El
Comando Sur de EE.UU. anunció que en agosto del 2011 realizará sus
maniobras militares Panamax en torno al Canal de Panamá. Invitó a un
total de 17 países de la región, incluyendo a Panamá, para que
participen en el operativo de 15 días. Las maniobras, un triste
remanente de la guerra fría, son parte de la novena versión de los
ejercicios multinacionales Fuerzas Aliadas Panamax.
El año pasado, los norteamericanos realizaron una operación
similar para enfrentar una supuesta insurrección popular panameña.
Según un despacho de prensa fechado en aquella época, "el Comando
Sur defendería el Canal de Panamá contra un levantamiento de los
pueblos indígenas y comunidades campesinas que pretenden
desestabilizar al Estado panameño". Para este año, el Comando Sur
aún no ha anunciado quiénes son los enemigos de los 2 000 efectivos
participantes.
El gobierno del presidente Ricardo Martinelli tiene que
demostrarle a su mentor norteamericano que el uniforme militar, los
gorros y las medallas que presentan sus subalternos en las reuniones
del "alto mando conjunto" son merecidos. Durante el último año, el
Ministerio de Seguridad ha realizado operaciones tácticas a lo largo
de la geografía panameña sacando a relucir su nuevo armamento y las
flamantes bases aereonavales.
Las llamadas bases aeronavales que construye EE.UU. en ambos
litorales de Panamá ya están causando conflictos entre las tropas
panameñas y los moradores —en su mayoría campesinos— de esos
lugares. Además, está creando un elemento de soberbia entre los
militares panameños que colaboran con EE.UU. desde las distintas
instancias de la Policía Nacional. Estos elementos, comenzando por
el propio ministro de Seguridad, parecieran creerse por encima de la
ley y de los intereses del pueblo panameño.
En Jaqué, Darién, cerca de la frontera de Colombia, la base
militar financiada por EE.UU. y operada por efectivos panameños, ha
construido retenes y controla los movimientos de la población. En la
comarca Cuna-Yala ha generado reacciones de los pobladores que
acusan a la fuerza fronteriza de "terrorismo". En el norte de la
provincia de Veraguas ha provocado un enfrentamiento entre la
comunidad y las tropas navales.
En abril del presente año, la Organización Revolucionaria de
Resistencia Kuna (ORKUN) condenó "la violenta agresión cometida
contra la comunidad kuna de Miria Ubigandup, por parte del Servicio
Nacional de Frontera (SENAFRONT), causando heridas en los ojos de un
argar (vocero y guía espiritual), producto del lanzamiento de bombas
lacrimógenas". Según ORKUN, esta "actitud terrorista del SENAFROnT
demuestra la intolerancia, la incapacidad y la brutalidad en el
manejo de una situación de conflicto interno en una comunidad regida
bajo sus propias normas jurídicas y culturales".
Poco antes, el ministro de Seguridad, J. Raúl Mulino, arremetió
contra la comunidad de Guázaro, sobre el litoral caribeño en el
norte de la provincia de Veraguas. Los campesinos se quejan de los
abusos de los militares panameños. Mulino le pidió, incluso, al
Ministerio Público que investigara al representante de la comunidad
por estar "brindando colaboración" a las fuerzas enemigas. Al mismo
tiempo, el ministro ordenó que se reforzaran la custodia y
patrullaje de varias comunidades (entre ellas Belén y Calovébora).
Mulino parece tomar muy en serio las líneas de acción que emanan
del Comando Sur y aseguró que sus fuerzas armadas "no se van" de la
comunidad. Un diario de la capital panameña, dándole seguimiento a
este lamentable espectáculo —en el peor estilo "macartista"—
sentenció que "la denuncia de Mulino obedece a que el representante
de la comunidad ha sostenido reuniones con la población para exigir
la salida del Servicio Nacional Aeronaval (SENAN)". El diario —por
ignorancia o por complicidad— concluyó que "resulta inaudito que un
representante abogue por que los uniformados que laboran en el área
se retiren. Razón tiene el ministro en pedir que se haga una
investigación al respecto".
En la actualidad, la militarización de Panamá avanza rápidamente
en algunas comunidades relativamente aisladas como las mencionadas
más arriba. Pero cuando el país entero se encuentre nuevamente
sometido a un régimen militar, sirviendo a los ineptos gobernantes,
los abusos y los retenes serán generalizados. Tendremos en ese
futuro, que no se ve tan lejano, un ministro de Seguridad que acuse
a todos los panameños de "brindar colaboración" a los enemigos.
Tampoco faltarán diarios —como en el pasado— que protegerán a los
uniformados que abusan de su poder para defender los intereses de
quienes se consideran dueños del país.
El ejercicio de Panamax que se inaugura el próximo mes, para la
supuesta defensa contra una insurrección popular panameña, es un
buen ejemplo de los planes militares que tiene nuestro Ministerio de
Seguridad y los actuales gobernantes.