Totalidad de Lezama

Madeleine Sautié Rodríguez y Pedro de la Hoz
pedro.hg@granma.cip.cu

La morada donde habitó por más de nueve lustros José Lezama Lima, convertida en Casa Museo, fue proclamada Monumento Nacional este último domingo al conmemorarse el centenario de su nacimiento, en acto presidido por Abel Prieto, miembro del Buró Político del Partido y ministro de Cultura.

Mañana miércoles, a las 4:00 p.m., el espacio Fe de Vida, del Centro Dulce María Loynaz, proyectará secuencias de la multimedia Orígenes: secularidad de Lezama, la cual será comentada por César López (en la foto) junto a Aitana Alberti.

Margarita Ruiz, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, dio a conocer el documento que refrenda la jerarquía del inmueble que atesora testimonios sobre la vida y la creación del autor de Paradiso, una de las novelas más significativas de las letras iberoamericanas del siglo XX.

Ella, junto a Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, develó la tarja que acredita la condición de la casa como Monumento Nacional.

Ubicada en el número 162 de la calle Trocadero, en pleno corazón de la capital cubana, Lezama escribió allí su descomunal obra poética, narrativa y ensayística; planeó revistas que constituyen hitos indelebles en la cultura cubana; animó un núcleo de resistencia intelectual y ética en medio de las sombras de la república mediatizada; sostuvo diálogos matizados por la sabiduría y el ingenio con sus contemporáneos; y fomentó su círculo familiar junto a su madre Rosa.

Los más antiguos vecinos recordaron la respiración asmática del poeta, las volutas de los habanos que prendía como si practicara un rito órfico; y sus caminatas hasta el paseo del Prado.

Este domingo la ceremonia reunió a amigos y admiradores, entre ellos los escritores César López, Reynaldo González y Antón Arrufat, quienes han hecho un culto a la memoria de la amistad; y el poeta José Luis Moreno del Toro, su médico personal.

Quedó inaugurada una exposición del artista Francis Fernández Trujillo, titulada Travesía por el mito, y hubo diversas manifestaciones escénicas y musicales inspiradas en el legado lezamiano

Días antes, la UNEAC se sumó al homenaje con un conversatorio en su sede. César López, Premio Nacional de Literatura y coordinador de la comisión organizadora del Centenario, leyó allí una décima "bella, divertida, sarcástica y cubanísima" que le hiciera el homenajeado a Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, quien seguidamente lo abordó desde la emoción de los comienzos, "aunque con aristas diferentes en nuestras obras. ¿Cómo no quererlo?, por admiración me acerqué a él. Piedra angular y filosofal de la cultura cubana, está en el cielo de Cuba, con el Ángel de la Jiribilla".

Al lado siempre de la verdad cultural lo ubicó el Premio Nacional de Literatura, Luis Marré, a quien Lezama le adjudicó silencios más elocuentes que sus propias palabras. Aún sin haberlo visto jamás, el poeta Carlos Martí, por estudiarlo tan profundamente, se ha podido agenciar su propio anecdotario lezamiano. También el poeta y médico José Luis Moreno del Toro, testigo profesional de su rotundo adiós físico, lo evocó, sin aludir al momento fatal, resumiendo: "No es el verso ni el poema, él es una totalidad. En la sala este abrazo se multiplica, ahí está la casa, en ella está Lezama".

 

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