Lo
peor en la vida es la inercia. Hace casi un año, el 19 de julio del
2010, unos días después de finalizada la Copa del Mundo de fútbol de
Sudáfrica, en estas mismas páginas escribimos:
"Cuando tengamos a cientos de miles de niños jugando, anotando
goles, compitiendo en defensa de la camiseta de su escuela, como
mismo lo hicieron en estos días por la de varios países; cuando los
padres y los amiguitos del barrio los vayan a ver como si fuera
Messi; cuando el director y los profesores se sientan orgullosos del
equipo de su escuela, entonces podremos hablar de desarrollo y de
seguro comenzaremos a anotar goles, nuestros campeonatos de primera
categoría serían mucho mejores, pues tendrían de donde nutrirse; las
matrículas de las EIDE serían cualitativamente superiores y las
selecciones nacionales demandarían de menos esfuerzos para su
preparación y en consecuencia de menos recursos."
Hoy volvemos sobre el tema, pues no pocos son los mensajes de
decepción que nos llegan a los medios de prensa tras la actuación de
nuestro equipo nacional en la Copa de Oro, jugada en varias ciudades
estadounidenses, en la cual encajó tres derrotas consecutivas con 16
goles en contra y uno solo anotado.
No busquemos las causas de tan deplorable presentación en
concepciones tácticas, errores de la dirección de la escuadra, falta
de roce internacional o en la calidad de los contrarios, que por
supuesto, nadie las cuestiona; muchos menos responsabilizar a los
jugadores. El calificado como bochornoso papel que tuvimos en esa
cita, se debe a otros motivos: no hemos sabido encauzar la
popularidad de este deporte y mucho menos, convertir las ansias de
niños y jóvenes de jugarlo, en una opción física, formadora y
recreativa para ese sector poblacional.
Nuestra televisión tiene tres programas de fútbol a la semana,
Gol Latino, Fútbol Internacional y Gol, súmele el
espacio destacado en el dominical Todo Deportes, y en el caso
de la capital, en el Canal Habana, otro similar a los tres primeros.
Eso es bueno, pero cuesta y la cuantía es mayor porque el INDER, la
institución destinada a que eso se traduzca en muchos niños y
jóvenes jugando, no ha logrado materializar un sistema o proyecto
que los incluya a todos.
¿Cuántas veces no nos cruzamos, lo mismo caminando que en un
transporte, con improvisados terrenos en cualquier barrio de la
Isla? Es cierto que las autoridades deportivas, mediante su Comisión
Nacional de Fútbol, han hecho algunos intentos, por ejemplo con los
campeonatos del barrio, algo muy positivo, mas solo queda allí, sin
que logre trascender a la sociedad.
En nuestra modesta opinión, no necesitamos avezados técnicos del
fútbol internacional para levantar los resultados del país, la
demanda pasa por organizar un sistema que incluya a toda esa
espontaneidad, y que le permita de manera organizada desatar todos
los deseos de anotar e impedir los goles, en otras palabras, jugar.
Podría hablarse de un proyecto en el cual participe no solo el
INDER, sino también el sistema nacional de enseñanza, el sector
empresarial, las organizaciones de masas, con el objetivo de
estructurar un calendario competitivo que represente a las
instituciones, sean escolares, laborales o comunitarias. Sería una
fórmula socialista de organización, que con el concurso de nuestros
especialistas en administración deportiva, específicamente en
organización y programación del deporte, integre un movimiento capaz
de convertirse en un fenómeno social.
Para eso es necesario un sistema o calendario competitivo, con la
escuela como base fundamental, para que la aspiración crezca desde
la raíz y propicie un desarrollo que lleve a una justa, evento o
como gusta ahora, una Liga de mayores, en la que además de las
provincias, también se hagan representar empresas, fábricas,
universidades u otras instituciones, es algo similar a lo que hoy se
conoce como competencia de clubes.
Claro, esto no se hace de un día para otro; claro que lleva
pensar bien cada paso, pero claro también que no debemos seguir
esperando a que alguien nos lo organice. Hemos sido capaces de
levantar una verdadera potencia deportiva mundial, justamente sobre
la base de socializar el deporte, de hacerlo participativo, entonces
¿cómo no vamos a poder llevar el fútbol a una expresión social?
Hay un problema de estrategia: en el fútbol no podemos partir del
alto rendimiento, sino de la masividad y del arte del dominio del
balón que comienza desde los primeros años de vida.
Sí, eso lleva financiamiento, pero si lo que gastamos hoy en
viajes, en mantener equipos nacionales sin la calidad necesaria para
enfrentar lides internacionales, fuera invertido en generar un
verdadero movimiento en el país, no tardarían en salir selecciones
con capacidad de escribir nuevas historias. Apliquemos aquella frase
de Antoine de Saint-Exupery "¼ hay que soportar las orugas para
conocer las mariposas". Traducido a lo que nos hace falta, debemos
trabajar para que como fruto, lleguen los goles.
Aprovechemos lo que brinda este deporte. En el orden físico
prepara saludablemente a la juventud; en el formativo, favorece el
espíritu colectivo (todos en pos de un objetivo ofensivo y
defensivo, anotar y que no te anoten), y en el recreativo, las
calles no se llenan de muchachos tras un balón por gusto. Son muchas
las ventajas para seguir contemplando la inercia.