Incursión en Venecia

VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ

Cuatro creadores cubanos, agrupados en un pabellón representativo de la isla, Eduardo Ponjuán, Alexandre Arrechea, Duvier del Diago y Yoan Capote, confrontarán sus realizaciones a partir de esta semana en la LIV Bienal de Venecia (4 de junio al 27 de noviembre), uno de los espacios de mayor impacto mundial en la legitimación de las vanguardias artísticas contemporáneas.

Sur, de Eduardo Ponjuán.

Bajo el criterio curatorial de la especialista Marta Vicini, el cuarteto tratará de responder a las expectativas de un evento que esta vez se ha propuesto focalizar la función del arte como fuente de iluminación e inspiración en un mundo cada vez más globalizado.

Ponjuán situará en el centro de la sala dispuesta en la isla San Servolo una brújula de fuerte connotación simbólica que con el título Sur debe provocar en el espectador una reflexión invertida de los valores consagrados por los centros hegemónicos del poder.

Alarde constructivo para conseguir el equilibrio de la pieza, Autorretrato, obra gestada por Yoan Capote, consiste en un bloque de concreto soportado por dos fémures de bronce, a su vez afincados sobre una base. Tan atrevido como este es el otro trabajo que exhibe, Migrante: dos árboles de metal desarraigados y tendidos al lado de tierra removida.

No pocas pupilas se sentirán atraídas por el primer golpe de vista al conjunto escultórico-instalativo titulado The City Stopped Dancing, por Arrechea. Los tres gigantescos trompos, con su gama policroma, sugieren una sensación monumental de movimiento. Solo que en el extremo superior de cada uno de los trompos, el artista ha situado tres referentes de la arquitectura habanera del siglo XX, que hablan por sí mismos: el edificio Barcadí, el Someillán y la sede diplomática rusa.

Mucho más especulativa y sofisticada es la contribución de Duvier del Diago, Aleph. De apariencia fosforescente, los hilos de luz negra se entrecruzan en un diseño futurista hasta coronarse por una fuente luminosa, en una discurso que sugiere rupturas y avances hacia la consecución de la utopía.

Jorge Fernández, director del Centro Wifredo Lam, ha situado las coordenadas de una propuesta tan disímil, pero de algún modo coherentemente ilustrativa de los vientos experimentales que soplan en las mentes de ciertos creadores cubanos: "Los artistas de la Isla han asumido el viaje físico y existencial como razones de su estrategia discursiva. Aunque en lo más profundo pueda habitar la procedencia insular, sus costas pertenecen al universo. Lo paródico, lo poético y lo irónico no corresponden a enunciación nostálgica, porque ellos mismos sienten el mundo. En estos creadores la tradición no se queda en mostrar las claves referenciales de un lugar al que pertenecen por nacimiento. Sus propuestas atraviesan formas de hacer de alcance internacional pero sin evitar lo auténtico que resulta transmitirles a sus trabajos la carga del contexto del que forman parte".

También ha sido invitado a la Bienal el joven y muy talentoso artista Reynier Leyva para integrarse a la muestra colectiva Entre siempre y jamás, organizada por el Instituto Ítalo Latinoamericano, con la obra Los perfumes de la guerra, recreación conceptual de pasajes de nuestra historia. Otra presencia, la de Kcho, por su particularidad, merecerá un próximo comentario.

 

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