Alimentos detrás de la casa
Cerca de 66 000 patios cederistas involucran a más
de 70 000 cienfuegueros y son una fuente viable para producir
alimentos
JULIO MARTÍNEZ MOLINA
CIENFUEGOS.— La familia cienfueguera ha puesto oído fino a la
vital estrategia de "virarse para la tierra". Hasta mayo, ya
existían 65 915 patios agrícolas cederistas produciendo en el
territorio.
Para
Brenda, el cuidado de su patio es primordial.
Rafael Tomás Femenía Morales, al frente de la esfera de Economía
y Servicios en la coordinación provincial de los Comités de Defensa
de la Revolución (CDR), apunta que los patios son cultivados por
algo más de 70 000 personas.
Mas el dato relevante no es ese, sino que abastecen de alimentos
—parcial en la mayor parte de los casos, pero en otros íntegramente—
a cerca de 210 000 habitantes. Ello, contando solo a las personas de
la casa, aunque los agricultores vecinales están autorizados a
vender sus producciones en el barrio y otros las donan, observa
César Mendoza, a cargo de esta área en los CDR.
Vinculado al movimiento de la agricultura urbana, en estos patios
vecinales siembran condimentos, frutales, plantas medicinales u
ornamentales, cultivos varios... y desarrollan las ramas cunícola,
acuícola, pues la porcina no está permitida dada la localización
citadina, señala Rigoberto Arocha, representante por la Agricultura.
Arocha expresa que "por la Agricultura apoyamos a los vecinos con
algunos productos en existencia, principalmente biológicos para el
tratamiento de plagas, pues químicos contamos con muy pocos. Se
habilitaron tiendas donde pueden adquirir semillas, de casi todas
las hortalizas. Hay dos en el municipio de Cienfuegos".
Remarca César que Cienfuegos, a la avanzada en la tarea, posee 44
patios declarados de Referencia Nacional, 137 Provincial y 732
Municipal. De Excelencia Nacional están evaluados cuatro patios.
SANTANA Y CHAVIANO: TREMENDOS PATIEROS
Precursores del movimiento, Obdulio Santana e Isidro Chaviano
poseen ambos seis cordeles. Santana, en el propio patio de su casa
en el barrio La Esperanza; Chaviano, en el espacio de lo que antes
fuera un muladar —el cual limpió y sembró—, ubicado cerca de la
Universidad de Cienfuegos.
Conversar con estos hombres, quienes concitan admiración general
aquí, supone inyectarse de la confianza de que producir solo
depende, en gran medida, de la voluntad y el esfuerzo del individuo.
Darse una larga vuelta por sus frondosos patios permite
corroborarlo.
Obdulio, de 76 años, comenzó a poblar de plantas y animales su
patio 16 años atrás. Un nieto de 27 años, profesor de Matemática y
Computación, lo ayuda por las tardes.
"Somos muchos, pero pocos jóvenes; creo que se tiene que orientar
más a la juventud hacia esta tarea", opina. A su juicio, el éxito
del quehacer radica en cuidar los suelos. "Mira mis abonos orgánicos
de mis propios animales. Siempre hay que tener algo sembrado, la
tierra debe mantenerse con comida, sin falta", dice.
En su patio hay de todo: mango, guayaba, frutabomba, mamey,
aguacate, coco... El más reciente ciclón le tumbó dos cocoteros y
sembró nueve como respuesta. "También cultivo plátano, calabaza,
maíz, yuca, boniato que cojo en 120 días y su bejuco vale tanto como
el propio boniato para los animales, y el bejuco se convierte en
abono orgánico, el cual me sobra".
Yo siembro y crío para no comprar, afirma Santana, mientras
muestra unas gallinas sacadas. No miente, durante el 2010 alimentó a
su familia, sin ir a una placita, y por si fuera poco su esposa ganó
9 000 pesos vendiendo frutas y viandas en el portal.
Solo por los trillos resulta posible caminar en el patio de
Isidro Chaviano, que más que uno parece una selva de plátanos,
mangos, guayaba, anón, chirimoyas. Hace rato que tampoco sabe, ni
quiere saber nada, de placitas. Se autobastece hace años. Lo ayuda,
eventualmente, un hijo que trabaja por las tardes o los fines de
semana.
A sus 68 años, Chaviano es un horticultor de antología. "Me sobra
para el autoconsumo familiar, y el de las casas de mis dos hijos",
se ufana el productor, quien también tiene colmenas y cría conejos
en su pequeña finca familiar. Estos, de notable peso.
TRAIGO YERBA SANTA...
Fausto. Así se llama el patio, nada infausto, de la ama de casa
Brenda García. Lo inició junto a su esposo en el 2005, para en poco
más de un lustro alcanzar "150 variedades de plantas, muchas
medicinales y entre ellas tilo y manzanilla, caisimón de anís,
mastuerzo, caña de la India y las que benefician el sistema renal".
Diez metros al lado de su casa (antiguo espacio de depósito de
desperdicios) le bastaron para edificar un oasis verde en medio del
barrio de edificios llamado Pueblo Griffo. Ella regala las plantas
medicinales —también las muchas ornamentales que cultiva— a los
vecinos, o las entrega para distintos motivos.
Ahora pretende incursionar con fuerza en el área de los
condimentos, dentro de una pequeña área de fomento.
Ahí radica el meollo del asunto: deseos de emprender la tarea. De
una cosa sí están claros Obdulio, Isidro y Brenda: "El suelo te da
lo que tú le pidas". Sus resultados bien que lo confirman. |