Desde hace más de 10 años, allí se forma una parte de los obreros
santaclareños que mañana tendrán los oficios de mecánicos,
electricistas, poncheros u otros, gracias a la labor paciente de un
colectivo consciente de la necesidad de garantizar su relevo.
Para Rafael Alemán, director técnico de la entidad, acoger
jóvenes provenientes del Politécnico Raúl Suárez no significa
ninguna carga; al contrario, ha representado un soplo de aire
fresco, capaz de contagiar al resto del colectivo con su espíritu
juvenil.
Cuando los muchachos llegan al taller nos reunimos con ellos y
hacemos una sola pregunta: ¿Cuántos vienen, de verdad, dispuestos a
aprender? Entonces ponemos las cartas sobre la mesa, hablamos de las
características del trabajo, la disciplina establecida en el centro,
el horario y otros elementos clave para tener los resultados de
eficiencia y racionalidad que hoy presenta esa institución.
Aquí hemos podido comprobar infinidad de veces que ningún
adolescente, de los recibidos, es tan superficial como se atreven a
expresar algunos. Solo debemos darles tareas, responsabilidades y
atenderlos adecuadamente para recoger luego los frutos esperados,
reflexiona el directivo.
Un buen ejemplo es que, del total de trabajadores del centro,
algunos provienen de esa cantera de muchachos que han realizado sus
prácticas en el taller: Efraín Molina, Ariel Gómez, y Carlos Valdés,
todos magníficos obreros, atestigua el jefe técnico de la entidad.
Una experiencia positiva que nunca debe obviarse es la asignación
de un tutor por alumno, el cual se encarga aquí de enseñarle uno o
varios oficios, "porque no nos limitamos a inculcarle una sola
especialidad, además de evaluarlo de manera periódica", asegura
Rafael, quien no se arrepiente de haber recibido allí a cerca de 60
mozalbetes en los últimos años.
Carlos Alberto López Betancourt soñaba desde pequeño con ser
artista y dedicarse a la pintura; sin embargo, los resultados
obtenidos en la prueba de actitud lo hicieron cambiar de opinión.
Yo estudiaba en la secundaria básica Eduardo Anoceto, de Santa
Clara, y al no poder optar por la Escuela de Instructores de Arte, a
solicitud de mi papá, que es chofer, me reorienté hacia algo tan
diferente como la mecánica, aunque sin grandes pretensiones, explica
el jovencito.
No concebía estar siempre embarrado de grasa y con olor a
petróleo en la ropa, pero fui al politécnico Raúl Suárez, en el que
recibí los rudimentos teóricos esenciales. Mas, fue en el taller de
TRANSTUR donde definí el sentido de mi vida. Aquí nos acogieron como
si fuéramos obreros de verdad, el trato ha sido exquisito, nos
tienen en cuenta y, lo más importante, no hay secretos para nosotros
desde el punto de vista profesional.
Reconoce la labor de su tutor, Efraín Molina, un joven que, al
igual que ellos, realizó sus prácticas en ese centro y hoy es uno de
los mejores mecánicos del taller, explica Carlitos, quien destaca la
confianza y enseñanzas recibidas de su mentor.
"Ahora el sueño de mi vida es trabajar aquí cuando pase el
Servicio Militar, porque creo que en ningún lugar voy a aprender
tanto, ni me van a tratar tan bien", destaca el jovencito, quien ya
decidió definitivamente cambiar el pincel por las llaves y el
alicate.
Enfrascado en el desarme de un motor y enfundado en el overol
azul que distingue a los obreros del establecimiento, está Omar
Santana, otro de los muchachos que se forman en diferentes
especialidades en ese centro.
Aunque su rama es la electricidad, reconoce ser muy "fresco", por
eso trata de aprovechar el tiempo y aprender de todo un poco,
criterios compartidos por Pavel Mungía, un avezado mecánico que
gusta de enseñar cuanto sabe a los más noveles, y asegura que "Omarito
le mete mano a cualquier cosa".
Según Pavel, una muestra de la huella dejada por el colectivo en
los muchachos es que la inmensa mayoría de ellos nunca pierde la
costumbre de volver al lugar, auque ya estén graduados y ubicados en
otro centro, e incluso, muchas veces, cuando están atareados en
alguna labor, los llaman a su casa y vienen gustosos a dar una mano.
Reconoce que esa práctica la aprendieron de Boris, uno de los
mecánicos iniciadores del programa. Siempre decía "recuerden que
nadie nace sabiendo", y esa lección la aprendimos muy bien en el
taller de TRANSTUR.