreros, en algún momento se canceló la opción
gastronómica en los pesos "del salario". De cualquier forma, es
necesario remediar cuanto antes, por la vía de la gestión
empresarial, esta dificultad.
La cuestión del transporte sí los supera todavía más. Enclavado a
18 kilómetros de la ciudad, ni siquiera los planes de recreación
veraniega lo tienen en cuenta. Priorizan el servicio de ómnibus
hasta Rancho Luna, playa situada a un kilómetro menos de distancia.
Empero, ahora que se aboga por fomentar el turismo de naturaleza,
sería un momento idóneo para que al menos el itinerario del
transporte destinado a cubrir la demanda vacacional —pedirlo para el
resto del año es imposible, por razones económicas— contemplase en
su agenda la visita a semejante joya natural.
Hoy día, tesoro para extraños, semiignorado por los de casa.