Mucho interés promovió la puesta en marcha de la minindustria que
opera desde noviembre del pasado año, junto a Jorge Marrero, en esa
localidad ubicada a ocho kilómetros de la capital provincial. "Nos
visitaron, dice, autoridades de la asamblea municipal del Poder
Popular. Recomendaron evaluar la posibilidad de producir aquí las
1,3 toneladas de aceite mensuales que se distribuyen de forma
normada a los más de 5 000 habitantes del Consejo".
Para lograrlo el obstáculo mayor ha sido la insuficiencia de
materia prima, principalmente maní, girasol, soya y ajonjolí, que le
suministran en cantidades limitadas integrantes de cooperativas de
los alrededores y de otros territorios.
Pero, precisamente, el proyecto puede estimular el desarrollo de
esos cultivos en la zona y sus cercanías, y abrir los ojos sobre la
conveniencia de la diversificación, que ayudará a muchos productores
agrícolas a no depender de las cosechas de viandas y granos
tradicionales.
Instante
en que Jorge Marrero procesa soya. Con talento y materiales por lo
general a la mano fueron ensamblados equipos eficientes.
Sobre la capacidad de procesamiento no tiene dudas. En el cuarto
de su vivienda, que tomó para sitio de trabajo, están completamente
aptos el molino de granos y las máquinas para descascarar maní y
extraer aceite, fabricados tras un largo proceso de análisis de
equipos similares y búsqueda de los materiales apropiados.
De asumir la producción sistemática para satisfacer las
necesidades del Consejo Popular, tendría que construir en el patio
de la casa un local para reinstalar los equipos. Asimismo, ampliaría
la capacidad de almacenamiento y adquiriría una paila que sustituya
el caldero donde hoy realiza el proceso de hidrogenación que
finalmente conduce a un producto con categoría ecológica.
"Se trata, explica, de añadir agua en proporciones adecuadas al
aceite tras concluir el periodo de decantación y luego someterlo a
altas temperaturas, hasta eliminar las impurezas que se adhieren a
las paredes del recipiente.
"De acuerdo con las muestras sometidas a pruebas por los
especialistas de Higiene y Epidemiología de la provincia, están
completamente aptos para el consumo el de maní, girasol y ajonjolí".
En cuanto al de soya, aún espera respuesta.
Mantiene el mismo entusiasmo que lo llevó tiempo atrás a
trasladarse con recursos propios a Ciego de Ávila y Granma en busca
de experiencias, acompañado de Yosvani Almaguer y Julio Calderón,
otros dos convencidos de la utilidad y posibilidades reales de las
oleaginosas que crecen en nuestros campos.
Para Mayelín Font, esposa de Pupo y ayudante sistemática en los
quehaceres de la minindustria, es esencial el interés puesto en la
búsqueda de información sobre el tema y en la experimentación.
"Estamos decididos a no desperdiciar oportunidades", manifiesta.
Como anillo al dedo viene el anhelo del Consejo Popular El Purial,
para insistir en lo provechoso de dar luz verde a las iniciativas
individuales y colectivas que impulsen la producción de alimentos y
el desarrollo en general. El ingenio popular y la cultura sembradas
por el sistema educacional al que todos tenemos acceso ofrecen
posibilidades inagotables.
Eso sí, que todo se haga sobre la base de cálculos y decisiones
objetivas, sin improvisaciones, para que los proyectos de este tipo
se hagan realidad y perduren.