Llenos de confianza y optimismo sus combatientes arriban al medio
siglo de existencia, lo que constituye un momento de regocijo para
todos aquellos que han estado, o están, vinculados a sus unidades
militares cumpliendo la honrosa tarea de defender la Patria.
Granma trae a sus páginas a dos combatientes de ese mando
como digno homenaje a los primeros hombres que lo fundaron y a los
que, durante 50 años, han hecho posible su desarrollo.
El historial de ellos recoge los tiempos en que integraron el
Ejército Rebelde, entraron a la capital en la Caravana de la
Victoria, se prepararon como soldados, cumplieron misión
internacionalista y se desempeñaron como cuadros de mando en el
Ejército Occidental.
De aquellos tiempos, en que sus unidades tenían por campamento el
monte y por techo el cielo, habla Pedro Aníbal Reyes Reyes, coronel
de la reserva de las FAR.
Era muy joven —dice—, aún no había cumplido los 17 años de edad
cuando me incorporo a la Columna No. 4 del Ejército Rebelde al mando
del Che, y al igual que otros llegué a la capital con los rebeldes
el 8 de enero de 1959.
"Al día siguiente nos destinaron al campamento de Managua, donde
comenzó la preparación. Desde entonces me formé como soldado,
desempeñando varias funciones en las direcciones de mando, siempre
en este ejército", explica.
Fue en 1959 cuando se crean las fuerzas tácticas de occidente y
aparecen las primeras milicias campesinas, obreras y estudiantiles.
Así, se formaron los sectores de milicias y en 1961 comienzan a
estructurarse las FAR, dando lugar a la formación de los ejércitos
Central, Oriental, y Occidental, comenta.
A partir de entonces se organizan las estructuras de las Unidades
Militares y se reciben las órdenes como garantía para fortalecer las
estructuras defensivas de la región occidental, que abarcaba desde
Matanzas hasta Pinar del Río, incluyendo a la Isla de la Juventud.
"Nos tocó crear lo que otros combatientes han podido aprovechar a
lo largo de estos años, desde las mejoras en las condiciones de
vida, la preservación de la técnica, disponer de la superación
política cultural, hasta disfrutar de una recreación sana, sin dejar
de atender la preparación combativa de cada soldado en nuestras
unidades".
Sus anécdotas son muchas y su rostro refleja el mismo entusiasmo
y decisión revolucionaria de hace 50 años cuando se incorporó como
soldado en este Ejército, al que le agradece su formación bajo la
dirección acertada del Comandante de la Revolución Guillermo García
Frías.
A las FAR —dice— llegué analfabeto, en ella me hice un verdadero
soldado. Todavía mi sabiduría y voluntad están al servicio de la
defensa del socialismo.
El coronel Euliecer Estrada Reyes es otro de los fundadores del
Ejército Occidental, quien al evocar aquellos tiempos, dice: ¡Son 50
años!, y parece que fue ayer cuando me incorporé.
"Fue el inicio de una nueva vida, que nos cambió el rumbo, nos
separó de la familia, de los hogares, las novias, nos vistió de
verde olivo¼ y nos enfrentó a la vida en campaña y a una fuerte
preparación militar. Todo esto se dice en pocas palabras, pero
representa un cambio radical que, para muchos, continúa siendo la
razón de ser".
Al desgranar los recuerdos del servicio activo en las FAR, se
refiere a las múltiples misiones y tareas cumplidas. Para él,
participar en más de 15 acciones como combatiente internacionalista
en la República Popular de Angola, "es una experiencia inolvidable".
Reconoce que dentro de la vida militar todo parece "normal", pero
requiere de esfuerzo, voluntad, disciplina y sacrificio, no solo de
quienes fuimos fundadores, sino de nuestro relevo, de esa juventud
convocada a garantizar la continuidad de la Revolución.
"Durante un encuentro con jóvenes internacionalistas de este
tiempo, me percaté de que mi hoja de servicios se quedaba pequeña,
pues contaban con muchos más combates que yo. Eso es prueba de la
pujanza de nuestra juventud, la cual sabe también cumplir con el
deber de defender la Patria", señaló.
Hombres como Euliecer y Aníbal narran con emoción sus recuerdos y
experiencias del deber cumplido y, sobre todo, de un sano orgullo de
saberse fundadores. Ese es el mejor legado a los soldados de estos
tiempos.