Isla de la Juventud
Amarga recuperación del sector citrícola
OLGA DÍAZ RUIZ
La citricultura en el municipio especial de la Isla de la
Juventud está totalmente deprimida, un proceso devastador que
comenzó en la década de los 90, y se acentuó con la pérdida de las
cosechas por los huracanes continuos de finales del pasado siglo y
primeros años del presente, desmotivó a los productores y facilitó
el avance del marabú.
Alrededor
de 4 000 hectáreas de plantaciones citrícolas enfermas continúan
improductivas.
A esto se sumó la existencia de la enfermedad Huanglongbing (HLB)
en los campos citrícolas desde el 2007, una de las plagas más
perjudiciales por su rápida diseminación y difícil control.
El daño abarca las 7 000 hectáreas de tierras con ese destino y
el perjuicio mayor es que la enfermedad afectó en primera instancia
las 900 hectáreas de fomento sembradas en 1998, propagándose pronto
al resto de los brotes jóvenes de la zona. A partir de ese momento
todas las plantaciones fueron dañadas, solo las tierras
permanecieron libres de plagas.
Sin embargo, eso no justifica las condiciones de abandono y
deterioro de los campos citrícolas y el bajo rendimiento de sus
producciones desde mucho antes, lo cierto es que hasta hoy esos
cultivos muestran un panorama decadente, en el que sigue reinando a
sus anchas el marabú, que nada tiene que ver con el HLB, pero sí con
la indolencia de los encargados del programa citrícola.
La
frutabomba es llevada a la industria para la elaboración de pulpa,
mermelada y conservas.
Todo se dejó a la deriva, hasta que tres años después se conformó
un plan estratégico del municipio para que la Empresa Agroindustrial
Citrícola comandante Jesús Montané Oropesa, con una nueva estructura
desde el 2010, comenzara a trabajar, aunque con pasos todavía muy
lentos, en la recuperación de esas producciones.
El camino emprendido está todavía plagado de obstáculos. A las
complejas circunstancias económicas actuales se sumó el daño
ocasionado por los eventos climatológicos del 2008, que aceleraron
la destrucción de la citricultura en el municipio, al ocasionar
pérdidas valoradas en más de 4,8 millones de pesos entre la parte
agrícola y la infraestructura de la industria. Pero de esto hace ya
dos años ¿hasta cuándo vamos a estar cargándole las culpas a los
huracanes?
¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO AHORA?
Según explica Camilo Company Azcuy, en estos momentos al frente
de la empresa, la conjunción de esos factores impide que se retome
el desarrollo de los cítricos en el municipio antes del 2011. "Ese
programa depende de la aprobación de un financiamiento del cual no
dispone la empresa, ya que la citricultura es bien costosa", señala.
Para rehabilitar es necesario garantizar la limpieza sanitaria de
toda el área con la demolición de las plantaciones enfermas y el
marabú, proceso que se ha llevado a cabo en apenas algunas áreas
colindantes a los nuevos cultivos plantados. Pero cuando uno recorre
las áreas de cultivos se cuestiona esa necesidad. ¿Qué
financiamiento hace falta para limpiar?
Por ahora la entidad permanece explotando un nivel de toronja y
de naranja en las plantaciones añejas de más de 30 años, que de
alguna manera han sido afectadas por el HLB, y que de no estarlo
tampoco serían óptimas para el cultivo por la edad de las plantas.
Una vez creadas estas condiciones, una realidad se avizora bien
lejana, y es que potenciando nuevamente el cultivo de la toronja en
mayor escala y la naranja, así como la lima persa y la mandarina en
menor medida, comenta Company Azcuy, la producción citrícola
abarcará alrededor de 2 000 hectáreas. Mientras, permanecen
improductivas otras 4 000 hectáreas, todavía sin limpiar ante la
inactividad de los pineros.
La realidad es que la citricultura de la Isla, antaño motivo de
orgullo en el territorio, demanda el doble de empeño de los
trabajadores y de sus cuadros, quienes tienen que romper el cerco
del inmovilismo para que el cítrico vuelva a ser el aporte más
importante de los pineros a la economía nacional.
OTRAS SOLUCIONES
En medio de estas circunstancias, la entidad ha ido fortaleciendo
la siembra de frutales —frutabomba como producto líder, mango, piña
y guayaba fundamentalmente, además de otras variedades menos
conocidas como la guanábana y la cereza—, tratando así de responder
en alguna medida a las necesidades alimentarias del municipio y
tener con que afrontar los problemas financieros internos.
El índice de la producción real con la inyección de estas nuevas
líneas, que está previsto ocupen unas 1 413 hectáreas en el futuro
próximo, alcanza hoy las 793,2 toneladas. "La mayor parte de ellas
tienen un destino industrial para la elaboración de pulpa, mermelada
y conservas, que hasta ahora han tenido una gran aceptación en la
población", apuntó Company Azcuy.
Además se está experimentando con el tomate por segundo año
consecutivo. Como parte de esta iniciativa a comienzos del 2010 se
procesaron 415, 3 toneladas de tomate para la elaboración de puré, y
se está preparando al sector campesino para producir otras 800
aproximadamente en la campaña del 2011.
Hasta la fecha el principal destino de estas producciones, además
de los contratos suscritos con el sector cooperativo en el
territorio, es la venta liberada a la población, abastecer las
ofertas de los distintos establecimientos del comercio y la
gastronomía local, los sectores priorizados como la salud y la
educación, y por supuesto su distribución en el turismo,
fundamentalmente en las instalaciones de Cayo Largo del Sur.
TODAVÍA NO ES SUFICIENTE
En otro intento por aunar fuerzas que contribuyan a recuperar el
desarrollo citrícola del municipio, la entidad ha entregado más de
100 hectáreas de tierras distribuidas en unas 40 fincas integrales,
para ser atendidas por 80 usufructuarios durante un periodo de dos a
cinco años, con destino a la siembra de frutales y bajo la
supervisión directa de la empresa.
Paralelo a esto se intensifica el cultivo intercalado de
frutales, alternando cultivos permanentes de ciclo largo con
aquellos de ciclo corto, y ubicando una mayor cantidad de plantas
por hectárea, en aras de lograr un mayor aprovechamiento de las
zonas de siembra, de las capacidades de riego, obtener mejores
rendimientos en menos tiempo, y disminuir los costos de producción.
Visto así estas alternativas pudieran constituir un apoyo
importante para la Isla, al menos con el objetivo de autoabastecer
los mercados del área, carentes de estos productos fundamentales.
Sin embargo, hasta ahora, solo se han sembrado unas 70 hectáreas de
mango en distintas variedades, 20 de guayaba, 34 de frutabomba, y se
está intensificando como cultivo estrella la piña por las
características del terreno, de la que se han preparado unas 3,4
hectáreas para un plan de 15. Por lo que los resultados aún no son
promisorios. |